Opinión

A Rodolfo Pérez González† In Memoriam

De todas las artes la música es la que conquista más intensa y directamente el espíritu. La mayoría de las personas busca en la música un escape, una hipnosis, o encender una llama. Aunque el gusto por la música, y la identificación de esa chispa, es de lo más subjetivo y variante. La música puede darnos más, puede tener un efecto liberador. Nietzsche lo resume diciendo que “Sin la música la vida sería un error”.

Y en la música hay una que lleva el rótulo de académica, porque exige más entrega y concentración al oyente como en la literatura lo es la poesía, y más sujeción a las reglas a quien la ejecuta o estudia. Es la que todos conocemos como música clásica. Siendo un sinónimo hablar de música clásica y Beethoven.

Ludwig van Beethoven es reconocido como aquel hombre, hecho en hierro forjado, que transformó la música clásica en algo más grande, más audaz y desmedido que nunca (Lunday, 2009). Y lo más extraordinario fueron todas las circunstancias físicas y anímicas adversas en las que lo hizo, de las cuales su sordera es la más conocida. Beethoven fue consciente del propósito que tenía en su vida, el de desplegar todas sus facultades de artista (Testamento de Heiligenstadt) y del poder trasformador que lograba su música (Solomon, 2003).  

Bettina Brentano, de quien se cree hoy que fue la más probable destinataria de la Carta a la amada inmortal, aseguraba que Beethoven le comentó: “aquel que entienda mi música estará libre de las miserias en las que se arrastran todos los demás”. Yo encontré el efecto transformador de la música en Beethoven y he querido compartirlo cada vez que tengo la oportunidad. En casi todas sus obras las células simples sobre las que se construye la música, y la inclusión de conflictos personales y humanos, encuentran un desarrollo y una emancipación, escudadas en la belleza sonora más pura. Como ocurre con el conflicto entre el individuo y el destino que se representan en la quinta sinfonía.

“La música es una revelación mayor que toda la sabiduría y la filosofía" Beethoven

La otra característica que más me impresiona de la música de Beethoven es su constante innovación, por encima de la búsqueda de elogios y réditos económicos, a veces dando saltos gigantescos entre una y otra obra. Esto se aprecia más nítidamente cuando se comparan sus nueve sinfonías, sus 32 sonatas para piano, incluyendo las variaciones Diabelli, y sus 16 cuartetos para cuerda. Tan es así que son identificables en ellas pequeños motivos que fueron grandes inspiraciones de compositores contemporáneos y muy posteriores a él. 

De los cuartetos se ha dicho que son un número mágico: con menos instrumentos se nota una ausencia, y con más instrumentos hay redundancia; de allí que pueden verse como el equilibrio perfecto entre las sonatas y las sinfonías. Si se considera la cantidad, la variedad, la extensión y la originalidad, los cuartetos de Beethoven ofrecen el testimonio de un potencial artístico que ningún compositor ha producido en igual número de años (Poggi & Vallora, 1995). Además Beethoven les impregna la profundidad, el dramatismo, aliento y libertad que no gozan, así sean piezas muy bien construidas, las de sus antecesores Haydn y Mozart.

De los 16 cuartetos compuestos resaltan los tres dedicados al embajador ruso en Viena, mecenas y amigo Razumovsky (Opus 59) compuestos por Beethoven en 1806, y dentro de estos el Allegretto del segundo nos ofrece una revelación. En la primera parte de este movimiento se presenta un Scherzo, o pieza rápida y de ánimo festivo, en la que sobresale el ritmo. Siendo Beethoven un maestro incomparable del ritmo, más que del contrapunto en el cual fue un caprichoso y tozudo autodidacta y de otras técnicas requeridas en la composición (Pérez González, 1994). 

https://www.youtube.com/watch?v=zc93Ag1rJrs&ab_channel=Quatuor%C3%89b%C3%A8ne-Topic

De este Scherzo, de sus ritmos sincopados, de acentos de contratiempo, de encabritamientos y recaídas, estoy convencido que proviene la fuente de inspiración del Bambuco. Se ha dicho, sin poder demostrarse, que el Bambuco proviene de una región africana, en donde existe un rio llamado Bambuk; que tiene antecedentes en la tristeza y cadencia del ritmo precolombino; que su métrica —aparición regular de acentos— es similar a la de los valses europeos. Pero no, si se sustituyen los violines, la viola y el chelo de este Scherzo por instrumentos de cuerda criollos (bandola, tiple o guitarra) y se agrega un tambor sonará nítidamente un Bambuco. Y quizá, tema que habrá que estudiar más a fondo, este ritmo lo trajo alguno de tantos mercenarios europeos que se enfilaron en las revueltas y en las guerras de independencia o algún general que hizo sus estudios superiores en Europa y tomó como propio lo escuchado en alguna velada musical. Luego se amalgamó este ritmo con las tradiciones locales armoniosamente.

Este artículo, obviamente, culmina en la pura ficción, con el cual deseaba contribuir a las celebraciones del cumpleaños 250 de Beethoven este diciembre 17, con algo que sonara original. Estoy convencido que Beethoven merece tanto reconocimiento y agradecimiento, que a los estudiosos de la música colombiana los motivará a escudriñar más en nuestros orígenes musicales mestizos no concluyentes.

_______________

Referencias

Beethoven, L. String Quartet No. 8 in E Minor, Op. 59 No. 2, "Razumovsky": III. Allegretto · Quatuor Ébène.  

Lunday, E. (2009). Secret Lives of Great Composers. Secret Lives.

Pérez González, R. (1994). Efemérides Musicales. Radio Bolivariana. Archivos sonoros.

Poggi, A., & Vallora, E. (1995). Beethoven: repertorio completo. Cátedra.

Solomon, M. (2003). Late Beethoven: Music, Thought, Imagination. Univ of California Press.

Rodríguez Melo, M. E. (2012). El bambuco, música “nacional” de Colombia: entre costumbre, tradición inventada y exotismo.

Villegas, F. (2009). De la felicidad y todo eso. Random House Mondadori.

Walden, E. (2011). Beethoven's Immortal Beloved. Rowman & Littlefield Publishing Group.

Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.