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Foto principal: Frey Joany Giraldo, máximo anotador de Sapo. Foto del tercer lugar: equipo Saponator. Foto del primer lugar: equipo La imprenta. Foto del segundo lugar: equipo Los Gigantes de Acero. Cortesía Fredy Alonso Ramírez. 

Es el mediodía de un jueves de inicios de agosto. Una multitud de empleados se aglomera en los balcones interiores del bloque 22 para observar a sus compañeros y hacer fuerza en cada lanzamiento de los aros, para que sumen puntos o se introduzcan en la boca del sapo.

La ansiedad se apodera de algunos asistentes y participantes. En el primer cotejo estuvo en juego la medalla de bronce, que se le da a quien obtiene el tercer lugar. El ganador fue el equipo Saponator, que con su triunfo de 610 puntos sobre los 555 de Los Lanzadores, reventaron en gritos de júbilo. Los abrazos no faltaron al momento de celebrar. De otro lado, la resignación del equipo derrotado contagió por un momento de tristeza a varios de los presentes. 

Hay quienes le atribuyen el origen del juego del sapo a una antigua leyenda inca. En esta cultura imperial indígena, los sapos eran venerados por sus poderes mágicos. En los días festivos se arrojaban piezas de oro en los lagos, y si un sapo saltaba y se comía la pieza, este se convertiría en oro y se le concedería un deseo al tirador. 

El juego de la rana (en España), juego del sapo (en Perú y Ecuador), tiro al sapo (en Bolivia), 'Pukllay Sapu' en quechua o simplemente sapo (en Colombia), es un juego de lanzamiento de precisión en donde se intenta introducir discos de hierro en los múltiples agujeros que existen en la mesa de madera, o mejor aún, en la boca de un sapo de aluminio y así obtener mayor puntaje.

Después de conocer qué equipo ocuparía el tercer lugar, se jugó la gran final entre los equipos La imprenta y Los Gigantes de Acero. El público silencioso contribuyó con la concentración de todos los lanzadores, quienes tenían su mirada fija en la boca del sapo para lograr bastantes puntos, alcanzar el primer puesto y así doblegar a sus oponentes, sus rivales de turno, que en realidad, fuera del campo de batalla dominado por el rey sapo, son compañeros y amigos.

La tensión y la emoción afloran en el segundo piso del bloque 22, el gran campo de juego del sapo. A propios y extraños les encanta ver cómo vuelan las argollas doradas hacia la boca del anfibio plateado, escuchar el campaneo de los bronces cuando impacta en el cuerpo del batracio y aquel sonido leñoso de los cajones cuando los aros se embocan, tan especial como el que producen las bolas coloridas del billar pool cuando caen en las buchacas.

“Campeoooón, campeoooón, La Imprenta es Campeón”, es el grito de La Imprenta tras derrotar 670 puntos por 460 a Los Gigantes de Acero. La gesta de Fáver López Álvarez, Julián Arlex Estrada Trejos, Jesús Antonio Bedoya, John Jairo Montoya Vargas, Jairo León Gaviria Osorno y Julián Enrique Sierra, quienes integran esta nómina vencedora que se bañó de gloria, pasará a la historia del deporte recreativo en la Alma Máter.

Este juego tiene algo extraordinario y especial, y es que puede jugarse sin importar el estado físico, si se tiene más de setenta  años o si se cuenta con una prominente barriga cervecera. Para practicarlo no importa el género ni la estatura, no interesa estrato social o filiación política o religiosa, solamente se debe contar con buena puntería y ya. 

Y si vamos a hablar de puntería, cabe resaltar el tino de Frey Joany Giraldo García, quien pertenece al equipo Los Gigantes de Acero, quien con su pulso infalible se convirtió en el máximo anotador de puntos; 2260 dianas lo hacen acreedor del “guante de oro”, pues en el fútbol el máximo anotador es el “botín de oro”.

Termina el campeonato 2017-1 con un dejo de ansias para que rápidamente comience el torneo 2017-2. Quienes aman esta disciplina recreativa y lúdica no ven la hora de volver a la cancha a medir su concentración y puntería.

Es grande el apogeo del sapo en la Universidad, juego emocionante en sus finales, debido a lo cerrada de la competencia sana en la que se trenzaron los duros del sapo.