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Ciencia

¿Cómo reducir los impactos de la minería en el Chocó?

20/04/2017
Por: Lina Marcela Gallo Benítez - Corporación Académica Ambiental

La minería de oro a cielo abierto en Colombia continua en crecimiento, especialmente en departamentos como el Chocó. ¿Cómo puede aportar la academia a reducir la alteración biológica que se ocasiona en los cuerpos de agua?

Minería Chocó

Medición de variables fisicoquímicas en escenario con 30 años de cese minero de la Quebrada Marcos Diaz.

Un sol inclemente es avivado por el paisaje rojizo de las áreas degradadas por minería en Jigualito, corregimiento del municipio de Condoto en el Chocó. En los adentros de este bosque tropical, la humedad relativa supera el 80%, las lluvias -altas o bajas- son casi incesantes.

Vivir allí, donde la biodiversidad propia del lugar ha sido interrumpida por la acción humana tras la búsqueda del oro, y ser testigo de ese deterioro del territorio, del agua y la vida de los ecosistemas, fue una de las motivaciones de Lady Vargas, ingeniera ambiental y sanitaria, para realizar su trabajo de investigación: “fue un reto hacer esta maestría con el tema que escogí, no solo por su carácter interdisciplinario sino por su relevancia en el ejercicio del diagnóstico y la gestión de un problema ambiental sentido en mi región, como es la minería”, explica.

Su proyecto de investigación evaluó la calidad ecológica de cuatro fuentes hídricas que han sido afectadas por la minería a cielo abierto en Jigualito: se estudiaron escenarios donde la minería está activa y otros en los que se realizó hace cinco, diez y hasta treinta años atrás. Lady y su equipo de trabajo —compañeros y asesores— usaron las algas perifíticas, que son microscópicas y están adheridas a su medio, como indicador biológico.

Fue precisamente el índice de calidad ecológica una de las razones por las que el jurado evaluador de su investigación le otorgó tesis meritoria: “este trabajo permite mostrar a las autoridades ambientales del país que el uso del índice de calidad ecológica es una herramienta adecuada y robusta para la evaluación del impacto de este tipo de actividades y por lo tanto da bases para la gestión de los sistemas hídricos impactados”, precisa el comunicado del jurado.

Recuperar el agua afectada por la minería

Minería Chocó

Zona aguas abajo de quebrada Marcos Diaz con 30 años de cese de extracción minera.

Lady Vargas, nativa de Quibdó, es investigadora del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico — IIAP— desde el año 2008 y su trabajo le ha permitido viajar y recorrer el Chocó Biogeográfico donde hay preocupación por los impactos que genera la extracción de oro.

Las salidas de campo y las caracterizaciones físico-químicas del agua en lugares donde la minería esta activa y donde cesó años atrás le dieron la información suficiente para inferir un hecho pasado por alto: “una vez se acaba la minería y pasa el tiempo el agua se aclara o se reduce la turbiedad, pero eso no quiere decir que el ecosistema se recuperó, que es lo que la gente y los mineros piensan. Ya tengo elementos para decirle a la gente que el daño va más allá de que el agua esté turbia o limpia, lo que analizamos es si ese cuerpo de agua vuelve a prestar los bienes y servicios que prestaba antes de la intervención”, explica.

La recuperación de áreas degradadas por minería se ha enfocado en la reforestación para recobrar la cobertura de la vegetación; sin embargo, no existen suficientes estudios sobre cómo tratar el agua para que vuelva a las condiciones previas a la intervención minera. “En el Chocó tenemos muchas dinámicas sociales asociadas al agua: hay dificultades con el saneamiento básico, con el abastecimiento, la gente hace uso directo de las fuentes hídricas tanto para el uso doméstico como para la alimentación, pues la pesca es la actividad principal que suple esa seguridad alimentaria en las comunidades”, explica.

¿Qué mostraron las algas perifíticas?

Pese a no ser bióloga decidió usar estas algas como bioindicador, con el acompañamiento de la co-asesora de su proyecto, Esnedy Hernández Atilano, doctora en Biología y docente e investigadora del Grupo de Investigación Geolimna de la Universidad de Antioquia. Realizó cuatro muestreos entre mayo y octubre de 2015, tres en épocas de lluvias altas y uno en época de lluvias bajas. Un aspecto que permitió comprender el estado ecológico de los escenarios estudiados fue el análisis de los nutrientes y la temperatura como factores que revelan el cambio en el disturbio (un evento no predecible en un ecosistema que altera las condiciones y relaciones) a través del tiempo. En los ecosistemas donde hay actividad minera vigente los nutrientes son muy bajos y las temperaturas muy elevadas, y a medida que pasa el tiempo comienza a aparecer nuevamente la vegetación y en estos procesos los nutrientes y la temperatura cambian.

Los resultados técnicos de la investigación evidencian que en los escenarios donde es mayor la degradación del hábitat por deforestación, erosión y aumento de la temperatura hay mayor estrés para el desarrollo de las algas perifíticas; a medida que el tiempo va pasando se reduce la contaminación y aumenta la diversidad y riqueza de algas, sin embargo los cuerpos de agua nunca vuelven a su estado inicial.

