Opinión

“Los impulsos tendientes a crear o acentuar divisiones, deberían ser atemplados y reemplazados por el espíritu de conciliación”     Indira Gandhi

Desde mi oficina se puede observar la procesión de estudiantes, docentes y personal administrativo. Mi oficina está ubicada frente a una portería y desde allí  los veo y pienso que entre ellos también deben ir los visitantes, asustados por las alertas de evacuación de la sede universitaria en la tarde del día de hoy 12 de marzo.

Mientras unos se marchan, otros continuamos con nuestras labores, aguantando el ardor en los ojos y en la piel por los gases, la inevitable sensación de tos y también el pánico porque no sabemos que vendrá después. 

Se sabe que “el Esmad interrumpió la “Marcha sin Rostro” organizada por los estudiantes, antes de llegar a la Facultad de Enfermería para que no se refugiaran ahí”, anunciaba por el chat un compañero. 

Más tarde, en la oficina se rumora que están evacuando la zona de comidas entre los bloques 21 y 22, mejor dicho todos los negocios cerraron.  

Por una directriz estratégica para el tema de las evacuaciones que surgen por los disturbios en ciudad universitaria, nosotros no salimos hasta que suene la alarma telefónica de evacuación: “Alerta Roja, evacuar la sede sin correr”, sin embargo en esta ocasión no sonó. 

Así, mientras el Estado dio la alerta amarilla por los 9 casos del Coronavirus (COVID 19), registrados en el país hasta el día de hoy, para tomar las debidas medidas de precaución a fin de evitar la propagación del virus, el Alcalde de Medellín, convoca al Esmad para que esté al tanto de la “Marcha sin Rostro” programada por los universitarios el día de hoy.

Desde el año anterior los colombianos hemos sido testigos de los desmanes que produce en el país una simple marcha pacífica, que es una manifestación ciudadana que surge de la inconformidad de un grupo de ciudadanos valientes que salen a representar al pueblo que no le toca más de otra que aguantar.

Pero la fuerza y entusiasmo de los que marchan y protestan se desvirtúa siempre por los encapuchados y las papas bomba, máxime cuando el Alcalde dio la orden de que en caso de disturbios debe intervenir el Esmad y atravesar el umbral de la Alma Mater para "supuestamente" protegerla. 

Recordemos que por siglos han existido las protestas, así como los períodos de crisis en las universidades públicas en todo el país, pero la actual situación es la peor que ha existido en los últimos años. Es inconcebible todo lo que está sucediendo en nuestro territorio y que triste es ver que la libre expresión de los más versados esté siendo desvirtuada por la bota militar y las amenazas.   

Por otra parte, hay que considerar que esta semana organizaciones estudiantiles y profesorales fueron víctimas de amenazas y con nombre propio varios líderes de la Universidad de Antioquia, así como los sindicatos y hasta Cooprudea. Nos hemos preguntado por qué a Cooprudea si es una Cooperativa, ¿qué tiene que ver con liderazgo político o será por el hecho de haber sido creado por los profesores de la U?  Estamos dolidos igualmente por el atentado a la profesora Sara Fernández, que se salvó de milagro. 

Además, quisiera hacer un llamado a la conciliación y a la concordia para que la Institución continúe libre de toda esta desazón que está generando últimamente la absurda intervención del Esmad, las amenazas a los miembros de la comunidad universitaria y la idea de derribar las mallas de seguridad.

Por último, quisiera mencionar en esta reflexión la importancia de la normalidad académica. ¿Cuándo van a reiniciar las clases los estudiantes y los docentes? ¿No creen que esa sería la mejor forma de retomar la paz a la Universidad?  

Si existen intereses creados para cerrarla, ¿ustedes van a permitir que eso suceda? Vengan y reúnanse con el Rector, con el Comité Rectoral, con el Consejo Superior, con el Alcalde, con el Secretario de Educación o con quien tengan que hacerlo y arreglen esta situación que se percibe como un conflicto de poderes y que está tomando rumbos inciertos para muchos estudiantes inquietos por tener normalidad académica, especialmente los que son de otras regiones.

Los empleados solo somos actores pasivos y testigos de todo este conflicto y vemos con preocupación cómo apenas hace dos años que se desajustó el calendario académico en la Universidad por los paros y que nuevamente esto está pasando, además de las otras situaciones que son más políticas que académicas, que sin duda se conjugan plenamente y que han generado desazón e incertidumbre en toda la comunidad.

Nota