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Academia Ciencia

«Nuestro propósito es que este virus le sirva al país»

23/05/2020
Por: Pedro León Correa Ochoa- Periodista

El 7 de abril, científicos de la Universidad de Antioquia anunciaron el aislamiento y cultivo en su laboratorio del virus SARS-CoV-2. Tras un mes, Alma Mater habló con María Teresa Rugeles López, líder del Grupo de Inmunovirología, sobre el impacto que ha tenido este logro en el desarrollo de estrategias para manejar la pandemia en el país.

El aislamiento y cultivo del SARS-CoV-2 por la Universidad de Antioquia tuvo gran eco científico y mediático. A más de un mes del anuncio, Alma Mater habló con la profesora Maria Teresa Rugeles sobre lo que ha desatado este logro del Grupo de Inmunovirología —del cual es coordinadora—. En su laboratorio en la Sede de Investigación Universitaria —SIU—, cerca de 15 investigadores dedican largas jornadas de trabajo para clasificar, analizar y evaluar más de 80 productos —hasta ahora— que distintos fabricantes han llevado a la Universidad para que, a partir del virus cultivado, se testee su utilidad para enfrentar la pandemia. 

¿Qué pasó después del gran eco mediático que tuvo el anuncio del cultivo del virus?

Ha sido una locura. Desde el anuncio fuimos claros en que serviría para mucho otros desarrollos. Desde ese mismo día empezamos a recibir solicitudes para medir la actividad antiviral de muchos compuestos y productos. Han llegado más de 80 solicitudes. Sin embargo, una cosa es hacer un cultivo y aislar una muestra y otra es cultivarla de forma masiva, que es lo que se requiere para atender todas esas solicitudes. Así que para llegar a ello decidimos congelar el virus los primeros 10 o 12 días y empezar a reforzar nuestras medidas de seguridad, rentrenar el personal y cambiar equipos necesarios para todo ese trabajo.

¿Qué tipo de solicitudes recibieron?

Tenemos 16 que son de productos naturales; cerca de 25 de compuestos desinfectantes para superficies, telas y todo tipo de productos; hay también desarrollos tecnológicos con recubrimientos, particularmente con nanopartículas; y cerca de 10 solicitudes son para evaluar medicamentos, algunos de ellos de segundo uso, es decir, que se utilizan para otras patologías y que podrían ser útiles para combatir la enfermedad. Otra solicitud, por ejemplo, es para evaluar unas cámaras con luces ultravioleta para desinfectar los espacios físicos o cualquier objeto, manejada con un teléfono inteligente; todavía no sabemos si funciona, pero creemos que sería muy útil ahora que las empresas están retomando actividades; por eso clasificamos y priorizamos 57 de esas solicitudes. 

¿Qué comprende el análisis de esos productos?

Hay que entender que es un paso a paso. Analizamos las fichas técnicas de las empresas para ver cuál era el potencial del producto en términos de actividad antiviral, para ver si se puede aplicar lo antes posible, dada la coyuntura. El SARS-CoV-2 crece muy rápido, entonces nos ha facilitado el proceso, tras dos semanas logramos tener un buen stock del virus. Con algunos productos priorizados ya empezamos a cuantificar el virus: hay productos que pueden matarlo totalmente, otros pueden reducir su infecciosidad. Pero lo primero que hay que hacer con todos los productos es mirar la actividad citotóxica. El virus es un microorganismo intracelular, por eso tenemos que ver que el producto antiviral no mate las células. Hemos evaluado cuatro productos, dos de ellos no han sido tóxicos y ya empezaremos los ensayos antivirales, con los otros dos estamos intentando reducir la actividad tóxica, porque si un producto mata la célula no tiene donde replicarse el virus, y entonces no sabemos si tiene un efecto antiviral directo, que es lo que necesitamos comprobar.

En otros países también se aisló el virus. Alguien suspicaz cuestionaría que le apostaran a lo ya hecho. ¿Qué significa para el contexto colombiano haber aislado el virus?

Varias cosas. Siempre es importante tener las secuencia de las cepas virales que están circulando en cada país. Ahora estamos evaluando esos productos antivirales, que pueden ayudar a contener la pandemia de diversas formas; también queremos aislar al menos unas 30 o 40 cepas de distintos pacientes y diferentes momentos de la epidemia, porque con ello, si otro país saca una vacuna, podemos saber si nos puede servir o no; según el tipo de vacuna el virus va a ser más o menos susceptible, dependiendo de las mutaciones que haya acumulado. Otra razón para aislarlo fue facilitar el desarrollo de pruebas diagnósticas, ya que si la epidemia sigue incrementando necesitaremos implementar un protocolo de diagnóstico mucho más económico, que se pueda realizar en sitios que incluso no tengan todo el equipamiento tecnológico que tiene la Universidad de Antioquia 

Un mes después del aislamiento del virus, la Universidad anunció el Protocolo Colombia. ¿Qué relación hay entre ambos desarrollos?

