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Opinión

Indicadores

30/08/2019
Por: William Fredy Pérez, profesor Instituto de Estudios Políticos, UdeA

« ...Frente al rearme del que se supo esta semana, y frente a la “reacción” de los viejos detractores de los acuerdos, es cierto que hay que ser muy resistentes, tercos casi, para seguir defendiendo la construcción de la paz, es decir, la posibilidad de hacer realidad el proyecto de paz contenido en los últimos acuerdos... » 

Los resultados electorales indican el estado de una incesante contienda entre visiones del mundo, convicciones, valores, formas de organización política de la sociedad y mecanismos de distribución de bienes, derechos o libertades. Pero solo a veces.

Solo a veces, porque esos resultados electorales pueden reflejar nada más que el estado de la contienda entre operadores de violencia, entre adinerados inversores o entre embaucadores de ocasión para los cuales la diversidad de preferencias son pendejadas que se neutralizan con fuerza o con amenazas de fuerza, antes de las elecciones; o para los cuales esas mismas preferencias son solo “perfiles de los electores” a los cuales hay que llegar y satisfacer de formas diversas… hasta el día de las elecciones.

Los resultados electorales, así, pueden indicar simplemente quién es el más capaz de aplicar dolor o de amenazar con aplicarlo, el más capaz de poner grandes capitales al servicio de una campaña electoral, el más capaz de construir redes y logísticas de sobornos, compra de votos o estímulos insostenibles en el tiempo.

Pero hay otra razón por la cual los resultados electorales, solo a veces, indican el estado de una incesante contienda entre visiones del mundo. Solo a veces, esta vez, porque hay otros indicadores del estado de la contienda. Tan elocuentes o más, y en relación con pugnas mucho más importantes que las de candidatos y programas de gobierno. En relación con la guerra o la paz, por ejemplo, esta semana se produjo un indicador de estos.

El indicador muestra que los detractores del último acuerdo de paz en Colombia han avanzado hacia sus objetivos. Por supuesto, las urnas no han sido necesarias para saber del estado de la contienda. Los detractores han obtenido una recompensa en su incansable lucha, primero, por impedir el acuerdo; después, por inadmitir lo acordado; más adelante, por destruir el pacto o al menos por cambiar lo pactado y, si no fuera posible, por reinterpretar las reglas acordadas; en último término, por obstaculizar la ejecución de los compromisos ya esclarecidos, y en todo caso por refrenar el avance de los programas iniciados.

No han sido pues los electores francamente persuadidos, o engañados o intimidados (no importa), los que permitieron medir el avance de los enemigos de los acuerdos. Ni siquiera se trata de un indicador surgido del uso frontal, desmedido, avasallante, indiscriminado y brutal de la fuerza. No. Los detractores del viejo proceso y del actual acuerdo de paz, han recibido de algunos de sus oponentes lo que esperaban hace ocho años: Un indicador de su posición victoriosa en la confrontación entre la guerra y la paz.

Frente al rearme del que se supo esta semana, y frente a la “reacción” de los viejos detractores de los acuerdos, es cierto que hay que ser muy resistentes, tercos casi, para seguir defendiendo la construcción de la paz, es decir, la posibilidad de hacer realidad el proyecto de paz contenido en los últimos acuerdos.

Pero desistir, como se ve, tiene efectos inmediatos: De una parte, el otorgamiento de recompensas inmerecidas a los opositores del pacto; y, de otra parte, la renuncia a una idea según la cual jamás podremos celebrar ni justificar la muerte violenta de ninguna persona. De ninguna.

Es cuestión de preferencias, por supuesto, que no se fundan en racionalidades simples porque incluyen límites normativos, lo cual implica una cierta valoración de la vida como un bien imponderable, prevaleciente, intocable. Y hay personas que no lo ven así, sobre todo si existen solo mientras pertenezcan al bando vencedor o al que vencerá, cueste lo que cueste.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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