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Sociedad

El mensaje «oculto» de las acciones del ELN

28/02/2020
Por: Yénifer Aristizábal Grajales- Periodista

Durante los últimos años el ELN ha fortalecido su accionar y sus tropas vienen creciendo: datos del Ministerio de Defensa advierten que en 2019 este grupo sumó más de 4000 integrantes. Aquí, posibles explicaciones a lo que está pasando con esta organización guerrillera.

El 2 de febrero de 2020 fue derribada una torre de energía en el sector de La Cruz, nororiente de Medellín. Los responsables del hecho dejaron una bandera roja y negra con las letras del ELN. Foto: cortesía El Colombiano/Julio Herrera.

Después del acuerdo de paz con las Farc, el ELN se consolidó como el grupo guerrillero más antiguo de América Latina, afianzó su presencia en zonas donde las Farc habían dominado, heredó algunas rentas criminales y, actualmente, sus acciones tienen un alcance binacional por cuenta de la «influencia consolidada en Venezuela», donde este grupo armado «controla zonas claves para la extracción de recursos naturales», según lo expresa un informe reciente de la Fundación Ideas para la Paz —FIP—.

Germán Valencia Agudelo, coordinador de la línea Conflicto armado, paz negociada y posconflicto, del grupo de investigación Hegemonía, guerra y conflictos —de la Universidad de Antioquia—, explicó que hasta hace unos tres años el ELN era considerado un grupo de segunda. Hoy, dijo, no solo es la guerrilla más antigua del país sino también del continente. «Así que tratará de aprovechar ese privilegio e insistirá en la negociación política».

La salida negociada al conflicto está en el centro simbólico y político del accionar bélico del ELN. Desde el Gobierno Santos se venía cocinando un diálogo con esta guerrilla, pero el presidente Iván Duque lo suspendió tras el atentado a la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco de Paula Santander —Ecsan—, el pasado 17 de enero de 2019.

Esta guerrilla, con 55 años de existencia, buscaría un reconocimiento político que le dé el estatus necesario para una salida negociada del conflicto. Para Valencia —docente del Instituto de Estudios Políticos—, esta sería una salida recomendable. «En el siglo XX no ganamos ninguna guerra —en Colombia —, y hemos mostrado efectividad en las negociaciones de paz. Hasta el momento se han desmovilizado, mínimo, 10 grupos armados, y no se ha vencido a ninguno».

Para el abogado y doctor en Derechos Humanos, Pablo Emilio Angarita Cañas, la forma como el ELN está actuando y sus estrategias bélicas —como el paro armado nacional que promulgó del 14 al 17 de febrero del presente año— son contradictorias. Según dijo, el grupo guerrillero insiste en la necesidad de que la sociedad civil sea quien negocie con el Estado, alejándose así del modelo de negociación de las Farc, que se concentró en la cúpula de esta guerrilla, con participación restringida.

El ELN sugeriría, entonces, que sea el pueblo quien decida y negocie, pese a que un diálogo tan abierto tiene grandes impedimentos logísticos, por la diversidad y amplitud de los actores que estarían involucrados. «El discurso de negociación del ELN suena como una utopía socialista, casi anarquista; pero en la práctica un paro armado, como toda acción armada, es la expresión máxima del autoritarismo», expresó Angarita Cañas.

Amenaza en las ciudades

Esta guerrilla está presente en zonas rurales de regiones como el Bajo Cauca y el Norte de Antioquia; también en los departamentos de Chocó, Nariño, Arauca, Norte de Santander, Casanare, Vichada, Cauca, Bolívar, Risaralda, Cesar y La Guajira. En algunos de estos territorios su presencia viene de décadas atrás y en otros su fortalecimiento se ha dado tras la salida de las Farc, enfrentando a grupos como el Clan del Golfo para dominar las rentas ilegales como el secuestro, la extorsión, el narcotráfico, la minería ilegal y el contrabando.

El propósito de evidenciar su poderío también ha llevado al ELN a ejecutar atentados en tres grandes ciudades. El 27 de enero de 2018 atentó contra la estación de Policía de San José, en Barraquilla —6 policías muertos y 42 heridos—. El 17 de enero de 2019, como se referenció antes, hizo explotar un carro bomba al interior de la Escuela de Cadetes, en Bogotá —99 víctimas, entre esas 22 cadetes muertos—. Y el pasado 7 de febrero, tras la voladura de una torre de energía en Medellín, en el barrio La Cruz, se encontró una bandera de esa guerrilla.

El profesor Valencia Agudelo explicó que, aunque la guerra históricamente se ha dado en los lugares más apartados del país, «ellos —ELN— saben muy bien que, estratégicamente, si se mantienen en esos territorios serán poco escuchados; por lo tanto, la ciudad se convierte en un escenario para que sean atendidos».

Valencia Agudelo agregó que en las ciudades no solo está concentrada la población del país —77 % según el Dane—, sino también la riqueza generada por las grandes industrias. Eso hace que las zonas urbanas sean escenarios más atractivos a la hora de generar afectaciones, presionar políticamente, «mojar prensa» y, de esta manera, «visibilizar el conflicto».

Territorios descuidados

Para Pablo Emilio Angarita, el recrudecimiento del conflicto en el que se ubica el fortalecimiento y accionar del ELN no debe tomar por sorpresa al país. Referentes internacionales muestran que después de un acuerdo y desmovilización de una guerrilla de las dimensiones de las Farc, se presenta una reorganización de fuerzas y se reactivan conflictos históricos.

El investigador advirtió «torpeza» por parte del Gobierno colombiano a la hora de propiciar acciones para que los territorios no volvieran a ser escenarios de guerra: «No implementar los acuerdos de paz, que incluye copar los territorios donde antes hacían presencia los grupos armados, lleva a que grupos como el ELN se fortalezcan. Están dadas todas las condiciones para que las disidencias ganen adeptos».

Angarita enfatizó en que el Estado colombiano falla actualmente en aspectos centrales como la implementación efectiva de los acuerdos de paz, la ocupación institucional — más allá de la Fuerza Pública— de territorios históricamente marginados y donde hacen presencia los grupos armados, así como falla también en la protección de la vida de quienes optaron por devolver las armas. Por esto, según él, Colombia entrará a «otros ciclos de violencia» con refuerzos militares de parte del Estado y también de grupos armados ilegales.

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