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Academia Ciencia

Coronavirus: dudas, certezas y desafíos de una eventual vacuna

08/10/2020
Por: Stiven Arias Henao- Periodista

Según la OMS, actualmente hay en desarrollo 180 potenciales vacunas contra el SARS-CoV-2. Buena parte de ellas están en ensayos clínicos. Científicos de la Universidad de Antioquia le ponen su lupa a dicho panorama.

Foto: Ed Visoso / Flickr.

Que les brotarían cachos, que les saldrían ubres, que se volverían medio vacas... Surgieron muchos mitos cuando Edward Jenner creó la primera vacuna para uso en humanos en 1796, todo porque su invención para combatir la viruela provenía del ganado. De ahí el nombre de «vacuna». Hoy, más de dos siglos después, hay quienes aún albergan inquietudes sobre las inmunizaciones, y más si se trata de una posible vacuna contra
el SARS-CoV-2.

¿Qué ofrecen las candidatas a vacuna diseñadas para frenar la covid-19? ¿Cómo leer el escenario local y mundial en la búsqueda de la inmunidad?: ¿con el lente del colorido optimismo, el de la diáfana duda o el del sombrío escepticismo? Las voces expertas ayudan a despejar el panorama.

El 9 de septiembre de 2020, la Organización Mundial de la Salud —OMS— inventarió 180 potenciales vacunas en estudio contra el coronavirus: 35 en evaluaciones clínicas y 145 en etapa preclínica. Algunos expertos consideran que esa hazaña sin precedentes dejará capacidades instaladas para enfrentar futuros retos en salud pública, aunque la mayoría de esas vacunas no vean la luz finalmente.

Así lo aseguró María Teresa Rugeles López, docente de la Facultad de Medicina y coordinadora del Grupo de Investigación Inmunovirología de la Universidad de Antioquia. Para Rugeles, lo anterior se debe, entre otras razones, a que cerca del 90 % de las candidatas a vacuna para cualquier enfermedad no completan exitosamente la fase tres de las pruebas clínicas.

No obstante, las pruebas clínicas de varias vacunas para el SARS-CoV-2 han arrojado resultados promisorios. Los ensayos clínicos de fase tres de la vacuna de la Universidad de Oxford —suspendidos el 8 de septiembre para descartar presuntos efectos adversos en un voluntario— ya se reiniciaron, y ninguna otra candidata a vacuna ha insinuado efectos graves, señaló el experto en inmunología y profesor emérito de la Universidad de Antioquia, Luis Fernando García Moreno.

Vacunas: tradicionales vs. novedosas

Entre las técnicas de vacunas tradicionales están las que utilizan el virus entero atenuado o inactivado, pero existe la posibilidad de que estas produzcan enfermedades posvacunales porque el virus quede mal atenuado, o por otras causas —reconoció Rugeles—, mientras que las nuevas vacunas basadas en ADN y ARN parecen más seguras. «En estas últimas se inocula el ARN mensajero para producir la molécula de la espícula o un fragmento clave de la espícula llamado dominio de unión al receptor», explicó García.

La espícula es la proteína clave en el ingreso del SARS-CoV-2 a nuestro organismo. García afirmó que esas nuevas alternativas de vacuna serían muy eficaces y potentes, pues son más específicas porque «bloquear la espícula es bloquear la entrada del virus. Además, esas vacunas usan también un adyuvante, es decir, una sustancia que potencia la respuesta inmune».

En contraste, Rugeles señaló que, al portar solo una proteína del virus, estas vacunas solamente inducirían respuesta inmune contra esa proteína en particular. «En cambio, los métodos de vacunación tradicionales generan una respuesta inmune más amplia, menos susceptible a ser evadida por las mutaciones virales porque emplean el microorganismo completo atenuado o inactivado», agregó.

Por otra parte, de acuerdo con García, los mitos que afirman que las vacunas de ARN son un medio de manipulación genética no tienen sustento científico, pues el ARN del virus no se incorpora al ADN de la persona, y ese ARN es posteriormente degradado en el organismo humano. Varias de las candidatas a vacunas contra el SARS-CoV-2 que la OMS enlista como pioneras se basan precisamente en esas nuevas tecnologías.

