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“La violencia obstétrica es el trato deshumanizado dado a las mujeres durante embarazo, parto y postparto. En ocasiones está relacionada con la medicalización del proceso fisiológico del alumbramiento”, explica Diana Patricia Molina Berrío, magíster en Salud Pública e investigadora del proyecto 'Significados sobre la atención del parto en los servicios de salud de Medellín'.

En su estudio, los investigadores observaron dos tipos de maltratos; los de orden físico, asociados principalmente al momento del parto, que tienen que ver con el uso de fórceps o con cortes e incisiones innecesarias a la hora de alumbrar al bebé, prácticas que están expresamente prohibidas por la Organización Mundial de la Salud, OMS, y los de orden psicológico, que tienen que ver con la no atención de las necesidades emocionales de la madre, por lo general están ejercidos de manera sutil: “Muchas mujeres dicen que les informaron antes del parto que tenían que portarse bien, no lamentarse o no gritar, a pesar del dolor, para obtener una mejor y más pronta atención”, narra Diana Molina.

¿Por qué no se habla de violencia obstétrica?

Según la investigadora Molina, este es un tema difícil de abordar, ya que hay sectores de la medicina que se niegan a aceptar su importancia: “a algunos profesionales de la salud no les gusta que se hable de violencia obstétrica y, por lo general, es porque no dimensionan que está determinada por las mismas inequidades que se dan en los sistemas de salud, que no garantizan las condiciones para que el médico pueda atender de la mejor manera a sus pacientes”.

Los estudios del grupo Gisame señalan que las carencias de las condiciones laborales del personal de salud inciden en la falta de calidad en la atención de madres gestantes. Según los investigadores, se requieren cambios estructurales en el sistema para erradicar estas prácticas y se debe reforzar el compromiso ético del personal de salud. 

"Los médicos y las enfermeras se ven enfrentados también a situaciones estresantes, como la escasez de tiempo y recursos que garanticen la calidad a la hora de atender a sus pacientes. Ese malestar se acumula y termina llegando a la destinataria: la madre", explica Diana Molina. 

De acuerdo con Juan David Arango Urrea, miembro del grupo Gisame, existe una lógica de mercantilización del sistema de salud, que ha llevado a que distintas Instituciones Prestadoras de Servicios, IPS, cierren sus servicios de maternidad por considerarlos poco rentables, colapsando así la red materno-infantil en Medellín. 

En su investigación, titulada ´Significados del personal asistencial en el proceso del parto, sobre las relaciones establecidas con las madres durante la atención, en algunos servicios de salud de la ciudad de Medellín para el año 2015 – 2016´, Arango Urrea evidencia que en la capital antioqueña hay tres hospitales que concentran la mayoría de los servicios que otras instituciones han dejado de prestar, factor que afecta la calidad de la atención a las madres gestantes. 

Uno de los profesionales que participó en esta investigación, cuyo nombre está reservado, expone la problemática: “la clínica se mantiene llena, no damos abasto y el sobrecupo es cada vez mayor. La atención en urgencias es cada vez más demorada, el triage es muy demorado, y pueden transcurrir hasta 18 horas para una atención”. 

A esta situación, que involucra a los profesionales de la salud y afecta a las mujeres, se le suma la falta de debate y publicaciones que aporten soluciones. Aunque la violencia obstétrica ha sido investigada en países como Ecuador, México, Venezuela y Argentina, en Colombia los estudios científicos al respecto son escasos. 

Una deuda con las mujeres gestantes

Para Molina Berrío, el tema debe comprenderse desde las relaciones de poder. "Todas las relaciones humanas son de poder y en ese sentido se dan los abusos. En algunas ocasiones el personal médico, al saberse atendedor de los procesos de maternidad, quiere imponer o controlar su curso: y así se da la violencia obstétrica”.

Por su parte, los médicos Laura Victoria Enciso Chaves, Carlos Enrique Yepes Delgado y Ximena Briceño Morales, en un estudio para la especialización en Ginecología y Obstetricia de la Universidad de Antioquia señalan, tal cual lo sintetiza Enciso Chaves, que “la condición humana de los profesionales de salud no les exime de la vinculación ética con los pacientes; por lo que ante el actual sistema de salud deben trabajar por la protección del individuo”. 

Por eso, no es gratuito que en el quinto Objetivo de Desarrollo del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas se plantee el mejoramiento de la salud materna como uno de los principales retos de la humanidad. 

Además, a través de los artículos 43, 49 y 50 de la Constitución Política de Colombia, se dispone el derecho a que las mujeres gestantes y sus hijos reciban los cuidados médicos pertinentes para que se garantice su acceso derecho a la salud.
 
De otro lado, la declaración sobre 'Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud' de la OMS, dice que todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud, “que incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación”.

Aunque existen políticas públicas internacionales e instituciones como la Red Latinoamericana y del Caribe para la Humanización del Parto y el Nacimiento —Relacahupan—, los investigadores señalan que en el país apenas comienza a discutirse esta problemática. 

“Se tiene una deuda histórica con la protección de los derechos fundamentales de los niños y las mujeres”, enfatiza Molina Berrío. Para el grupo de investigación, es clave la construcción de políticas públicas focalizadas en la calidad de la atención de la salud materna, que cuenten con el respaldo de universidades y gobiernos. A eso dedicará su estudio, atención y esfuerzo en los próximos años.

El tema plantea el reto de mejorar la equidad para las mujeres y de humanizar el sistema de salud para que las mujeres gestantes sean atendidas con respeto y calidad, y para que sus hijos nazcan en condiciones dignas. Como dice Michel Odent, médico obstetra francés: “Para cambiar el mundo, es preciso cambiar la manera de nacer”.

Video relacionado 

Como parte de la investigación realizada por el grupo Gisame, se presenta este video en el que algunas mujeres y profesionales de la salud reconocen la ocurrencia de la violencia obstétrica durante la atención del parto y explican algunas razones para que esto ocurra.

Parir, del sueño a la realidad. Madres Gestantes. 2018.