“Este estudio nos permite concluir que en los escenarios inmediatamente intervenidos se reduce en más del 50% la riqueza y diversidad de las algas perifíticas en relación a escenarios que no han sido intervenidos y a pesar de que durante los primeros 5 a 10 años de cese de la explotación minera se inicia un restablecimiento, los efectos que genera el disturbio se pueden percibir hasta 30 años después de la extracción”.

Reforestar no es suficiente

Minería Chocó

Zona aguas abajo de los vertimientos mineros actuales en la quebrada Jorovivo.

En junio de 2005 el Consejo Asesor de Política Minera recomendó al Estado colombiano en los lineamientos de política sectorial ejercer el rol de promover la actividad minera en el país con el claro objetivo de incrementar la productividad y competitividad en el contexto internacional, teniendo en cuenta las condiciones naturales de Colombia que favorecen dicha actividad; de ahí que la minería se considere el motor de desarrollo nacional.

La actividad minera en el Chocó se remonta al siglo XVII y su técnica extractiva ha ido escalando de artesanal a semitecnificada y tecnificada, lo que implica que cada vez sea mayor la afectación a las fuentes hídricas. La explotación de oro a cielo abierto ha crecido de la mano de los grupos armados: “en Colombia la minería ilegal es del 60%, pero para el Chocó es del 90%, de toda la minería solo hay tres títulos mineros y la demás es ilegal”, advierte Giovanny Ramírez, co-asesor de la investigación y subdirector de investigaciones del IIAP.

A los índices de pobreza e inseguridad alimentaria se suman los efectos de la minería: deforestación, pérdida de vegetación y animales nativos, contaminación del agua y los suelos por sustancias tóxicas como el mercurio, pérdida de la capa vegetal de las riberas y la sedimentación, y alteración de cauces naturales.

¿Qué hacer con los resultados obtenidos en esta investigación? ¿Cómo trascender el escenario académico y llegar a los tomadores de decisiones? Lady se hizo estas preguntas: “lo más importante es que los ecosistemas expuestos a la actividad minera recuperen sus funciones ecológicas, hay que prestarle atención al control de vertimientos, el efecto de ese cambio es drástico, se debe evitar que esa cantidad de sedimentos llegue a los cuerpos de agua y lo más importante evitar que el cauce natural sea modificado porque no hay manera de volver a reconformarlo como estaba”.

Otra recomendación que hace a los mineros y a las autoridades ambientales que regulan esta actividad es realizar exploraciones previas para identificar dónde está el metal: “Esto no se hace en el Chocó y es importante saber dónde está verdaderamente la cantidad de metal que se va a aprovechar y si se justifica que se haga la intervención, además sirve para evitar hacer tantas modificaciones en el ambiente”.

Giovanny Ramírez complementa: “la restauración de áreas degradadas se hace con modelos andinos que se aplican en todo el país, así que desde hace años venimos trabajando en diversos proyectos que nos den herramientas contextualizadas que posibiliten la recuperación de los cuerpos de agua tras la actividad minera. En el Chocó es más importante el agua que el bosque, la gente dice que la proteína animal no le llega, por eso el problema está en los ríos aunque la minería no se haga directamente allí sino en las terrazas”.

Si el daño ya está hecho, la investigación sugiere revisar estudios previos y conocer en qué condiciones estaba ese hábitat antes de la intervención, hacer un dragado que permita eliminar los sedimentos y favorecer el desarrollo de la cobertura vegetal: “más que reforestación es evitar el estancamiento y la modificación del cauce, porque al final lo vegetal crece solo. En cambio el dragado y la reconformación de estos cauces no se da naturalmente”, concluye Lady Vargas.

Para una de las jurados este es uno de los puntos más valiosos del estudio: “si se establece la tasa de sedimentación de cada uno de esos ecosistemas y se conoce cómo se está acumulando ese material particulado, a qué velocidad, qué tiempo de vida útil tiene, se pueden establecer estrategias como obras hidráulicas que posibiliten la recuperación de los ecosistemas”.

Perderse en el río

La cartografía con la que trabajaron en la investigación es de los años 1970 y 1980, y “vimos que ninguna daba en el punto, todos los cauces de los ríos fueron modificados y por eso la gente que se transporta por el río se pierde, ya no reconoce los lugares. No satanizamos la minería y por eso este trabajo es tan importante porque nos da herramientas para reglamentar y orientar esta actividad, esta es nuestra contribución pues sabemos que la minería no se va a acabar”, precisa Giovanny Ramírez.

Lady Vargas es la primera estudiante de la maestría en Ciencias Ambientales en sustentar su trabajo de investigación como parte de un convenio especial suscrito entre la Corporación Académica Ambiental de la Universidad de Antioquia y la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba, para extender esta maestría a la ciudad de Quibdó. La primera cohorte se ofertó en el año 2013 y próximamente se conocerán otros ocho proyectos de investigación.

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