Opinión

La crisis que se presentó sobre el área de influencia del megaproyecto Hidroituango en los últimos días, ha generado en Antioquia dos tipos de reacciones extremas y una intermedia.

Por un lado, están aquellos que afirman es imperativo defender “a EPM como patrimonio de los antioqueños” o en otras palabras “rodear a EPM”¹.  Los defensores de esta tesis entienden lo sucedido como una tragedia natural cuya principal víctima es la empresa pública más prestigiosa de los antioqueños. A las comunidades las consideran “afectadas” y a la empresa su salvadora, en la medida en que inundaron “responsablemente” la casa de máquinas para controlar el daño.

Los defensores de esta visión han acuñado frases como “EPM estamos contigo” o “Fuerza EPM”, tal como se leía en los carteles que llevaban los mentores del proyecto en su visita de “apoyo” a Hidroituango el pasado fin de semana. La  reacción de este sector es similar a la que se daría  en cualquier tragedia natural, es decir, arropar a  las víctimas. Si la víctima es Empresas Públicas de Medellín en cabeza de su gerente el ingeniero de sistemas De la Cuesta ¿quién es el victimario?. No hay otro que el Río Cauca, como han señalado cáusticamente en redes sociales quienes están en la otra orilla de la opinión.

Uno de los momentos más emotivos para quienes comparten esta visión, fue la semana pasada cuando los empleados de EPM abarrotaron una zona del “Edificio Inteligente” y ovacionaron al gerente egresado de EAFIT. Lo estaban “rodeando” en tanto víctima.

El intermedio lo quiso representar el columnista Pascual Gaviria, que en este y otro universo de temas también está en el Centro. En su columna del 15 de mayo titulada “Celebrar los males”² , quiso ponerse en medio de “el regionalismo más ruin y el ambientalismo más frívolo y con menos luces”. Sin embargo, en el resto del texto no cumplió con su prometida equidistancia se fue con toda a defender la empresa víctima y a ridiculizar ad absurdum a los críticos de la gestión de EPM tachándolos de ambientalistas light adictos a la tecnología.

Prosiguió calificando como primitivistas a los críticos de HidroItuango por no entender la ventaja comparativa que tenemos para producir energía hidroeléctrica, así esta sea cara y dañina ambientalmente. Culminó su pieza de centrismo empresarial, estigmatizando y burlándose de una organización social que junto con otras han señalado desde el inicio de la obra la impunidad que implicaría la inundación de un territorio donde se hicieron decenas de masacres.

Se pregunta entonces el columnista: “¿Pero ahora ha resultado que una sola organización, minoritaria en muchos temas y sectores, representa a los más de 150.000 pobladores de los 12 municipios. Y pide que se oiga a las montañas y al agua de los ríos, que se escuche su voz cavernosa. Pero a las montañas les queda difícil acudir al trámite de las licencias ambientales”. Muy propio este razonamiento del “centro” en Colombia. Ese que no polariza pero está presto a señalar a quién toma posición.
      
Uno de los textos críticos al desastre ambiental y empresarial, fue el del escritor y profesor de la Universidad de Antioquia Pablo Montoya, publicado el 21 de mayo en Arcadia. Desde el título queda claro cuál es su tesis: “Hidroituango: la vergüenza de la pujanza empresarial antioqueña”³.  Para el premiado escritor, lo sucedido constituye el último eslabón de una cadena de intervenciones desastrosas de la otrora prestigiosa élite regional.

La debacle de Hidroituango sumada a la crisis del aire, la “arrasadora” burbuja inmobiliaria, las alianzas con la ilegalidad y los edificios construidos con materiales obsoletos, constituyen “el desbordamiento completo de la irresponsabilidad, la improvisación y la arrogancia con que estas gentes siguen manejando el rumbo de nuestro desequilibrio social”.

En contravía del racionalismo frío del periodista Gaviria, se pregunta el escritor Montoya: “¿Le pidieron permiso al río Cauca para hacer su gigantesca y aparatosa obra? ¿Le pidieron permiso a la tierra para horadarla? ¿Le pidieron permiso a las comunidades nativas para intervenir en sus territorios?”

El ganador del Rómulo Gallegos termina su artículo haciendo un llamado a “pronunciarse con fuerza” contra ese desastre y sus causantes que para él no es el río Cauca, sino aquellos dirigentes para quienes “lo principal son las finanzas aunque digan, repetidamente, que su preocupación es el bienestar y la felicidad de los ciudadanos”.

Estos tres tipos de reacciones se enfrentan conflictivamente en el espacio público antioqueño. Representan lo que somos. 

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¹Alcalde de Medellín pide rodear a EPM. https://www.youtube.com/watch?v=OIStCFTiNLQ

²Celebrar los males. https://www.elespectador.com/opinion/celebrar-los-males-columna-755884

³Hidroituango: la vergüenza de la pujanza empresarial antioqueña. https://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/hidroituango-tragedia-medellin-antioquia-pablo-montoya-critica/69330

Nota

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