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Opinión

Las puertas

26/11/2020
Por: José Joaquín García García, profesor Facultad de Educación y miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Profesores Asoprudea

«... Recordemos que el amor crea, es el cimiento del pensamiento, y de la conformación de las sociedades democráticas, justas y en paz, en las que se respetan los derechos humanos.»

Todos los libros sagrados dan una importancia inusitada a la palabra. Así, el libro del génesis inicia con la frase “y en el principio era la palabra y la palabra lo creó todo”. Por otra parte, los budistas a través de mantras y meditaciones afirman poder atraer todo tipo de entidades materiales e inmateriales, y los magos de la cábala creían que si proferían la palabra fuego podían quemarse los labios. Igualmente, el lenguaje y en general el sonido modifican nuestro cerebro.

Así, el sonido y las palabras, generan neurotransmisores en el cerebro, neurotransmisores que pueden poner en marcha emociones que van desde la alegría y el amor, pasando por la tristeza y el miedo.

En tercer lugar, es menester decir que, el sonido no puede ser atajado ni detenido, no podemos dejar de oír algo como cuando quitamos la mirada de un lienzo para dejar de verlo, retiramos nuestras manos de una superficie que nos produce frío o aspereza para no tocarla, o tapamos nuestras narices al sentir un olor nauseabundo. El sonido nos inunda y es difícilmente detenido. Así las cosas, el sonido tiene poder sobre nuestras mentes y ese poder es casi imposible de controlar.

Por otra parte, las opiniones emitidas por las personas del vulgo usando las redes sociales como Twitter, Instagram, Facebook, Telegram, etc, son muchas veces convocadas por el numeral del día, o el Hashtag de las emisoras de radio más populares. Estas opiniones que llegan a los radioescuchas todas las mañanas están constituidas por palabras, palabras que entran en sus mentes sin que ellos puedan obviarlas.

Es importante decir, que la opinión por su naturaleza carece de argumentos éticos, jurídicos, o económicos, es decir, no tiene el carácter de un juicio informado y consciente. Igualmente, las opiniones al serlo, solo son mediadas por el prejuicio, por las emociones no controladas y la mayoría de las veces están gobernadas por la ideología. Es de esta forma, que la emisión incontrolada y desbalanceada de opiniones a través de los medios públicos y privados puede conducir a generar en las masas populares sentimientos de odio y de miedo. Estos sentimientos pueden constituirse en las puertas del mal y de la destrucción.

El miedo y el mal son dos caras de la misma moneda, y el odio, es la vía de la destrucción, destrucción que se puede convertir en la expresión más fatídica para el destino de los pueblos, en el infierno de la guerra. Este estado de cosas se torna aún más preocupante cuando tomamos encuentra el contexto colombiano.

En Colombia, se presentan factores como la inexistencia de una ley de medios que tenga en cuenta a la oposición, el bajo nivel educativo de la mayoría de la población colombiana, y el cruento postconflicto armado, en el que se presentan un sinnúmero de violaciones a los derechos humanos.  

Esta reflexión, además de ser un llamado de atención, es una invitación fraternal a los medios de comunicación, a dejar de ser ecos de las opiniones de los sujetos, y a comenzar a ser cajas de resonancia de los expertos, de los estudiosos, de todos aquellos que pueden aportar soluciones a los problemas colombianos y contribuir a que el amor y no el odio, prevalezcan en nuestro país. Recordemos que el amor crea, es el cimiento del pensamiento, y de la conformación de las sociedades democráticas, justas y en paz, en las que se respetan los derechos humanos.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. 

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