El Protocolo Colombia fue liderado por Gustavo Gámez de Armas, profesor de la Escuela de Microbiología. Veníamos trabajando con su dependencia en la parte de diagnóstico. Ellos vieron que era muy importante desarrollar un protocolo de diagnóstico más económico y que pueda ser aplicado en laboratorios que no tienen ciertos equipos, que son costosos. Cuando aislamos el virus el profesor Gámez nos pidió el cDNA, que es un material no infeccioso, a partir del cual podían empezar a desarrollar el protocolo y así estandarizar la técnica de diagnóstico. Se lo dimos casi que la misma semana que aislamos el virus. El protocolo ya inició su camino para ser validado y, seguramente, tanto el Pecet (Programa de estudio y control de enfermedades tropicales Universidad de Antioquia) como nosotros estaremos involucrados en ese proceso. 

¿Qué resonancia tuvo el cultivo del virus en otros aliados investigativos y académicos?

A partir de las experiencias académicas en otros países, tanto mía como de nuestros investigadores, tenemos colegas posdoctorandos en distintos lugares y con quienes trabajamos de manera cercana. La primera semana de mayo presentamos una propuesta de investigación a una convocatoria de los Institutos Nacionales de Investigación de Canadá. También se ha generado mucha cooperación a nivel nacional. Otras universidades, como La Salle, El Bosque y Javeriana nos solicitaron el cDNA del virus, para producir proteínas recombinantes que sirven para pruebas diagnósticas y detectar anticuerpos. Desde el principio dijimos que nuestro propósito es que este virus le sirviera al país. También con el Instituto Nacional de Salud hicimos la secuencia del virus. Igualmente, como una de las terapias más implementadas en el mundo es con el plasma de los pacientes que salieron bien de su enfermedad, muchos artículos advierten que es ideal tener la medición de los anticuerpos neutralizantes, así que también estaremos aportando en este sentido.

 

Este equipo logró el aislamiento y cultivo del SARS-CoV-2. El grupo fundado en 1987 y tiene clasificación A1 de Colciencias.

Millones de personas en el mundo ruegan para que llegue un tratamiento efectivo. ¿Han avanzado en algún estudio con fármacos?

En las solicitudes hay priorizados algunos fármacos de uso secundario. Pero que quede claro: que un fármaco tenga actividad en el virus no quiere decir que al otro día se le pueda poner al paciente, hay que hacer todo un ensayo clínico juicioso y responsable. De los ensayos antivirales tengo más ilusión con los desinfectantes para uso masivo, y con algunos compuestos que se le están poniendo a suplementos alimenticios, de tal manera que, si eso da alguna actividad antiviral, se puede reforzar que una persona que se exponga sea menos susceptible a infectarse. A partir de eso se pueden encontrar estrategias para ir reabriendo las empresas y la actividad económica, con protocolos para evitar la transmisión o potenciar la capacidad de respuesta. Soy realista: ¿cuánta plata están invirtiendo en investigación del virus en otros países? Que nosotros podamos tener un impacto local sí creo, pero que de Colombia va a salir la cura, no.

¿Qué le generó poder tener «cara a cara» a ese enemigo que tiene al mundo entero atemorizado?

Llevo más de 20 años trabajando el VIH, es mi pasión de investigación. Me han propuesto trabajar otros temas pero con el VIH hay tantas preguntas que uno no se puede dispersar. Cuando empezó todo esto conversaba con Francisco Javier Díaz, mi colega en este trabajo y amigo de muchos años, y estábamos muy escépticos. Pero empezamos a ver que esto iba escalando al nivel mundial y supe que aquí teníamos una responsabilidad social, es decir, nosotros somos, si no el más grande, uno de los grupos más grandes de inmunovirología en Colombia. Además, mis estudiantes decían: «Profe, dele, ¿cómo no vamos a aportar ahí?». Soy poco miedosa, lo que le ha de pasar a uno le tiene que pasar; mi miedo fue más porque implicaba un aislamiento familiar muy severo. Después del aislamiento del virus tuvimos mucho trabajo, hasta 18 horas al día, pero es muy motivador aportar y ver a mis estudiantes y a gente tan cercana comprometida con esto.

¿Cómo ve el desenlace de la pandemia en Colombia?

Soy optimista. Antioquia, por ejemplo, ha implementado medidas que se reflejan el número bastante bajo de infectados y muertes comparado con otras regiones. Creo que la reactivación económica es posible. Si logramos acatar los protocolos, tener un distanciamiento social y prácticas de cuidado adecuadas, es posible reactivar el país. Soy fiel creyente de la inmunidad de rebaño, tiene que haber más infectados para que esto alcance el plató y luego empiecen a descender el número de casos. El país se ha preparado, nos falta muchísimo claro que sí, pero es mi convencimiento que la reactivación económica se tiene que dar de a poco porque no sabemos realmente cuál es la situación de la infección, en este acuartelamiento no sabemos de qué magnitud es el enemigo que estamos enfrentando.

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