Sin embargo, Rugeles admitió que «como aún no se están usando en humanos vacunas basadas en esas técnicas, preocupa que eventualmente puedan promover y agravar la infección en individuos vacunados. Aunque los estudios de fase dos muestran que algunas de ellas sí están induciendo inmunidad, persiste la duda de qué tan duradera y robusta será esta».

Imagen cortesía Daniel Foster, Flickr. 

El reto de la distribución

En todos lados la gente espera el pregón del milenio: «¡Eureka: vacuna para el SARS-CoV-2!». Pero tras el anuncio Colombia tendría que seguir esperando, sugirió Rugeles, quien calculó la aplicación de las primeras dosis en territorio nacional para el segundo semestre de 2021. Y según García, no se puede descartar todavía que la vacuna que salga avante requiera procesos de revacunación anual, como ocurre con la influenza.

Para Paula Andrea Díaz Valencia, investigadora del Grupo Epidemiología de la Alma Máter, el Gobierno nacional debe diseñar estrategias de distribución de la vacuna en armonía con el comportamiento de la pandemia y el riesgo de rebrotes en los diferentes departamentos, y priorizar al personal de la salud y a las poblaciones con mayor predisposición a sufrir los estados más graves de la covid-19. Rugeles se esperanzó en que la inclusión del país en los ensayos clínicos de la vacuna de Johnson & Johnson permita una eventual distribución posterior más expedita de esa vacuna en el territorio nacional.

Sin embargo, para García las negociaciones directas con las farmacéuticas no constituyen la mejor vía, y opinó que Colombia debería adquirir la vacuna a través del Programa Ampliado de Inmunización —PAI— del Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud —OPS—, un organismo subsidiario de la OMS. De hecho, recalcó que, antes de distribuir una vacuna, es preciso que todos los Gobiernos se sometan a que la OMS realice ensayos comparativos entre las diferentes candidatas a vacuna bajo condiciones y parámetros metodológicos claros que sustenten una mejor toma de decisiones.

Más allá de las diferentes valoraciones sobre una determinada vacuna y las posibles vías para adquirirla y distribuirla, los expertos concordaron en que las autoridades gubernamentales y la opinión pública deben informar a la ciudadanía con claridad y transparencia sobre el devenir de la pandemia. Y esa transparencia es una bandera de guerra que el nobel de literatura Albert Camus invocó en su obra La peste, del año 1947. Allí Camus lo dejó claro: la mejor arma para combatir una epidemia es la honradez.

Sobre la vacuna que se probará en Colombia

A través del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales —Pecet— de la Universidad de Antioquia, se evaluará en Antioquia la fase tres de los ensayos clínicos de la vacuna contra el SARS-CoV-2 de Jannsen, una compañía farmacéutica de Johnson & Johnson.

Se trata de un significativo aporte para enfrentar un desafío global a través de una evaluación ética, independiente y con espíritu universitario, aseguró Iván Darío Vélez Bernal, director del Pecet. Vélez resaltó que el estudio fue avalado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos —FDA—, el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos de Colombia —Invima— y el Comité de ética de la IPS Universitaria.

Sin embargo, para el inmunólogo Luis Fernando García, el Gobierno nacional no ha sido totalmente claro sobre los compromisos que el país asumirá en ese estudio. Y también señaló que la información científica publicada sobre dicha vacuna es confusa, pues hasta el 15 de septiembre de 2020 figuraban simultáneamente en el sitio web de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos —NIH, por sus siglas en inglés— varios estudios de la misma vacuna en fases uno,dos y tres, y ninguno de ellos aparecía asociado a Colombia.

¿Cómo se realiza un estudio clínico de vacuna fase tres?

La mitad de los voluntarios recibe la vacuna; la otra mitad, un placebo, es decir una sustancia inerte. La aplicación es aleatoria: ni ellos ni quienes los inoculan saben quiénes reciben una u otra sustancia. Esa información se reserva hasta el final del ensayo.

Más adelante se evalúa cuántos voluntarios se infectaron y adquirieron la enfermedad, tanto entre los vacunados como entre quienes recibieron el placebo. Los hallazgos se sistematizan.

Finalmente se comparan esas evaluaciones con las estadísticas —hasta ese punto del ensayo desconocidas por los evaluadores— sobre quiénes recibieron la vacuna y quiénes el placebo. Es ahí cuando se sabe si la vacuna es efectiva o no.
 

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