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Opinión

La pandemia CoVID-19 es un desafío al orden establecido

26/01/2021
Por: César A. Orozco R. Médico especialista UdeA, profesor titular pensionado, Pediatra neonatólogo y perinatólogo.

«... Frente a la Covid-19 hay un mar de incertidumbres, de dudas y grandes replanteamientos del estado de las cosas o statu quo. La vida nos espera con nuevos amaneceres, a una realidad diferente y mejor.»

Es muy probable que el nuevo coronavirus en algún momento termine de infectar a la mayoría de la población y adquiera la inmunidad comunitaria, entretanto arrasará con muchas personas; se precisa de calma mientras llegue las vacunas a más del 75% de la población para el control de la transmisión viral y de la mortalidad para taparse con la nueva normalidad.

La manera de esparcirse lo caracteriza como un germen muy democrático, no considera estatus, edad, sexo o raza; sin excepción todos son susceptibles. Las más de mil mutaciones que ha tenido el virus y su mayor contagiosidad lo perfila totalmente diferente del que empezó en Wuhan. La economía globalizada de mercado ha facilitado la propagación y la rápida diseminación del virus al facilitar en la movilización de las personas y de productos.

Conocer el nivel de infectados y enfermos mediante barridos comunitarios diagnósticos originará el verdadero nivel de salud para desarrollar acciones en cada localidad. Inmensas tareas tienen las autoridades la vigilancia epidemiológica para diseñar estrategias que impidan la propagación del virus, planificar recursos que conlleven a elevar el estado de salud y disminuir la mortalidad de la población.

El confinamiento de la población ha llevado a estados de agotamiento, depresión y ansiedad por la naturaleza gregaria del hombre. Ello ha conducido al relajamiento social y la insatisfacción de las necesidades básicas y el consumismo inducido al comercio desenfrenado. Su resultado es el momento crítico de mayor contagiosidad actual y el elevado porcentaje ocupacional de las unidades de cuidados intensivos (UCI) superiores al 80%.

La vacunación es discrecional y sopesando riesgo beneficios, los cuatro tipos de vacunas son seguras y eficaces (70%-95% administrada en dos dosis), a pesar de los detractores anticientíficos con sus posiciones ideológicas. La aceptación implica estar atentos a las respuestas inmunológicas individuales, duración de la inmunidad, reacciones adversas, necesidades de refuerzos, cambios epidemiológicos regionales y nuevas cepas.

Tener un pensamiento crítico es la respuesta contra las teorías conspirativas que desinforman sin fundamento los conocimientos científicos y confunden con intenciones oscuras y con los troles por sus mensajes de humor provocadores y amenazantes que buscan crear controversia, distraer, desvirtuar o fastidiar. No obstante, es de suponer la existencia de un sano escepticismo en relación con los informes periódicos de las autoridades y del análisis cuidadoso de la evidencia disponible.

Hasta el momento, la vacuna es una solución parcial y, por tanto, hay seguir con las medidas de protección personal y las familias, aislamiento voluntario y conciencia social: Distanciamiento personal, moderar encuentros sociales, evitar lugares conglomerados, verificar espacios aireados, restringir las compras compulsivas, higienizar las manos y usar tapabocas.

Luego, como hay tanto que aprender todavía del comportamiento del virus y a la vacuna, no basta con las cuarentenas para mantener el orden público restringiendo la circulación de las personas y prohibiendo la ingesta de alcohol ni habrá suficientes autoridades para controlarlo. Todo es cuestión de la autorresponsabilidad, es de llevar un alma alocentrista que considera más a los demás que así mismo o como si viviere en una sociedad colectivista que se cuida así misma y cada individuo contribuye al bien de todos.

La crisis sanitaria es una dualidad real y es deber sopesar entre el egocentrismo o idiocentrismo con la solidaridad o alocentrismo, el confinamiento y el trato social, la vida y la economía, la salud y la enfermedad e impacto de las medidas de control y la sujeción a la democracia y los derechos humanos. La pandemia amenaza algo más que la salud mental, la vida y el sustento de los pueblos, también es una amenaza de la democracia que puede ser usada para endurecer el control político.

La falta de circunspección y de sensatez ante la encrucijada, lleva a la saturación de pacientes Covid-19 en servicios de urgencias esperando cama en las UCI, a la falta de camas de hospitalización y la imposibilidad resolutiva de las IPS para atender la demanda de cirugías electivas y otras morbilidades. La palpable crisis se acentúa con la cantidad insuficiente del personal de salud (Según la OMS en condiciones normales 23 por cada 10.000 habitantes) y médicos competentes en medicina crítica y terapia intensiva.

Se suma el agotamiento por carga laboral, presión psicológica, agresiones y estigmatización, los infectados incapacitados y los convalecientes por la Covid-19 o con otras enfermedades. Una pandemia corrobora que los profesionales de la salud son limitados, frágiles y el recurso más valioso para combatirla; que no son máquinas, héroes ni seres inmunes; son solo humanos indignados, subestimados y abusados.

