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Academia Vida

El confinamiento devela impactos emocionales

27/07/2020
Por: Natalia Piedrahita Tamayo- Periodista

Con la covid-19 sonó también la alarma mediática por el impacto del confinamiento en la salud mental de miles de personas. Y aunque varios estudios han alertado que después de la pandemia biológica vendrá la pandemia del miedo, el análisis de algunos expertos sociales plantea que esa afirmación tiene sus bemoles.

Foto: cortesía Jorge Fernández / Unsplash.

Dicen que el hombre es animal de costumbres. También que no sobrevive el más inteligente ni el más fuerte, sino el que mejor se adapta. En la actualidad, a la luz de la sicología, ambas frases cobran una vigencia particular: no es preciso afirmar que el confinamiento preventivo, que acogieron muchas regiones del mundo, sea perjudicial para la salud mental, sin embargo, es una situación que confronta a la mayoría de las personas, dejando en evidencia sus debilidades y fortalezas del ser.

«No es el encierro, son un montón de factores estresantes que están relacionados con él y no siempre se mencionan», declaró Cristian David Vargas Upegui, docente del departamento Psiquiatría de la Facultad de Medicina. La pérdida de la autonomía, las confrontaciones con los seres queridos y con uno mismo, los duelos económicos o la muerte de personas cercanas hacen parte de las situaciones que más se ponen en escena durante el confinamiento, ya que esta «nueva realidad» revela las insatisfacciones con el otro y con uno mismo.

La monotonía de estar mucho tiempo frente a una pantalla, la misma que implica tanto interacción como fatiga, es uno de los desencadenantes de afectaciones síquicas y angustias. Además, están las ansiedades y los miedos, sobre todo la llamada «ansiedad por enfermedad», relacionada con el temor a contraer una enfermedad grave o terminal, que puede dispararse más en un momento de terror mediático como este.

Según Ángela María Jaramillo Burgos, sicóloga, investigadora y docente del Departamento de Psicoanálisis de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, aunque una cuarentena no es el factor que pueda causar directamente una enfermedad mental, sí es una transición que devela debilidades emocionales que en la cotidianidad están solapadas bajo el velo de que se está entretenido o muy ocupado.

En palabras de Jaramillo Burgos, hay un malentendido generalizado con aquello que se ha definido como «salud mental». «Aunque esta se ha vendido como armonía completa o alegría permanente, la realidad de los humanos, confinados o no, es que vivimos en un estado de permanente insatisfacción. Entonces nos caracteriza la alternancia entre dicha y dolor y debemos apelar a la adaptación gradual a los cambios».

Según esto, la investigadora propone una definición de salud mental relacionada con la capacidad de disfrutar y enfrentar las situaciones que va trayendo la vida: el trabajo, las relaciones interpersonales y los retos; entendiendo que la capacidad de estar tranquilo debe asumirse de manera momentánea y no absoluta.

En el contexto de confinamiento preventivo actual debe diferenciarse el aislamiento absoluto, en cuyo caso, cuando el humano está aislado y sin referentes del entorno, sí se producen afectaciones sicológicas severas, ya que la comunicación y el afecto configuran la vida del ser humano. «Hay que diferenciar el encierro absoluto del no poder salir de casa teniendo herramientas de comunicación virtuales, ya que son dos niveles diferentes», advirtió Jaramillo Burgos.

Los investigadores señalaron que, sin embargo, vivir el temor a una pandemia, en el contexto del hogar, puede además aflorar tristezas profundas y disfunciones síquicas desde factores como la obligación de permanecer con el otro sin poderlo evitar, develando que no es tanta la afinidad que tenemos con el otro o evidenciando lo insoportables que podemos ser para nosotros mismos.

Niños y adolescentes en cuarentena

Foto: cortesía Kelly Sikkema / Unsplash.

Los niños y los adolescentes construyen su identidad a partir del vínculo: la pertenencia a un gusto musical, deportivo, literario o artístico. De alargarse un periodo de confinamiento como el actual, al no tener el contacto presencial, deben emprender un proceso adaptativo a través de la virtualidad, que en la mayoría de los casos no les es ajena.

«Las prácticas deportivas y el juego al aire libre son formas de liberar energía y dialogar con el mundo; los niños que pueden desplegar estas actividades en casa no se afectan tanto. El problema reside más en aquellos que se sienten encerrados y sin interacción», aseveró Vargas Upegui.

Pero no todos se afectan igual. Algunos pueden sentir dificultad en adaptarse a permanecer todo el tiempo con sus padres a solas mientras quieren estar con los amigos. También puede suceder que el confinamiento revele actitudes que no se habían identificado plenamente: «Sobre todo en el caso de personas con factores preexistentes, como miedos y fobias a estar en lugares pequeños o encerrados; o también en aquellas que tienen una dependencia del otro para tomar decisiones y basan su vida en la interacción social».

Se trata de un panorama inusual para las nuevas generaciones, de manera positiva y negativa: a la par que se interrumpieron las actividades académicas, comenzaron a verse cambios en la economía del mundo y se desplegaron luchas por la equidad y la justicia.

Lo positivo del confinamiento

Vargas Upegui declara que existen el buen y mal estrés; en la primera etapa del confinamiento era natural la incertidumbre ante el futuro inmediato, lo que trajo una oleada de síntomas de ansiedad en muchos pacientes: taquicardia, preocupación y apatía —situaciones que regularmente se describen con manifestaciones físicas en la boca del estómago— .

Pero estas vivencias, además, han traído preguntas relacionadas con la inversión del tiempo de vida y han probado la resiliencia de muchos: la posibilidad de ver que algo tan pequeño como un virus aflora la vulnerabilidad de toda una especie, retando la capacidad que cada persona tiene de encontrarle sentido a lo negativo. «En toda Colombia vemos cómo las personas que han sido víctimas de la violencia son las mismas que arman fundaciones o estrategias para ayudar a los demás, las que coordinan los programas de entregas de ayudas», señaló Vargas Upegui; estas actitudes pueden ser una guía. Ambos investigadores concluyeron que, aunque la relación de contacto con otros pueda transformarse después de esta experiencia, de cada individuo depende la significación que se le dé a las experiencias que el confinamiento le dejó al mundo.

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