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Movilización social: ¿vendrá un agitado 2021?

02/12/2020
Por: Yenifer Aristizábal - Periodista

Un despliegue de demandas que rebasó la negociación, diferentes y amplios sectores articulados y una fuerza movilizadora juvenil marcaron la agenda de la movilización en Colombia desde el 21 de noviembre de 2019. ¿Cómo está ahora la movilización? ¿Qué le espera para el 2021?
 

Históricos 'cacerolazos' se presentaron en calles y balcones de las principales ciudades de Colombia en medio del paro del 21 de noviembre de 2019. Foto: Juliana Restrepo Santamaría. Cortesía. 

Desde noviembre de 2019 en Colombia resurgieron con fuerza una serie de reclamos sociales a raíz de múltiples inconformidades —estructurales y coyunturales— de orden nacional. Sectores sindicales, obreros, estudiantes, colectividades étnicas y, en general, grupos organizados y articulados con múltiples representaciones, convocaron a los colombianos a salir a las calles el 21N —21 de noviembre del 2019— para manifestarse con una alta carga de demandas sociales, políticas y económicas.
 
Tras las multitudinarias marchas en gran parte del territorio nacional, se conformó el Comité Nacional del Paro que, de acuerdo con Jhon Mario Muñoz Lopera, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia, trató de agrupar sectores demasiado diversos y con unas exigencias igualmente diversas y amplias, que en últimas hizo de la negociación con el gobierno nacional, un procedimiento «poco viable y poco cumplible, con relación a la cantidad de demandas. Una especie de ‘caja de pandora’». Ello —dijo el académico— fue una equivocación.
 
«Otra de las cuestiones es que el Comité estaba muy permeado por los viejos movimientos organizativos. Y los jóvenes, que fueron la fuerza movilizadora, poca cabida tenían», comentó el decano. «La saturación de demandas, más una mesa autorreferenciada y muy dominada por los mismos aparatos de movilización, hizo que la mesa se reventara», es la opinión del profesor de la Alma Máter.
 
Para el politólogo James Granada Vahos, si bien el punto de inicio de esta movilización fue aquel 21N, esta tiene sus antecedentes en el 2018, con las marchas que reclamaron mayor financiación para las instituciones de educación superior pública. «Son ciertos ciclos de movilización que están conectados, pero que hay que diferenciar entre sí debido a la coyuntura», explicó.
 
Granada Vahos señaló que estas movilizaciones funcionan en una especie de ciclo que se intensifica hacia final de año y lo que varía es la fuerza en cada uno de esos momentos. «El año pasado se logró juntar un descontento generalizado en todo el país y que fue importante porque las organizaciones de todo tipo se encontraban ahí. Eso fue clave: que se coordinaran las situaciones y las organizaciones para avanzar el paro nacional».
 
Para Granada, investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia —IEP—, tras la fuerza del fin de 2019, llegó la pandemia y fue evidente un desgaste en la movilización que viene desde enero. «Diciembre normalmente desgasta las movilizaciones, para enero ya estaba desgastada. Se trató de mantener en Medellín, sin embargo, la pandemia y la cuarentena desaceleraron lo que había sido la movilización, pero no el descontento».

Ese descontento, justamente, es el que tiene ahorita al país en una ‘bomba de tiempo’ como lo señaló Muñoz Lopera, no solo por las demandas estructurales y coyunturales que ya se habían reclamado, sino por las que desnudó la pandemia, las condiciones de las regiones afectadas por eventos naturales y los comicios electorales de 2022. Todo eso, según los investigadores, hará del 2021 un año especialmente agitado.

¿Se quedaron ‘en casa’?

Durante el aislamiento obligatorio de la pandemia, muchos señalaron que la fuerza de la manifestación disminuyó considerablemente. El profesor Granada Vahos señaló que a pesar de la cuarentena las actividades se mantuvieron, pero con menos fuerza. «Es muy difícil revivir lo del año pasado por el debilitamiento de las organizaciones».
 
