Sociedad

Fumigación aérea. Imagen libre de derechos de uso. 

La lucha en contra de los cultivos ilícitos en Colombia y específicamente el cultivo de coca, ha sido asunto de discusión en los últimos gobiernos. El debate se avivó cuando el mandatario de EE.UU., Donald Trump, aseguró que el gobierno colombiano tenía poco interés en controlar la salida de esta droga a su país, lo que dio pie a que la sociedad se preguntara si la solución es devolverse cuatro años atrás, a la fumigación con glifosato de los cultivos de coca.  

La Organización de la Naciones Unidas monitorea los cultivos de coca empleando imágenes del sensor Landsat 8, el cual tiene un ciclo de repetición de 16 días. Las imágenes satelitales analizadas cubren todo el territorio nacional, excepto San Andrés y Providencia. Estas imágenes son utilizadas para hacer el recuento de las hectáreas de hoja de coca que hay sembradas en Colombia. El último informe que salió fue en 2018, cuando la entidad aseguró que en el 2017, Colombia había tenido 171.000 hectáreas sembradas.

Según Eleonora Dávalos Álvarez, doctora en Política Pública, en la dinámica que utiliza este organismo para hacer el conteo de los cultivos, hay un aspecto fundamental que le da un vuelco importante a las escalofriantes cifras que se dan a conocer.

La mata de coca es un cultivo perenne, lo cual significa que no requiere de muchos cuidados, así que «sola» puede seguir produciéndose, explicó Dávalos durante un seminario sobre el tema, organizado por el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas.

Según la economista, una hectárea puede producir durante 10 años y sus cosechas pueden oscilar entre cuatro y seis veces al año, dependiendo de la variedad. Así mismo aseguró que con base en la información del ultimo Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos: «de las 171 Mil hectáreas, 38 % son abandonadas y solo 4 % son cultivos nuevos que se incrementaron en la Macarena y San Vicente del Caguán».

Pues bien, hasta 2015 la Dirección Antinarcóticos de la Policía Nacional, DIRAN, realizaba pruebas de campo para medir qué tan efectiva era la fumigación aérea con glifosato. Allí calculaba la tasa de supervivencia de los cultivos: «entre 2001 y 2010 la tasa de supervivencia varió entre 1 % hasta 17 %», explicó Dávalos.

Sí es una realidad que la producción de coca ha aumentado en el país, pero también es cierto que no todos los municipios de Colombia tienen siembra de este cultivo ilícito. Según la doctora, 626 municipios del país están libres de cultivos, es decir más de la mitad del total de municipios colombianos. Tumaco es el municipio con más cultivos de coca en Colombia, exactamente 19 mil hectáreas, lo que representa el 11 % del país.

Hasta ahora solo existen dos maneras de erradicar los cultivos de coca: la erradicación manual, que lidera la Dirección Nacional de Antinarcóticos de la Policía, y la fumigación desde el aire con glifosato. 

El complicado acceso a los cultivos por su ubicación geográfica es un elemento a considerar al determinar cuál estrategia utilizar para erradicar los campos. Al respecto, Dávalos enfatizó en que: «se ha documentado que equipos operacionales que van a erradicar coca se han encontrado con campos minados, es decir hay datos de personas que hacen parte de los grupos móviles de erradicación con heridas en el proceso. La recolección de información en el campo se ha complicado en los últimos años. El costo de acceso es altísimo y si hablamos en términos de vida, también es costoso erradicar manualmente los campos».

Desde hace algunos años, expertos han mencionado que el problema de la erradicación conlleva a que los cultivos se dispersen a otros municipios, dinámica que se denomina efecto globo. Para lo cual, Dávalos señaló que: «con base en la información municipal para el periodo 2001-2015 no existe el efecto globo. Por el contrario, el uso de la fumigación aérea desincentiva el crecimiento de las hectáreas nuevas de coca, tanto dentro como en los municipios vecinos».

La regulación colombiana hasta 2005 aseguraba que en los parques naturales del país estaba prohibido la aspersión aérea y solo se podía implementar la erradicación manual. Lo mismo sucedía con los resguardos indígenas, hasta 2007 solo se erradicaba la coca manualmente. La experta aseguró que: «existe un efecto al cambiar la implementación. Las hectáreas nuevas dentro del municipio aumentaron». Es decir, los cultivos salieron de los resguardos y se dispersaron al interior de los municipios. 

De forma tal que el entramado de los cultivos ilícitos de hoja de coca abarca muchas más dimensiones que solo el primer eslabón que es la producción. 

Las dinámicas del mercado negro, el control integral de cultivos ilícitos entre países productores y consumidores, la implementación de proyectos de desarrollo alternativo y la incógnita de qué hacer con los cultivos abandonados, son variables para entender y accionar frente al fenómeno latente de la producción de coca en Colombia y que, por consiguiente, refleja la necesidad que hoy se hace evidente, al tener que ponerle lupa a la erradicación manual.