Opinión

Los profesores son seres humanos que escogieron, dentro de su gran número de opciones, generar, promover, compartir e impartir conocimiento. Nuestros profesores son un grupo de personas que llevan al máximo su vocación de servir, pero que además llevan a cada rincón el nombre de la Universidad de Antioquia, y por eso, merecen todo el reconocimiento institucional y social.

Es tradición celebrar esta fecha con la Distinción a la Excelencia Docente, y quiero aprovechar el momento para que nos preguntemos ¿cuál es nuestra responsabilidad como profesores? ¿qué tipo de jóvenes profesionales queremos formar? Y en ese sentido ¿cuál es el papel de la Universidad de Antioquia?

Más allá de enseñar conocimiento el papel del profesor tiene que ver con ese deseo constante de aprender, de reflexionar y de retarse, para incitar en el estudiante la curiosidad de buscar más, estimular en él su deseo de entender los fenómenos asociados al conocimiento, y que todo esto lo ayude a comprender mejor la realidad.

Las actitudes, aptitudes, perfiles, habilidades y modos y formas de comunicación de las nuevas generaciones de estudiantes evolucionan rápidamente, planteando numerosos retos a las universidades, y en particular a los profesores. Debemos escuchar a nuestros estudiantes, buscar maneras de acércanos a ellos, para saber sus expectativas, sobre su sentir acerca de la formación, el entorno universitario y su visión.

En una sociedad como la nuestra, con múltiples problemas sociales, necesitamos profesionales que sean modelo, que, desde nuevos liderazgos, construyan ciudadanía y apliquen los conocimientos adquiridos con principios éticos y humanos, teniendo como meta un mejor país.

Como respuesta, necesitamos grandes promotores de la circulación y transferencia de conocimiento, dignos modelos para imitar, hombres y mujeres que como profesores estimulen un pensamiento crítico y humanista en sus estudiantes. Universitarios que inspiren, que dialoguen con sus pupilos, que asuman su rol con alegría y que se sientan orgullosos de ser parte de nuestra querida Alma Mater.

Todo esto nos lleva también a reflexionar sobre el papel que como Universidad tenemos en la cualificación y en la formación de profesores. Porque, por un lado, debemos cultivar un cuerpo docente con altos méritos académicos, comprometido con las funciones misionales de la Institución, que se constituya como una masa crítica que le hable al país, a la región y la propia Universidad.

Y en segundo lugar, pero no menos importante, somos formadores de nuevas generaciones de profesores. Tenemos una Facultad de Educación, que en sus 64 años formando maestros es reconocida por sus aportes y reflexiones a partir del estudio de problemáticas relacionadas con la educación, la formación, la enseñanza, la instrucción y el aprendizaje.

Los primeros 120 matriculados iniciaron sus actividades académicas en procura de su profesionalización como los primeros Licenciados en Ciencias de la Educación formados en Antioquia. La Facultad de Ciencias de la Educación, la cuarta en el país y la primera en el Departamento, emergió en 1954 como institución pedagógica que ha sabido evolucionar. Ahora, con su oferta de maestría y doctorado en educación, pretende estimular los estudios científicos de la educación, en el ámbito disciplinar, pedagógico, curricular y didáctico.

Están también la Facultad de Artes, la Escuela de Idiomas y los institutos de Filosofía y Educación Física que, en conjunto con la Facultad de Educación, suman 17 licenciaturas. En 1997, llegamos a Turbo con la Licenciatura en Educación Física, y emprendimos un camino de formación de licenciados en las subregiones del Departamento, que se materializa en grandes aportes a la educación básica en Antioquia ¡Qué responsabilidad y qué orgullo!

Hoy reconocemos el trabajo de tres grandes profesores. Angélica María López Velásquez, distinguida en el área de las ciencias exactas y naturales, ciencias económicas e ingeniería. Wber Orlando Ríos Ortíz, distinguido en el área de la salud. John Jairo Gómez Montoya, en el área de ciencias sociales, humanas y artes. Ellos representan hoy a todos nuestros profesores, son el reflejo de lo que significa se profesor de la universidad pública más importante del departamento.

Como Universidad nos corresponde seguir apoyando a nuestros docentes, fortaleciendo los espacios de cualificación e intercambio de saberes. Fomentando la participación, el estudio y la discusión de fenómenos y problemas internos y externos, y la formulación de políticas públicas relacionadas con educación; para que sean escuchados por la sociedad y puedan tener un papel más protagónico en la vida de sus estudiantes, de la Universidad y de la sociedad en general.

Uno de los intangibles más valiosos que tiene la Universidad y que aportan a la construcción de paz, son sus valores. El humanismo, la tolerancia, el pluralismo, la universalización del conocimiento, el diálogo argumentado, la participación, la defensa de lo público, la igualdad, la equidad y la solidaridad; pilares que nuestros profesores deben irradiar a la sociedad.

Educar es un acto maravilloso de generosidad, de amor y valentía, gracias a quienes entregan su vida para dejar huella en sus alumnos. Que fomentan la imaginación y la creatividad, en búsqueda de la libertad. Citando a Paulo Freire: “La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”.