Opinión

A mediados de la década de los 90 y los primeros años de la década del 2000, la República de Irlanda experimentó un crecimiento económico sin par en el hemisferio occidental, con tasas de crecimiento real promedio del 8%, y en algunos años, con tasas superiores al 10%. Los únicos países con tasas de crecimiento similares en aquella época se encontraban en Asia del este.

El boom económico que tuvo Irlanda durante esos años desencadenó un gran interés por estudiar este caso, conocido como el Tigre Celta, y por determinar cuáles fueron sus causas, ¿era sostenible tal desarrollo? y más importante aún, ¿era este un caso replicable? El interés que esto despertó, se debe a que un país como Irlanda, con una economía hasta entonces estancada, con un PPP que variaba entre el 58% y el 70% respecto al de sus pares europeos, con tasas de desempleo de hasta el 16%, y que estaba saliendo de un conflicto armado que duró varias décadas (culminando en el Acuerdo del Viernes Santo de 1998), dio un vuelco total a su economía en unos pocos años.

Este boom no tuvo una única causa, sino que fue el resultado de una combinación de diferentes factores a lo largo del tiempo que permitió que este fenómeno se diera en Irlanda. Entre los factores comúnmente mencionados, se encuentra que había una estabilidad macroeconómica basada en la consolidación monetaria y fiscal del Estado; que a finales de los años 80 se dio un Acuerdo Social en el que los sindicatos aceptaron un crecimiento restringido de salarios a cambio de un recorte de impuestos y mayor participación política;  por otro lado, se recibían subsidios de la Unión Europea; una alta inversión extranjera directa, motivada por las bajas tasas de impuestos corporativos; una gran oferta de trabajadores altamente capacitados y listos para ingresar al mercado laboral; y la finalización de un conflicto armado que se extendió por aproximadamente tres décadas. (http://www.economist.com/node/3261047) (http://www.tcd.ie/Economics/staff/dmcleese/Web/mcaleese.pdf)

Considerando las múltiples causas que son atribuidas a este milagro económico, la educación es considerada como uno de los factores de mayor importancia. Róisín Battel, de University of East London, menciona que una de las bases más importantes para el éxito del desarrollo económico irlandés se originó a finales de los años 60, cuando se decretó el acceso gratuito a la educación en los diferentes niveles. Este acceso universal a la educación generó que hoy en día, Irlanda tenga un población altamente capacitada (http://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/0162243902238497). Por su parte, el Profesor Dermot McAleese, ex-decano de la Facultad de Negocios de Trinity College Dublin, expresa: “Mi conclusión es que la educación no causó el boom, pero el boom no hubiera podido adquirir momentum y sostenerse sin esta” (http://www.tcd.ie/Economics/staff/dmcleese/Web/mcaleese.pdf). La revista The Economist menciona que uno de los mayores atractivos que tiene Irlanda es su mano de obra altamente capacitada y lista para trabajar, en la que se incluyen científicos, ingenieros y profesionales en negocios (http://www.economist.com/node/3261047).

La sociedad colombiana no fue ajena a preguntarse si este caso de éxito se podría replicar en el país. En marzo de 2008, el gobierno colombiano envío a una delegación “para conocer estrategias aplicadas por este país en materia de competitividad y crecimiento económico” (http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/article-154188.html), y en febrero de 2017 el presidente de Irlanda visitó Colombia para compartir las lecciones aprendidas del proceso de Paz que se llevó a cabo en ese país (http://www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/presidente-irlanda-michael-d-higgins-fue-recibido-colombia-viceministra-relaciones).

En Colombia, el interés por replicar el modelo irlandés de desarrollo económico es justificado al comparar la situación de posconflicto que se está viviendo. Sin embargo, cuando se comparan las políticas de Estado queda claro que, durante los 30 años previos al boom irlandés, la inversión en educación en todos los niveles había sido una prioridad, lo que permitió que en un lapso de 9 años (1988 a 1997) la economía irlandesa pasara de ser un fracaso a un modelo de economía moderna  basada en conocimiento (http://www.economist.com/node/3261071), por lo cual, ahora se encuentra catalogado como uno de los países más ricos y con mejor calidad de vida de la OCDE.

Por el contrario, la inversión en educación en Colombia no ha sido una prioridad, es más, actualmente tiende a reducirse. Esto se puede observar en los niveles de educación máximos alcanzados. De acuerdo con las estadísticas presentadas por la OCDE en 2015, en Irlanda el 27% de la población con edades entre 55 y 64 años tenía educación terciaria, valor similar al promedio de la OCDE, mientras que para Colombia este valor sólo llegaba al 15%. Cuando se revisan los rangos de edades entre 35 y 44 años y entre 25 y 34 años, se ve que Irlanda alcanza niveles del 51% y 52%, rangos 10% superiores a los del promedio de la OCDE; mientras que Colombia alcanza niveles del 23% y el 27%. Este nivel de educación para personas menores de 44 años refleja la inversión continua en educación que realiza Irlanda desde hace 50 años, lo que permitió que el país estuviera preparado para crecer cuando los demás factores macroeconómicos confluyeron. La pregunta que me queda es: ¿estaremos preparados para aprovechar las oportunidades cuando los factores macroeconómicos confluyan para Colombia?

Finalmente, en estos tiempos de inversión económica en la paz y el posconflicto, me viene a la mente una efímera conversación que sostuve con el profesor John Turner del Dublin Institute of Technology, donde él me decía que no entendía por qué en Colombia recortábamos el presupuesto en ciencia y tecnología, si la inversión en educación es la inversión en la paz.

Nota

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