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Academia Ciencia Sociedad

Paridad y reconocimiento, el camino de las mujeres en la ciencia

11/02/2022
Por: Yénifer Aristizabal Grajales - Natalia Piedrahita Tamayo - Periodistas

«Efecto tijera» o segregación vertical y la mejora en las condiciones laborales de las investigadoras, son algunos de los retos que enfrenta progresivamente la ciencia en el país. #VuelveALeer sobre dos iniciativas que involucran a la Alma Máter y que van por esta vía.

En la Universidad de Antioquia 783 mujeres hacen parte de diferentes grupos de investigación, cifra que corresponde al 41 % de los investigadores de la Institución. (Cifras a febrero de 2021). Foto: cortesía Vicerrectoría de Investigación.

La brecha de género en el campo científico es todavía un asunto pendiente. En un diagnóstico ofrecido por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación a partir de cifras propias y del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología —una asociación civil de carácter privado— llama la atención la segregación vertical o «efecto tijera» en el Sistema Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación —SNCTeI— y las condiciones de investigación en la industria laboral.

Este fenómeno se entiende como «un proceso en el que las mujeres parecen tener amplias posibilidades de acceso al inicio de sus carreras académicas —cuando son jóvenes científicas o investigadoras— pero, a medida que pasa el tiempo, estas cifras empiezan a reducirse de manera considerable y a haber una mayor participación por parte de hombres en posiciones de liderazgo académico o en altas posiciones investigativas». Lo anterior está descrito en un diagnóstico reciente compartido por MinCiencias al periódico Alma Mater.

El informe indica que entre 2009 y 2018, Colciencias apoyó a 8834 jóvenes investigadores, de los cuales 4789 son mujeres (54.21 %), sin embargo, cuando se analiza el indicador de investigadores activos vinculados a grupos de investigación, en el mismo lapso, la concentración femenina se diluye: de un 68.3 % hombres, frente a 31.7 % del sexo opuesto.

Estos datos evidencian el «efecto tijera», en el que el acceso en las primeras etapas de la carrera es amplio o paritario; sin embargo, a medida que las mujeres desean ascender empiezan a encontrar limitaciones o tiempos muy grandes para su promoción a posiciones de liderazgo.

Al respecto, Ángela Stella Camacho Beltrán, física y presidenta de la Red Colombiana de Mujeres Científicas, declaró que «decisiones como el matrimonio, los hijos y la manutención del hogar son las primeras preocupaciones que reportan las mujeres científicas que asisten a los seminarios de la Red, estos procesos las enfrentan a preguntas sobre su devenir académico, mientras en muchos casos los hombres tienen una mayor libertad en cuanto a temas familiares o domésticos».

Respecto a los ingresos económicos de profesionales con doctorado, desagregados en hombres y mujeres entre el 2008 y el 2012, también hay disparidad. La diferencia osciló entre el 17 % y el 37 % en áreas como las ciencias agrarias y las médicas. En estas últimas, durante el 2010, los valores aproximados fueron de 5.689.412 pesos para los hombres y 3.554.452 pesos para las mujeres.

Según Camacho Beltrán, esta distancia no está solo en la ciencia, sino en diferentes campos del saber: «Algunas mujeres científicas me han contado que en entrevistas laborales les han hecho preguntas como ¿usted piensa quedar embarazada en el futuro? La razón por la que algunas empresas prefieren contratar hombres es porque tienen mayor continuidad que aquellas mujeres que, aunque pueden ser muy productivas, priorizan intereses familiares».

Hay situaciones en las que influyen factores como la experiencia adquirida, ya que históricamente los hombres han tenido más participación y por lo tanto más ventajas, como también sucede con el escalafón docente, que remunera más a quien haya subido su categoría.

Por su parte, la Unesco, en el Atlas de la inequidad de género en la educación, publicado en 2015, reportó que solo el 35 % de las mujeres estudian carreras científicas en el mundo. En este mismo documento se ponderó que en Colombia cerca del 53 % están matriculadas en programas universitarios de ciencias naturales; mientras que, en el sector de las ingenierías, representan el 35 % o menos. Aunque en el primer caso podría considerarse que hay paridad, es necesario poner la lupa sobre las situaciones que se dan al interior de los programas académicos.

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó, en 2016, el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Las actividades que se desarrollan este día se relacionan con la educación y sensibilización pública «a fin de promover la participación plena y en condiciones de igualdad de las mujeres y las niñas en la educación, la capacitación, el empleo y los procesos de adopción de decisiones en la ciencia», indicó la entidad.

Desde las universidades

Entre el 2009 y 2018 Colciencias apoyó a 8834 jóvenes investigadores, de los cuales 4789 son mujeres. Foto: cortesía Vicerrectoría de Investigación.

La preocupación en Colombia alrededor de este tema es cada vez más evidente, tanto por colectivos de mujeres y científicas que reivindican y buscan un reconocimiento en el campo de la ciencia, como por instancias del Estado que trabajan para su vinculación, enfocándose no solo en las mujeres adultas y el acceso a la educación especializada, sino también en estimular vocaciones científicas en las niñas, para cambiar la ruta histórica dominada por el hombre. Un ejemplo de ello es el Fondo + Mujer + Ciencia de Minciencias, que pretende convertir este campo del saber en una «herramienta de desarrollo y crecimiento económico con equidad, en todas las regiones de Colombia».

Las Marías al Aire y Astrochía son iniciativas en las que convergen mujeres con el interés de incidir en temas sobre política y género desde la ciencia, en ambas tienen participación de científicas y estudiantes de la Universidad de Antioquia. La primera ganadora de la convocatoria Mujeres Jóvenes Talento 2020 de la Alcaldía de Medellín, es una propuesta de salubristas e investigadoras que durante la pandemia desarrollaron no solo su vocación por la divulgación en temas de salud pública y ambiental en redes sociales, sino la inquietud sobre niñas, jóvenes y mujeres en la ciencia.

«Hay un rezago histórico y cultural gigante que no podemos ocultar y esto va a tomar más tiempo, por eso es importante poner estos temas sobre la mesa», expresó María Salomé Mejía Ochoa, integrante de Las Marías al Aire.

El trabajo académico de Andrea Guzmán Mesa, estudiante del doctorado en Astrofísica de la Universidad de Berna, en Suiza, está relacionado con exoplanetas. En oportunidades le han preguntado cómo llegó hasta allá, si es una mujer. Con un grupo de colegas, se preguntó por las experiencias de las mujeres astrónomas en Colombia y así nació Astrochía, mujeres colombianas haciendo investigación en astrociencias. «Se gestó como una red de apoyo y reconocimiento para todas, también como un espacio de mentoría para las nuevas generaciones, ya que muchas personas se preguntan ¿qué debo hacer si quiero estudiar afuera? ¿En qué trabajan las astrónomas y las matemáticas en la actualidad?», explicó Guzmán Mesa.

Para ella este es un tema relacionado con los prejuicios en la sociedad, y no pueden señalarse como de una institución particular, sino que están imbricados en ideas que se volvieron tradicionales y que es urgente cambiar. Las nuevas generaciones son fundamentales para borrar estas barreras, de ahí la importancia de que se generen colectivos que inspiren a las niñas a contemplar que el talento no depende de ser hombre o mujer y a velar por la paridad de los derechos humanos.

Camacho Beltrán, finalmente, apunta que no son solo una sino muchas las iniciativas de universidades y entidades públicas que vienen trabajando por la equidad en la ciencia, sin embargo, hay asuntos que para cambiarse desde la práctica deben ser garantizados por políticas públicas pertinentes y, en ello, Colombia tiene que trabajar bastante.

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