Periódico Alma Máter

Creer que los niños que padecen tuberculosis infantil no la transmiten, es tan errado como pensar que el diagnóstico de casos y el control preventivo de esa enfermedad bacteriana están al día.

Hasta septiembre del 2018, el Boletín Epidemiológico Semanal —BES, del Instituto Nacional de Salud, reportó 336 casos en menores de 15 años en el país, lo que representa un 3.5 % del total de 9706 pacientes diagnosticados con la infección.

Las cifras de tuberculosis en Colombia sugieren una reducción con respecto a 2015, cuando se lanzó el Plan estratégico «Hacia el fin de la tuberculosis: 2015-2026». Sin embargo, la realidad puede ser otra, como lo señala el estudio «Efectividad del tratamiento para infección latente por tuberculosis en niños menores de cinco años convivientes de pacientes con tuberculosis pulmonar de Medellín, Bello e Itagüí», liderado por Dione Benjumea Bedoya, investigadora y profesora de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia.

El trabajo de Benjumea —que obtuvo la distinción magna cum laude como tesis doctoral—, le hizo seguimiento a 292 niños residentes de los municipios mencionados y convivientes de pacientes con tuberculosis pulmonar. De ellos, el 83 % corresponde a los estratos 1 y 2.

La investigación encontró que un 3.8 % del total de niños había contraído la enfermedad. Para la profesora Benjumea Bedoya, la tuberculosis infantil «aumenta el riesgo porque a temprana edad la respuesta inmunológica es menor y la capacidad de luchar contra la bacteria que causa la enfermedad pone en peligro no solo a los menores de edad, sino también a su familia y conocidos».

Según Benjumea, es preocupante «que 11 niños —del total de su muestra— hayan contraído tuberculosis. Es un número alto, especialmente porque desarrollaron la enfermedad cuando el ideal era prevenir estos casos; muchos de ellos se contagiaron en el interior de los hogares, y hacían parte de familias de desplazados o que estaban en condiciones de hacinamiento. No solo llegamos tarde, sino que se puso en evidencia la gravedad de la tuberculosis; la dificultad para diagnosticarla y cómo el dictamen tardío complica más la situación o acarrea consecuencias mayores como la infección de otros órganos, distintos a los pulmones».

Los resultados obtenidos son más reveladores si se considera que «solo en Medellín, el diagnóstico es más o menos de 1600 casos al año, incluyendo niños y adultos. Hay una tendencia a la estabilidad y ha sido así desde hace veinte años o más, según los registros; pero se mantiene como una cifra preocupante porque en algunos años se ha dejado de buscar y no se ha podido bajar las cifras», dijo el médico epidemiólogo y coordinador del Programa municipal de control de tuberculosis, Fernando Montes Zuluaga.

«Faltan rutas para la prevención de esta enfermedad. Aunque el Estado suministra el medicamento para evitar riesgos epidemiológicos, y existen protocolos para el control a pacientes y visitas médicas a sus hogares para reducir los peligros de contacto en niños y otros, las empresas aseguradoras en salud se quedan cortas en el diagnóstico y no son efectivas en la entrega de las medicinas», agregó Benjumea Bedoya.

Más grave aún es la dificultad de acceder a una prueba o ayuda diagnóstica que, en la mayoría de los casos, es omitida por los pediatras y centros clínicos, o imposible para los niños que no residen en Medellín, argumentó la investigadora. Por su parte, Montes Zuluaga dijo que, por lo anterior, «fue muy importante la investigación realizada porque rescató del olvido un diagnóstico que no se hacía en los niños y demuestra que, si buscamos, encontramos».

Alianza investigativa

El trabajo de investigación de Benjumea Bedoya se realizó en alianza con las secretarías de Salud de Medellín y Antioquia, y con los municipios donde se realizó el estudio. También contó con la colaboración de la Corporación para Investigaciones Biológicas —CIB, la Universidad Pontificia Bolivariana —UPB, el Hospital Pablo Tobón Uribe y el Instituto Nacional de Salud. Así mismo, tuvo financiación de Colciencias y fue apoyada por el Fondo Mundial de las Naciones Unidas para la lucha contra el VIH/Sida, la tuberculosis y la malaria.