Opinión

Chantal Mouffe es una de las pensadoras más interesantes de la política contemporánea. Es profesora de Teoría Política en el Centro para el Estudio de la Democracia de la Universidad de Westminster. Es autora de varios libros, Hegemonía y estrategia socialista, El retorno de lo político, y La paradoja democrática.

Esta semana estará en la Universidad de Antioquia presentando y discutiendo sus tesis y apreciaciones sobre la situación de la democracia en el mundo.

Con el politólogo argentino Ernesto Laclau desarrollaron una crítica a la democracia liberal y representativa, y propusieron una de las más lúcidas formulaciones del populismo contemporáneo, el cual plantea básicamente la radicalización de la democracia.

Este proyecto se concreta en la extensión de las luchas democráticas al conjunto de la sociedad en la dirección de multiplicar los espacios políticos e impedir que el poder sea limitado por el enemigo político.

Por esta razón, las instituciones jurídicas, el sistema educativo, las relaciones laborales, la esfera de la economía, deben ser objeto de la democracia radical. El populismo propuso la politización de la economía, que es defender el derecho del agente social a la igualdad y a la participación en tanto que productor.

Frente a la crisis de representación de la democracia liberal, el populismo propone un cambio de la identidad política tradicional con el fin de adoptar una identidad “popular” nueva. El populismo puede entenderse por esto como una ideología de la regeneración política, que aspira a devolver al pueblo su soberanía. ¿Cómo una sociedad se convierte en populista?

Para que esto suceda, la sociedad debe estar poco articulada, sus instituciones han de ser débiles, y las demandas de los ciudadanos no son respondidas por el Estado. Pero se debe producir una crisis orgánica, como por ejemplo, la grave crisis política de Argentina, que llevó a Perón al poder; la corrupción generalizada del sistema de gobierno en Venezuela, que hizo posible que Chávez ganara las elecciones.

En términos de la teoría populista ¿cómo está Colombia? De un lado, existe una profunda desesperanza de las mayorías frente a las instituciones democráticas determinada por la corrupción. Además, la clase política actúa cínicamente y desprecia las exigencias de la ciudadanía.

De otro lado, el proceso de paz ha producido una polarización de la ciudadanía, que se aferra a emociones políticas excluyentes, focalizada en acusaciones maniqueas, mentiras, manipulación de la información. Finalmente, se puede señalar que se han dado expresiones de una acción espontánea de las masas, de una nueva política, que está por encima de los partidos y de los políticos tradicionales.

Esta nueva forma de política, que se ha desplegado en las grandes movilizaciones campesinas, indígenas, estudiantiles de los últimos años, se dio recientemente en las calles reclamando poner fin a la guerra. Es decir, hay división entre los que gobiernan y los gobernados, las élites son corruptas y no se preocupan por los intereses del pueblo, y el pueblo quiere restaurar su primacía, soberanía. Tenemos, pues, tema para hablar con una autoridad de la democracia y el populismo.

Este texto fue publicado en el periódico El Colombiano el martes 21 de febrero de 2017

Nota

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