José David Ortega Ruiz, líder regional del sur de Córdoba, explicó que en una región como la suya, ubicada en límites con Antioquia, la movilización social ha sido una constante: «Yo estoy en pandemia y sigo. Primero era encerrado en la casa, segundo hubo plantones en los semáforos, con los docentes; y, últimamente, hemos estado haciendo caravanas».
 
Para este líder, representante del movimiento Marcha Patriótica en Córdoba, lo que se ha  perdido durante la pandemia es la articulación entre los diferentes sectores. «Hemos visto a los jóvenes que salen a movilizarse por su cuenta, la minga del Cauca, después vimos la movilización de los exguerrilleros en procesos de reincorporación, solos. Y así hemos visto la constante de que la movilización se ha sostenido con las dificultades de la pandemia», dijo.

Las movilizaciones se concentraron en las principales ciudades y convocaron amplios sectores sociales. Foto: Juliana Restrepo Santamaría. Cortesía. 

Un 2021 con nueva fuerza

José David Ortega Ruiz  advirtió que en el 2021, de cara a las elecciones, las manifestaciones tomarán más fuerza: «La pandemia también ha mostrado que el Gobierno está gobernando para el sector de empresarios y no para la gente de la clase media hacia abajo. Por eso hay un descontento y creo que para 2021 las movilizaciones sociales van a ser más extensas y van a llegar a las calles».
 
La protección efectiva a los excombatientes o firmantes del acuerdo de paz con las Farc, así como a los líderes sociales y defensores de derechos humanos, también seguirá en el corazón del pliego de demandas de la movilización.
 
De acuerdo con un estudio de la Fundación Ideas para la Paz —FIP— desde septiembre de 2016 hasta septiembre de 2020 —primeros cuatro años del posacuerdo— han sido asesinadosen el país 233 firmantes y 448 líderes sociales, algunos de estos con agendas vinculadas a la defensa de un desarrollo alternativo a través del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos Ilícitos —PNIS—.
 
«Creo que no hay otra opción que seguir en la defensa del acuerdo de paz, este le dejó unas herramientas muy claras al Gobierno, entre esas las medidas de seguridad. No habrá mejora mientras no haya una voluntad política», concluyó el líder regional.
 
El Comité Nacional del Paro tendrá también el desafío de establecer cuáles son los temas a largo plazo y los coyunturales que puedan mitigar un poco el efecto de la pandemia, explicó Jhon Mario Muñoz Lopera, pues el desempleo y los recursos para salud y educación —el sector social en general—tendrán carencias, recalcó el académico.
 
Para el investigador James Granada Vahos, uno de los retos para la movilización del próximo año será juntarse nuevamente y formar lo que en 2019 fue una de las manifestaciones más amplias y fuertes de los últimos años.
 
Además —resaltó el politólogo—, el ambiente de movilización en América Latina también marca cierta influencia en el país. «Lo que ha pasado en Ecuador, Bolivia, Perú, Argentina y sobre todo Chile anima mucho a las organizaciones y manifestantes. Colombia por primera vez en muchos años, vuelve a contagiarse de esos aires de movilización y protesta en la región que, antes, el conflicto armado impedía ver porque la lógica y la agenda estaban marcadas por otros temas».
 
Algo en lo que todos coinciden es en la importancia que cobrarán las nuevas generaciones y sus «nuevas demandas» relacionadas, por ejemplo, con género, derechos étnicos y cambio climático, esta fuerza movilizadora necesitará más cabida a la cabeza del paro para darle paso a otras formas organizativas, diferentes a las clásicas lideradas por el gremio sindical.
 
«Yo pienso que al movimiento le va a tocar reinterpretarse y reestructurarse para el próximo año», advirtió el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdeA. Para él, no puede verse la política como se veía hace cuatro u ocho años, la fuerza política de los jóvenes es central en el panorama actual que también influirá en la preferencia electoral del 2022.
 
Para Ortega Ruiz es importante que el movimiento social pase ahora por un relevo generacional, este líder considera que los jóvenes tienen que «coger las riendas» del país. «Algo importante que han tenido estas expresiones sociales que existen es que no tienen ninguna bandera política, pues el único común denominador que mueve a la gente es la desigualdad», concluyó Ortega Ruiz.

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