Opinión

En más de veinte años que vivo en Medellín, no recuerdo un episodio tan grave como el que vive la ciudad por cuenta de su mala calidad del aire; a pesar de que la ciudad es ejemplo a nivel nacional en la implementación de un sistema público de transporte que se mueve con energía eléctrica, a gas y a diésel, los índices de contaminación no bajan, poniendo en riesgo la salud de quienes vivimos en el Valle de Aburrá.

Hace tres años, el profesor Pablo Montoya, logró impulsar un incipiente movimiento universitario que buscaba crear conciencia en las autoridades, empresarios y ciudadanos en general, sobre la necesidad de tomar decisiones de fondo para cambiar nuestro actual estilo de vida; este movimiento tuvo en principio el respaldo de los rectores de las principales universidades de Antioquia, que se conocen con la denominación del G8, y logró impulsar algunas iniciativas en el medio universitario como el día sin carro, un decálogo universitario SOS por el aire, hacer públicos algunos estudios académicos y, sobre todo, identificar un grupo de personas (ciudadanos, académicos, investigadores) que tienen conocimiento y propuestas que pueden servir de apoyo a la construcción de políticas públicas y diseñar programas y proyectos para implementarse a corto, mediano y largo plazo, que permitan cambiar la tendencia de este fenómeno que amenaza la vida en el Valle de Aburrá (En esto tendemos a olvidarnos de los animales y las plantas).

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Infortunadamente lo que ha venido sucediendo con la mala calidad del aire en los últimos años y lo sucedido en estas tres últimas semanas, le siguen dando la razón al profesor Montoya, en el sentido de la necesidad de crear conciencia sobre la magnitud del problema y que las medidas paliativas de pico y placa no resuelven el problema de fondo, como tampoco el decálogo de medidas preventivas que la Alcaldía de Medellín informó a los ciudadanos en esta emergencia. Estas medidas se pueden resumir en lo siguiente: No salir, cerrar las ventanas, no hacer ejercicio físico, usar tapabocas, usar el carro con las ventanas cerradas y con el aire acondicionado prendido, beber agua embotellada, entre otros consejos. Dentro de los consejos se menciona el de entrar las plantas a las casas como una medida para purificar el aire (aunque en las noches el efecto de esta medida resulta nocivo).

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Dado que la problemática ambiental en el Valle de Aburrá es un asunto recurrente que ha sido identificada desde los años 70s y que se ha visto agudizado en los últimos años, es importante que las autoridades ambientales comiencen a socializar las distintas medidas, no paliativas, que se están trabajando; ¿cuáles son los proyectos de políticas públicas que se están tramitando en los diferentes concejos de los municipios y en la Asamblea Departamental que ataquen la causa raíz del problema? Los candidatos a las alcaldías y a la Gobernación de Antioquia deben involucrar el tema ambiental como un asunto de prioridad y compromiso con sus electores, de tal manera que haga parte de las iniciativas que se incorporarán a los planes de gestión a partir del enero de 2020.

Para una región que se ha caracterizado por su emprendimiento e innovación, un desafío como el actual, representa una oportunidad para los mismos empresarios que tienen a la mano las soluciones y para los políticos para que hagan causa en beneficio del bien común: Un área metropolitana con aire limpio.

Este texto fue publicado en el periódico El Mundo el lunes 25 de marzo de 2019