Opinión

En cumplimiento de la normatividad universitaria vigente en materia de planeación, se ha informado recientemente por el señor Rector de la Universidad de Antioquia, profesor John Jairo Arboleda Céspedes, el actual curso del procedimiento de expedición del Plan de Acción Institucional para el periodo 2018-2021: “Una Universidad de excelencia para el desarrollo integral, social y territorial”.¹

Este Plan continúa la ejecución del Plan de Desarrollo Institucional 2017-2026, apenas en ciernes, uno de cuyos Enfoques es el “Diferencial para la inclusión, la equidad y la interculturalidad”, en cuyo marco se erige el “Tema Estratégico 5: Compromiso de la Universidad con la construcción de paz, equidad, inclusión e interculturalidad”, estableciendo, a su vez, el “Objetivo estratégico 4: Fomentar el reconocimiento pleno de los derechos, de tal modo que se garanticen las diversidades y la vida digna, y se eliminen las discriminaciones en el espacio universitario.”

Esta naturaleza programática propia de las normas de planeación demarca un reto trascendental para el presente y el futuro de la Universidad en materia de consolidación de adecuados niveles de igualdad: más allá de las normas, la generación de condiciones institucionales y prácticas universitarias reales de inclusión y acciones afirmativas para los universitarios en situación de discapacidad.

En mi opinión no se trata de un reto más sino de un gran reto para la Universidad del próximo trienio y decenio, y para muchos decenios más: el reto de construir, cuando menos lo mínimo pero no sólo ello, en materia de aseguramiento del respeto a una diversidad incluyente y afimativa de las subjetividades y capacidades diversas, ya que es muy probable que la Universidad de Antioquia ni siquiera alcance hoy a asegurar este mínimo.

En una CARTA PÚBLICA dirigida al Señor Rector y a la Comunidad Universitaria, motivada en la carencia de un adecuado manejo y orientación de los asuntos relacionados con la gestión administrativa, jurídica y, especialmente, laboral de la Discapacidad de los servidores públicos en la Universidad, invito a la realización colectiva de un “Manifiesto Universitario por una Discapacidad con inclusión y Acciones Afirmativas”.

Para ello identifico diferentes problemas que obstaculizan la consolidación del acceso a una Discapacidad en condiciones de inclusión y con acciones afirmativas, planteando algunas medidas para superarlos.

Considero que sin la superación de estos problemas mediante la generación de las correspondientes condiciones de inclusión y de acciones afirmativas para una Discapacidad igualitaria en lugar de una discriminatoria, va a ser muy difícil que la Universidad pueda obtener niveles de ejecución plenos o, cuando menos, satisfactorios del Objetivo y el Tema Estratégicos referidos de su Plan de Desarrollo.

A mi juicio el principal obstáculo a superar es el que concierne al conocimiento que tenemos los universitarios sobre la Discapacidad hoy: al respecto, en primer lugar, una actitud cognitiva general a erradicar hacia las personas en situación de discapacidad, es la discriminación. Esta suele comenzar por el uso del lenguaje con el que designamos y nos referimos a las personas en tal situación: el término “Discapacidad” lo asociamos con “incapacidad”.

En efecto, es común que pensemos de quien está en una situación de Discapacidad que “no es capaz de”, o “no puede” hacer algunas e, incluso, muchas cosas. Esta asociación conceptual proviene, a su vez, de una errónea y estigmatizante definición, de gran arraigo en nuestra cultura, de la discapacidad como “minusvalía”: quien está en situación de discapacidad es “minusválido” (“que vale menos”) o “inválido” (“que no vale”).  

Por su contenido discriminatorio ambas construcciones conceptuales, la incapacidad y la minusvalía o invalidez, carecen hoy de respaldo teórico y de reconocimiento normativo, para designar y regular, respectivamente, los aspectos concernientes a la Discapacidad.  

Por ello, para referirse a la Discapacidad, frente a aquellas categorías se habla hoy con las de “capacidades diversas”, “acciones afirmativas”, “enfoque diferencial” y de “inclusión”, entre otras, como alternativas que gozan de consenso teórico y normativo para hablar de la Discapacidad y actuar sobre ella.

En segundo lugar, al lado de los problemas derivados de la difícil transformación  del lenguaje con el que nos referimos a la Discapacidad, nuestras prácticas sociales, médicas (generales y ocupacionales), administrativas, jurídicas y, peor aún, educativas con las personas en situación de Discapacidad, generan un relacionamiento social discriminatorio y excluyente, impasible de la diferenciación positiva de sus condiciones, en pro de la diversidad y el respeto a los seres humanos y su identidad, como expresión de la dignidad humana en virtud de la cual somos fines en sí mismos.   

Una posible razón por la cual se presentan lastres para un tránsito hacia la apropiación cabal de estas nuevas categorías está relacionada con el peso que se asigna, en las representaciones culturales de la Discapacidad, a la visión médico-rehabilitante y a la correlativa orientación paternalista de la medicina que surge de ella, a partir de las cuales se mira a las personas en situación de Discapacidad como “pacientes” y no como sujetos sociales autónomos y capaces; se les ve con desconfianza hacia sus potencialidades de acción, tratándolas con rechazo y exclusión; todo ello fundado en la tutela médica por una aparente protección de su salud y su integridad.

Las personas en situación de Discapacidad necesitamos de la confianza en nuestras capacidades y talentos; actuar liberadas del dogal de la tutela y el cuidado médico-rehabilitante como concepción orientadora de la Discapacidad; prevalidas de oportunidades producto de la adaptación de los entornos físicos, sociales y, ante todo, los culturales, de modo que podamos desplegar nuestras potencialidades humanas y ocupacionales conforme a nuestras posibilidades.

En otras palabras, necesitamos de apertura cultural hacia el valor de las diferencias y la diversidad; de acciones estatales y sociales que respeten la subjetividad y socialidad de las personas con capacidades diversas a través de su inclusión y afirmación familiar, social y laboral. Indudablemente, este es un gran reto para la ruta que se traza para la Universidad desde el Plan de Acción Institucional del próximo trienio.

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¹ Cfr. ARBOLEDA CÉSPEDES, Jhon Jairo. Trazar la Ruta Universitaria. Universidad de Antioquia, 6 de julio de 2018, en: http://www.udea.edu.co/wps/portal/udea/web/inicio/udea-noticias/

Manifiesto por una discapacidad con inclusión y acciones afirmativas en la Universidad de Antioquia

Nota

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