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Opinión

Nuestra clase

22/07/2020
Por: Carlos Vásquez Tamayo, profesor Instituto de Filosofía UdeA

«... El tiempo se va yendo. O va llegando. Digo llegar. Mientras se va, el tiempo se vuelve. Los minutos se asoman. El tiempo se muestra agradecido. Decidido a seguir yendo, sin dejar dolor ni amenaza...»

Ayer nos quedamos conversando hasta la 1:00 p.m. Mis estudiantes y yo. Digo mis con un gesto agradecido. Ellos soy yo, estoy entre ellos y me siento en casa.

Mis estudiantes y yo nos encontramos a las 8:00 a.m. cada miércoles. Desde el comienzo de esta interrupción. Y allí nos hemos ido conociendo. Digo allí desde unas reservas ya superadas.

Encontrarse es una exacta palabra. Dice lo que pasa entre nosotros. Digo entre, es literalmente eso, un entretenimiento, un tener juntos la gravedad de la que venimos hablando.

Mis, allí, entre. Tres conjunciones que dicen la dicha difícil del espacio invisible. La visibilidad de los invisibles. La cercanía de los que están separados.

Los aparecidos, podría decirse. El grupo de los que se aparecen. Digo se, cada vez cada uno se aparece con algo. Lleva su ser, lo abre a la visión y a la audición de los otros.

La pantalla se multiplica en varias personas. Estamos ahí unos al lado de otros. Digo al lado, no juntos, no siempre es eso lo que más conviene. Ponerse al lado para así poder ir a la par. Como al caminar, ni adelante ni atrás, ni arriba ni abajo, al lado, la utopía en la sociedad.

Cada uno en su casa. Es un caso único. Y si digo un caso es porque siento que todo encaja. Encajamos, nos repartimos. Y somos de ahí en adelante, genio y figura.

Lo que ha pasado con los míos, mis estudiantes, no se me había dado antes: la suspensión espontánea de toda rutina. Creo que se debe a la disolución de los roles. Digo a conciencia roles, ese asunto de las jerarquías hace mucho daño. Y no sé por qué, en gracia de qué, aquí nos aparecemos desprovistos de investidura.

El imán es el habla. Cada uno en su lugar. Eso es mágico. No tener que dejar el lugar para ir a clase. El cuarto, la sala, el balcón, el estudio. Y los cuadros detrás y los estantes para los libros.

Mis alumnos flotando en su hábito. Pasan cosas: llega alguien con el alimento o una niña que entra y sale del espacio visual. Como es temprano, flota aún el aire del sueño.

No sabemos por dónde empezar. Pero no porque no sepamos. Conversar es una aventura y empieza por donde menos termina.

El que empieza dice por todos. Y lo vamos siguiendo. Con la lentitud del silencio que dan los pasos. Y se va guiando. El que habla regala la pista.

Digo pista, no hay asomo de banalidad ni cansancio. En las palabras ardemos, en la voz nos extendemos. El pensamiento va entrando por cada ventana.

Son varias ventanas. Y me llaman la atención las ventanas. O los cuadros, que son las ventanas del otro mundo.

Nos demoramos saludando. Mis estudiantes me saludan. Me acogen en la dulzura de sus ritmos. Me siguen diciendo profe. Esa palabra se ha dulcificado. Me deja sentirme y quererme. Soy querido por ellos en ella.

Al poco tiempo, con los pies agradecidos del tiempo matinal, entramos en materia. Alguien expone. Digo expone, es una exposición del alma en el cuerpo: las posturas, los movimientos, la misma quietud. Casi nunca en el aula entra el cuerpo con tanta confianza.

El que expone deja ver sus razones. Pero también sus sentimientos. La unidad de idea y sensación entrega el acto de pensar en su excepción y milagro.

El tiempo se va yendo. O va llegando. Digo llegar. Mientras se va, el tiempo se vuelve. Los minutos se asoman. El tiempo se muestra agradecido. Decidido a seguir yendo, sin dejar dolor ni amenaza.

No sé si esto dure. Menos aún si vuelva a darse. Lo que esta vez se abre, obedece a la bondad de estas muchachas y estos muchachos. A los que yo debiera cantarles. Pero tendría que ser como un Withman.

La clase dura lo que tiene. No queda nada pendiente. El tiempo rinde, pero no cansa. Digo dura por esa falta de dureza que se siente como un vuelo. El momento aletea entre nosotros y, como si fuera una mariposa, mis alumnos y yo nos ponemos a mirarlo.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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