Sin alarmismo se está ad portas de una fase terapéutica compasiva y selectiva en las UCI y clasifique los pacientes por gravedad, edad, enfermedades de base, secuelas, productividad, abolengos, estatus u otras presiones. Es decir, pugnando con las convicciones, se entra ante una nueva deontología profesional al ingresar en el terreno de la reorientación de esfuerzos terapéuticos.

A tal situación se suma la concurrencia del desabastecimiento añejo por la demanda acrecentada y acelerada a escala mundial por la COVID-19 de medicamentos oncológicos, antibióticos, anestésicos, sedoanalgésicos, relajantes musculares y del oxígeno domiciliario por problemas de diferente índole: calidad, de tramitología del registro, la modernización de las instalaciones, cambios contractuales, problemas de etiquetados, logística, políticas de precios, rentabilidad, especulación, acaparamiento y la concentración productiva de genéricos esenciales en unos pocos lugares del mundo; pero el motivo principal de la escasez es económico.

Los costosos y nuevos antivirales no ha superado hasta ahora los anticoagulantes (Heparina de bajo peso molecular) antiinflamatorios esteroideos (Dexametasona), vitamina D (Estimulante y modulador inmune), y del uso de antioxidantes (Vitamina C, vitamina E, zinc, selenio, quercetina, melatonina, N acetil cisteína) y de la ivermectina como antiinflamatorio y antiviral.

Los organismos gubernamentales, en cierta medida, podrían remediarlo, pero la tramitología, corrupción e intereses políticos y económicos son impedimentos; además; la tarea de los gobiernos es promover el desarrollo de producción local y global sostenible, identificar las fallas del mercado y proteger los mercados frágiles de los países en desarrollo para satisfacer la demanda; empero, ninguna reglamentación farmacéutica, comercial o industrial puede exigir que un empresario elabore un producto o preste un servicio determinado, a pesar de que el acceso a medicamentos y dispositivos biomédicos de forma segura, efectiva y de calidad es un componente esencial del derecho a la salud.

El modelo económico del sistema de salud vigente, costocéntrico y morbicéntrico, es precario para responder a las necesidades de salud de gran magnitud y ha mostrado la importancia de rescatar la promoción, la prevención, la atención primaria y la salud pública. Por ello, queda en entredicho la filosofía del liberalismo económico de laissez faire; se requiere la intervención del Estado para que no actúen por sí solas las fuerzas del mercado.

Entonces, la aparición intempestiva y propagación rápida de la pandemia ha descubierto las falencias del sistema sanitario y conducido a tomar medidas reactivas, al igual que en la educación. La teleducación ha golpeado los contenidos prácticos curriculares y la evaluación controlada; la incompetencia de la planta docente, ha revelado las deficiencias tecnológicas y las brechas digitales, inequidad en acceso a internet y tenencia de computadores (Menor del 20% en áreas rurales), aunado a los impactos socioemocionales, en la nutrición escolar, en la deserción y repitencia.

Los grandes perdedores en tiempos de pandemia son los niños; la infancia se vuelve más vulnerable por el enclaustramiento: Se cercena los juegos y los encuentros de pares fundamentales para el desarrollo social en la generación de normas y el desarrollo cognitivo y lingüístico, los programas de educación (Representa el 50% de la población estudiantil del mundo), la alimentación, la salud emocional por la mayor exposición a la explotación laboral, violencia intrafamiliar y sexual, y que se amplifican cuando sus cuidadores o progenitores entran a la informalidad laboral, enferman o fallecen.

La emergencia de la CoVID-19 no solo ha afectado la salud biopsicosocial y las culturas, también a la economía mundial productiva y el empleo, ha desobedecido el dogma del equilibrio fiscal por el gasto extraordinario surgido del 3.7% a nivel global en relación al PIB; además, ha visibilizado los países que no se han convertido a la economía del conocimiento. La limitación en los presupuestos dedicados como porcentaje del PIB en inversión en ciencia, tecnología e innovación subestima el carácter estratégico para el desarrollo y la competitividad de los países y los perpetúa en el subdesarrollo, la dependencia y la pobreza.

Aún hay una deuda con la humanidad acerca del origen de la pandemia, si es una evolución natural de una zoonosis acelerada experimentalmente por el hombre por los avances en biología molecular y la ingeniería genética, si es una bioarma probada para el control geopolítico y económico mundial por parte de las potencias, si se escapó accidentalmente del laboratorio o una construcción patrocinada por las multinacionales farmacéuticas con fines especulativos.

Frente a la Covid-19 hay un mar de incertidumbres, de dudas y grandes replanteamientos del estado de las cosas o statu quo. La vida nos espera con nuevos amaneceres, a una realidad diferente y mejor.


Nota

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