Ciencia

Fotos: cortesía Mauricio Rivera Correa. 

En quebradas y arroyos del noreste del Perú habita la Hyloscirtus diabolus, una llamativa rana de ojos rojos, de tamaño relativamente grande y con extremidades anteriores hipertrofiadas (es decir, brazos muy gruesos), la cual era desconocida para la ciencia hasta hace poco.  

Este anfibio fue descrito en el último número de la revista especializada Zootaxa y presentado formalmente a la comunidad académica y a la sociedad como parte de la familia Hylidae, cuyas ranas son arborícolas, gracias al trabajo colaborativo de un grupo de investigadores de Perú, Colombia y Canadá.

Con un nombre científico que alude al Diablo, esta robusta rana fue encontrada en un área en Perú donde hay proyectos mineros que podrían afectar a sus poblaciones naturales. “En futuras décadas es muy posible que esos bosques sean arrasados para la explotación minera de metales”, indicó el docente Mauricio Rivera Correa, investigador asociado al Grupo Herpetológico de Antioquia, GHA, y adscrito a la dirección de Regionalización. 

¿Por qué rana del diablo? Para este biólogo, los nombres científicos pueden ser una herramienta de divulgación que atraiga la atención y genere recordación entre quienes no sean cercanos a la ciencia. 

Ahora el reto es conocer mejor esta rana, cuyo nombre alude a su forma: apariencia fuerte, espina larga en la mano que podría servirle eventualmente para el combate entre machos de la misma especie, hueso vómer en forma de tridente y el color rojo oscuro de su iris. El Diablo, según el cristianismo, es el espíritu del mal e históricamente ha sido representado con una figura humana con pezuñas, fuego, tridente, cachos y cola. 

Rivera Correa agregó que: “Hyloscirtus diabolus no es una alegoría al diablo, es simplemente atribuirle un significado de acuerdo a la morfología de un organismo, en este caso, con un personaje histórico o mitológico. Nuestro desafío científico es describir formalmente las especies nuevas antes de que las actividades del hombre lleven a su extinción”.

A pesar de la descripción formal de esta rana, los biólogos tienen mucho aún por investigar, pues se desconocen aspectos de su comportamiento e historia de vida, por ejemplo su canto. “Las ranas arborícolas son muy interesantes y diversas, el género Hyloscirtus tiene una condición particular y es que siempre está asociado a quebradas, riachos o ríos; no son ranas que habitan charcas como la gran mayoría de las especies de la familia”, añadió el profesor. 

Hasta ahora, los investigadores solo conocen dos individuos de esta especie. Rivera Correa explicó: “es una rana relativamente rara. Su rareza puede ser porque no se ha hecho el esfuerzo suficiente para colectar más individuos. Mi colega peruana, quien desarrolló la fase de campo, no pudo estar mucho tiempo allí, entonces no registró atributos de su historia natural, por ejemplo cómo canta o cómo se reproduce”. 

En muchos casos, para identificar estas características, los investigadores deben quedarse en el campo durante semanas o meses, y aunque a veces los investigadores no disponen de esta información, la morfología puede ser evidencia de algunos rasgos o atributos evolutivos.  

En esta investigación participaron los herpetólogos Karla García, vinculada al Centro de Ornitología y Biodiversidad, Corbidi en Perú, y el canadiense Taran Grant, director del Laboratorio de Anfibios de la Universidad de Sao Paulo en Brasil.

Después de colectada por Karla García, el docente Mauricio Rivera viajó al museo en Lima donde estaban depositados los especímenes y revisó el material, “como ya tenía cierto conocimiento de este grupo de ranas, nos dimos cuenta de que se trataba de una especie nueva e iniciamos su descripción”, agregó. 

Luego, los investigadores reunieron la evidencia y emplearon distintas herramientas, como el análisis morfológico exhaustivo y análisis molecular, para identificarla como una especie nueva. Todavía no se sabe si esta rana es venenosa porque hace falta realizar análisis histológicos y cromatográficos, entre otros; “yo sospecharía que sí presenta algún grado de toxicidad, porque cuando se colectaron, liberaron una sustancia pegajosa aparente como estrategia antidepredatoria”. 

Como miembro del Grupo Herpetológico de Antioquia, del Instituto de Biología, Rivera Correa trabaja en la línea de diversidad, sistemática y taxonomía de anfibios, que incluye ranas, sapos, cecilias y salamandras. Colombia es el segundo país del mundo más diverso en sapos y ranas, “tenemos alrededor de 800 especies y decenas por descubrir y describir formalmente, esto hace de Colombia un país estratégico para este tipo de investigaciones”, indicó. 

Según Rivera Correa es necesario destacar el trabajo de investigación básica en biodiversidad que se desarrolla en Colombia por parte de distintos laboratorios, a pesar de las limitaciones financieras en algunos casos. Esto es esencial para conocer, divulgar y conservar el patrimonio natural de la Nación. Sin embargo, este trabajo se ve restringido por las dificultades que existen para garantizar la conservación de las especies a través de cambios en las políticas públicas en territorios como este, amenazado por la minería. “Es como la batalla entre David y Goliath”, concluyó.  

Mas información de las investigaciones desarrolladas por el Profesor Rivera-Correa, y el artículo original de Hyloscirtus diabolus pueden encontrase en http://rivera-correa.weebly.com/