Opinión

Explicar las diferencias del populismo en países tan dispares como Estados Unidos, Turquía, Rusia, Filipinas, Venezuela, Bolivia, Polonia o Hungría es un problema de las ciencias sociales, la ciencia política y la filosofía política. El populismo destruye los fundamentos de la democracia representativa y lo que está creando es decepcionante.

Es claro que la democracia liberal ha retrocedido en estos últimos años y que sus ciudadanos han votado por personajes racistas, megalómanos, narcisistas como Trump, Putin, Erdogan o Duterte.

¿Qué explica este gran retroceso? ¿Por qué las mayorías en las sociedades democráticas están cuestionando valores liberales como el pluralismo, la garantía de las libertades por medio de derechos, la tolerancia a la diversidad sexual?

Branko Milanovic sostiene en su última obra Global Inequality que los perdedores de la globalización son las clases bajas y medias occidentales, que han sufrido el efecto de la menor protección social, el debilitamiento de los sindicatos, reducción de los salarios y disminución de las pensiones.

Y los ganadores son la élite económica global, la cual está conformada por el doce por ciento de los norteamericanos más ricos, las nuevas clases medias china e india y las clases medias de los países desarrollados. El resultado de la globalización es una inmensa concentración de renta en los más ricos y escasos incrementos en regiones como África y América Latina.

Los factores económicos son una clave importante, no la única, para comprender la ansiedad y frustración que viven los denominados perdedores de la globalización cuando la democracia representativa y el capitalismo dejan de ser referentes para sostener la distribución justa de los recursos y la búsqueda de bienestar social. De la ansiedad y la frustración surge la necesidad de redefinir, de forma diferente al liberalismo, qué debe hacer la política para proteger los intereses de la comunidad. De esto ha surgido el populismo.

De otro lado, las grandes olas de migración han ocasionado la “inquietante capacidad de provocar una contrarrevolución en Europa”, escribe Ivan Krastev. En la reacción de las comunidades nacionales amenazadas por la migración radica una de las razones del auge del populismo de derecha en algunos países de Europa.

En esta época de crisis se ha manifestado también una nueva experiencia social: el resentimiento, que puede ser entendido como una especie de pasión nihilista “de aquellos que no hacen más que soñar con la venganza contra los triunfadores de la sociedad” (Mishra). Así, el peligro para las democracias cuando los políticos se centran en la economía ya nos lo adelantó Tony Judt: “o bien dejarán de ser democracias que funcionen o volverán a presenciar la política de la frustración, del resentimiento populista”.

De este modo, el temor a los inmigrantes, la ansiedad por el fracaso económico, la destrucción del empleo y el resentimiento han dado lugar a crisis emocionales que han posibilitado el surgimiento de movimientos autoritarios populistas de corte nacionalista. ¿El uribismo, que es claramente un movimiento populista de derecha, romperá las estructuras liberales para instalar un autoritarismo plutocrático?

Este texto fue publicado en el periódico El Colombiano el martes 17 de julio de 2018

Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. Escriba y envíenos sus columnas de opinión al correo electrónico: gloria.velez@udea.edu.co.