Sociedad

Foto: Juan Diego Restrepo Toro. 

Según Lucía González Duque, asesora de la oficina del Alto Comisionado para la Paz, la sociedad colombiana y dentro de ella, la Universidad de Antioquia, tiene múltiples tareas de cara a la implementación de los acuerdos de paz de La Habana entre el Gobierno Nacional y las Farc. Una de ellas es la pedagogía sobre los acuerdos ante el reto que representa la refrendación por medio del plebiscito. 

Con una trayectoria amplia en el campo social y cultural, González Duque se ha desempeñado como directora del Museo de Antioquia y del Museo Casa de La Memoria de Medellín. También ha sido consejera para la Vida, la Reconciliación y la Convivencia de la Alcaldía de Medellín, y directora Regional de la Unidad Nacional de Víctimas, Antioquia. 

¿Cuál es el mensaje que trae a la Universidad de Antioquia en este momento del proceso de paz de La Habana?
Estuve en el comité rectoral de la Alma Máter, en una conversación sobre los acuerdos de La Habana y el reto que tenemos ante el plebiscito, y allí el papel de la Universidad es importantísimo. Primero en extender la pedagogía de los acuerdos porque es un reto histórico que tenemos, es decirle sí o no a unos acuerdos, si creemos que estos van a ayudar o no a construir la paz en el país.

¿Cree que con ellos se logrará la paz?
Los acuerdos no son la paz, pero una universidad no puede permitir que sus estudiantes y la población aledaña pase ignorante frente a estos temas, por eso es necesaria la pedagogía.  Por eso tiene la tarea de hacer una pedagogía extendida y objetiva de los acuerdos. Yo le pediría que lo hiciera por el sí, porque es abrir una ventana de oportunidades, porque es acabar una guerra de decenas de años y porque es sacar del panorama político más de 10.000 armas.

¿Y más allá del plebiscito qué desafío tiene la Universidad? 
Lo segundo es que en la implementación de los acuerdos hay muchos retos que ahí están enunciados pero su desarrollo llevará tiempo y habrá que hacerlo de manera reflexiva y documentada. La Universidad tiene conocimientos muy importantes para aportar, por ejemplo en temas de reforma rural integral y de lograr una participación política más democrática. 

La Universidad tendrá mucho que decir y hacer, además tiene que acompañar al alcalde de Medellín y al gobernador de Antioquia, pues creo que ninguno de estos dos gobernantes puede permitir que este momento histórico pase impunemente, sin que hagamos una apropiación del momento. 

¿Por qué hace énfasis en estos gobernantes?
Porque Medellín y Antioquia han sido productores y receptores de violencia. Antioquia tiene más de 1.500.000 víctimas, entonces no puede ser que seamos la sociedad más violenta pero después, cuando viene un proceso de paz, nosotros no tengamos una actitud absolutamente proactiva que nos ayude a entender que es el momento de superar asuntos estructurales, tanto culturales como objetivos de la violencia. De ahí que hagamos una lectura de qué apropiar de esos acuerdos para Antioquia y Medellín, y además qué pueden aportar estos territorios. Hay un asunto en la cultura que está en el fondo y que hay que resolver.

¿A qué se refiere con el asunto cultural? 
A esa cultura que permite que la violencia se expanda en un territorio, que reedita una y otra vez la violencia; a esa cultura hay que interpelarla porque nos hizo ser tan violentos y recibir con tanto entusiasmo al narcotráfico, por ejemplo, y que nos ha acostumbrado a muchas cosas: sicarios, narcotráfico, prepagos, a una cultura del consumo, del dinero fácil y de lo mundano, todo eso hay que interpelarlo y lo tiene que hacer la universidad porque los gobiernos no lo hacen. 

¿Y cómo interpelar esa cultura?
Desafortunadamente los gobiernos no creen en los asuntos de la cultura, pero a la universidad le conviene y le compete hacer esa tarea. El arte y la cultura tienen una tarea muy importante porque hay cosas que solo se han nombrado desde el arte, hablo de relaciones y diálogos que son mucho más fecundos y más posibles desde el arte cuando hay tantas tensiones en una sociedad.

Ese es el reto que tiene la academia en una sociedad en posconflicto, lo que implica una actitud y un pensamiento. Posconflicto no es tanto un conjunto de acciones, sino que la voluntad de querer salir de la guerra es algo que tiene que irradiar todos los proyectos y programas, entre ellos el Plan de Desarrollo Institucional que va a construir la Universidad de Antioquia para los próximos 10 años. 

¿La Universidad de Antioquia debería abrir ese capítulo de la guerra?
¡Claro! Es que ya se hizo en Bojayá y ya lo hicieron las víctimas de la Comuna 13, es por eso que la Universidad tiene que hacer esa evaluación para hacerse una lectura desde adentro. Tiene que preguntarse cuál ha sido su papel en la violencia y no ha hecho una memoria. La Universidad fue foco de violencia, resistencia y aunque es foco de análisis de las violencias, aún no se ha armado una historia que toque su memoria.

¿Cómo relacionaría el papel de la Universidad con su presencia en el territorio antioqueño?
Una tarea muy importante está en los territorios. Hay que prestar un cuidado especial a las zonas veredales transitorias donde va a estar concentrada la guerrilla para el desarme porque, por supuesto, allí habrá tensiones y sería bueno que la Universidad acompañara a esas comunidades, sobre todo alrededor; pero también hay que ponerle mucha atención a aquellas poblaciones donde el Estado va a hacer una inversión importante para suplir su ausencia. Actualmente hay una priorización de entre 120 y 130 municipios del país, de ellos varios (no muchos) son antioqueños y vale la pena hacer un acompañamiento, sobre todo a las instituciones gubernamentales para que haya capacidad de planeación, ejecución y que exista una veeduría sobre esos recursos y se aproveche realmente ese momento.

Pero la tarea fundamental de la Universidad es cultural, es cómo contribuye en la formación del sujeto para transformar esa cultura de la violencia a una cultura que sea capaz de transitar por el conflicto y resolverlo de manera pacífica, a una sociedad más equitativa y justa, eso es un proyecto político y moral que también le corresponde a la universidad.

Una de las críticas más recientes a la academia colombiana y sus instituciones es el énfasis en la investigación en ciencias exactas, quedando relegadas las humanidades y la cultura ¿Qué piensa de esto?
A eso me refiero, la universidad por supuesto que forma los mejores sujetos que cree que tiene que formar, pero también a las universidades hoy se les va la vida hablando de innovación, ciencia y tecnología, pero no nos preguntamos para qué, ni cuál es el sujeto moral y político que se forma. Innovación no es una palabra suficiente y tampoco lo es tecnología, la pregunta es: ¿tecnología y ciencia para qué?