Ciencia

Fotografía principal: Rana del género Pristimantis. Fotografía secundaria: Nymphargus rosada. Ambas observadas en la reserva La Selva, Valdivia. Cortesía: Mauricio Rivera Correa.  

La posición geográfica, la variedad geológica y climática de Antioquia hacen que la biota de sus regiones sea privilegiada: diversidad de especies de hongos, plantas y animales, viven en estos territorios que constituyen el 5.6% del área total de Colombia y en particular son habitados por tantas especies de anfibios, que puede afirmarse que es el departamento con mayor riqueza de estos organismos. 

El Grupo Herpetológico de Antioquia (GHA), del Instituto de Biología ha venido evaluando los factores asociados a la historia de vida de las ranas: su composición, su comportamiento, sus interacciones y las amenazas que tienen ante el deterioro y transformación de bosques, quebradas y ríos del Departamento y del país. En este sentido, recientemente se ha sumado una iniciativa de estudiantes de Biología: el Semillero de Investigación en Biodiversidad de Anfibios (BIO), de la Seccional Oriente.

“Constantemente se escuchan palabras que enaltecen la biodiversidad de las regiones antioqueñas, pero ¿qué tanto conocemos los organismos que la habitan? En cuanto a anfibios es más lo que se desconoce que lo que actualmente conocemos”, declara el profesor Mauricio Rivera Correa, quien ha dedicado su vida académica al conocimiento e investigación de los anfibios.

Con el objetivo de estudiar y documentar las especies de ranas que habitan el Departamento, actualmente el profesor Mauricio lidera el Semillero BIO, que con el apoyo del GHA, ejecuta el proyecto Código de Barras de ADN: Aproximación a la diversidad molecular de Anfibios del Norte, Oriente y Suroeste del departamento de Antioquia, apoyado por la convocatoria CODI 2017, desde el cual se estarán investigando los anfibios que habitan los municipios de El Carmen de Viboral, La Unión, Jardín, Andes, Yarumal y Valdivia.

Hace dos semanas se realizó un premuestreo en la Reserva La Selva de la Corporación Salvamontes, ubicada muy cerca al Alto de Ventanas, en Valdivia, la cual está conformada por un consorcio de profesionales y activistas que conservan una porción de bosques en los que no se habían dado exploraciones sistemáticas en búsqueda de anfibios. 

“Estamos recolectando información para generar un inventario que incluya datos de la genética, el comportamiento y la bioacústica de los anfibios que vayamos encontrando. El monitoreo de las vocalizaciones (cantos) de las especies contribuyen a determinar aspectos de las comunidades biológicas que habitan los bosques y nos puede ayudar a inferir aspectos relacionados con su estado de conservación y las variaciones a lo largo de diferentes periodos de muestreo”, explica el profesor Mauricio, quien considera que la primera acción necesaria para la conservación de las especies es conocerla mediante inventarios primarios.

La mayor parte de los anfibios que se han identificado en las regiones antioqueñas es del género Pristimantis, cuyas especies no requieren charcos ni quebradas para su reproducción, ya que depositan los huevos tanto en hojarasca, como en troncos y bromelias, principalmente al interior de los bosques; por lo cual se ha dado su gran diversidad. Sin embargo, desde la investigación aún se requiere profundizar en aspectos como su taxonomía, historia natural y evolución, por ello está dada la posibilidad de que existan en este grupo especies aún no descritas y, por tanto, desconocidas para la ciencia. 

Los anfibios son indicadores del bienestar de un hábitat, como lo explica Rivera Correa: “en el caso de los bosques, si las ranas no acuden a estos, se tiene una señal de alerta relacionada con una sequía, una aridez o una enfermedad; además estas son especies moderadoras de plagas”.

Inventariar para proteger los recursos que quedan

Fotografía tres: Magnolia Polyhypsophylla o de Ventanas. Fotografía cuatro: Flor de magnolios Cortesía: Corporación Salvamontes Colombia.

Los integrantes del semillero comenzaron la fase de muestreo en la Reserva La Selva, de Valdivia, donde se conservan los últimos 32 individuos de la Magnolia polyhypsophylla (o Magnolia de Ventanas) del planeta. 

Estos son árboles de más de treinta metros de altura, pertenecientes a la familia Magnoliaceae, que tienen más de 70 millones de años de evolución. La mayoría de sus variedades están distribuidas en todo el planeta, pero Colombia es el segundo país donde más especies de esta familia viven: cerca de cuarenta, todas en peligro de extinción.

“En estas reservas viven por ejemplo la Magnolia yarumalensis, común en otros municipios de Antioquia; y la Magnolia guatapensis, endémica de Guatapé, de donde se cree que ya se extinguió. Los únicos 40 individuos de esta variedad viven en el Alto de Ventanas y están categorizados por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especies en peligro de extinción”, explica Mauricio Mazo, líder y guardián de la Reserva, cuya misión consiste en lograr la protección de cerca de 23.500 hectáreas de bosque entre Yarumal y Ventanas, y la siembra de 3.000 magnolios en estos predios.

Como la recolección de semillas de Magnolia polyhypsophylla es compleja, Mauricio Mazo creó un sistema integrado por una cápsula de alambre y malla, y un brazo mecánico para instalar las rejillas desde seis o siete metros de distancia; así recoge las semillas para perpetuar la especie, ya que los animales al consumirlas no garantizan la dispersión natural ni germinación de semillas.

Acercarse a estas reservas es una oportunidad para que los estudiantes asociados al Instituto de Biología puedan tener espacios de investigación para sus proyectos de pregrado. Según Rivera Correa: “con los tejidos de los anfibios podemos observar la diversidad molecular de estos bosques y la diversidad genética de estos organismos, todo esto nos permite reconocer especies y generar iniciativas de conservación”.

A través de equipos especializados se grabaron las vocalizaciones de las ranas, esta información se procesará por medio de varios software que permiten analizar los diferentes cantos, y con ello, las variaciones de cada especie, para encontrar pistas sobre la historia evolutiva y las relaciones de los individuos existentes. 

Hasta el momento se conocen 810 especies de ranas en Colombia y el 35% de ellas están amenazadas por efectos de deforestación causada por agricultura, ganadería y minería, entre otros factores. Antioquia es el departamento más rico en estos anfibios, en sus regiones viven un número de ranas similar al de todo el país de Costa Rica, que es reconocido como uno de los que más anfibios alberga.  

“La relación de la Universidad con estas reservas permite el desarrollo de proyectos de investigación que contribuyen a generar sólidos  argumentos científicos en pro de políticas públicas de conservación”, enfatiza Rivera Correa, quien advierte que además del trabajo con anfibios, allí se requieren diversos estudios botánicos, entomológicos, mastozoológicos y ornitológicos entre otros.

La protección de estas áreas es necesaria, son los relictos del Norte de un departamento ampliamente modificado; estos bosques no solo constituyen una fuente de biodiversidad, sino que prestan grandes servicios ecosistémicos a la sociedad: son el reservorio del agua que consumimos en los municipios y de su bienestar depende nuestra supervivencia.