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Opinión

Lo que brilla con luz propia

24/07/2020
Por: Hugo Buitrago Montoya, Director de la Unidad Especial de Paz

«... La Universidad de Antioquia ha de ofrecer, sin vacilaciones, el respaldo a la Comisión, a su presidente el padre Francisco de Roux y a todas y todos los comisionados, por un principio apenas elemental: es de un lado nuestra obligación y responsabilidad con la verdad y del otro el derecho a ella, como el derecho a la paz...»

En el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, firmado en noviembre de 2016 entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, el mandato de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición es absolutamente claro. De manera sintética la Comisión tiene como función principal:

Esclarecer y promover el reconocimiento de: prácticas y hechos que constituyen graves violaciones a los derechos humanos y graves infracciones al derecho internacional humanitario (…), las responsabilidades colectivas del Estado, de las FARC-EP,  de los paramilitares y de cualquier otro grupo en el conflicto (…), el impacto humano y social del conflicto en la sociedad (…), el impacto del conflicto sobre el ejercicio de la política y el funcionamiento de la democracia en su conjunto (…), el impacto del conflicto sobre quienes participaron directamente en él como combatientes y sobre sus familias (…), el contexto histórico, los orígenes y múltiples causas del conflicto (…), los factores y condiciones que facilitaron o contribuyeron a la persistencia del conflicto (…), el desarrollo del conflicto (…), el fenómeno del paramilitarismo (…), el desplazamiento y despojo de tierras con ocasión del conflicto y sus consecuencias (…), la relación entre el conflicto y los cultivos de uso ilícito (…), los procesos de fortalecimiento del tejido social en las comunidades y las experiencias de resiliencia individual y colectiva (…), los procesos de transformación positiva de las organizaciones e instituciones a lo largo del conflicto (Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, 2016, pags 134-135).
 

Adicionalmente a la Comisión le corresponde trabajar por construir procesos de reconciliación y convivencia que generen las condiciones en las comunidades y en la sociedad en general de no repetición, centrando sus esfuerzos en los territorios de mayor afectación en ocasión del conflicto armado, de tal manera que se puedan construir relaciones mediadas por el respeto a las diferencias, la tolerancia, la inclusión, la solidaridad, el trabajo cooperado, la participación, la democracia, los derechos humanos. Elementos constitutivos de comunidades en paz, así el trabajo de la Comisión por la verdad es en últimas el trabajo por la construcción de paz en el país.  

A esto se ha dedicado la Comisión, al cumplimiento a cabalidad de su mandato, a recorrer el país para escuchar las distintas versiones, narraciones, hechos, historias, relatos, de todos y todas, de víctimas, de victimarios, de empresarios, de comerciantes, de grupos étnicos, de mujeres, de excombatientes de todos los bandos, de campesinas, de jóvenes, de comunidades, de organizaciones.

Se ha dedicado a abrir espacios y audiencias en donde no solo se cuenten las atrocidades de la guerra para saber qué paso, sino sobre todo, para comprender y tener explicaciones de lo que pasó, por qué pasó y cómo pasó, abrir espacios para comprender y asumir de una vez por todas la inutilidad de la guerra, para la reflexión sobre las atrocidades que trae consigo la utilización de la violencia como forma de resolver los conflictos, las tensiones o los desacuerdos; es de alguna manera el proceso de construir no una verdad, sino las múltiples verdades que contempla un proceso tan complejo y terrible como el conflicto armado que ha vivido Colombia.     

Es innegable que el país sigue debatiéndose de manera feroz en relación con la paz, como reflejo de las heridas profundas y latentes que todavía tenemos como sociedad; es la persistencia del resentimiento, la intolerancia y la venganza antepuesta a la urgencia de justicia, verdad y reparación. A ojos de la sensatez este escenario sería una especie de delirio colectivo, pues la paz como aspiración suprema de toda sociedad supone que generaría procesos de unidad en torno a un propósito tan loable y por lo tanto debería darse de manera menos dramática que como sociedad y país lo estamos haciendo.

En esa pugna sin sentido la verdad, como tantas veces se ha dicho, se ha convertido en un campo de batalla, en un botín muy preciado, porque sin verdad no hay paz, porque para la paz es imprescindible la verdad. Lo que está en juego en esa disputa es la paz misma, todos lo sabemos, tanto quienes defendemos el proceso de paz y trabajamos por construirla cada día, como quienes están en la orilla de “hacer trizas los acuerdos” y condenar al país a un nuevo ciclo de violencia por la mezquindad de mantener intactos sus intereses económicos, políticos y sociales, porque además no quieren o no tienen la altura moral para reconocer y asumir que tuvieron responsabilidad en muchos de los actos espantosos ejecutados en buena parte de los territorios más lejanos de esta maltrecha geografía y abandonados a su suerte por el Estado colombiano.

No obstante, la Comisión seguirá adelante, la verdad –las verdades múltiples–, emergerán inexorablemente, porque el valor de su trabajo trasciende los acuerdos mismos; su valor es social y cultural porque se trata de la verdad o las verdades para la reconciliación, para el perdón, para la paz y por ello demanda el respaldo irrestricto del conjunto de la sociedad y la institucionalidad.

La Universidad de Antioquia ha de ofrecer, sin vacilaciones, el respaldo a la Comisión, a su presidente el padre Francisco de Roux y a todas y todos los comisionados, por un principio apenas elemental: es de un lado nuestra obligación y responsabilidad con la verdad y del otro el derecho a ella, como el derecho a la paz.

Los resultados de la Comisión serán imperfectos, como la obra humana que son, pero sentarán las bases de la reconciliación y la paz. La verdad surgirá pese a los ataques porque la Comisión hace su trabajo tal como le corresponde, con el único propósito de contribuir a construir un país en paz, ello nos da la convicción de que esta vez la verdad no podrán encubrirla ni falsearla, “porque lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar, su brillo puede alcanzar la oscuridad de otras costas” (De una canción de Pablo Milanés).


NotaEste es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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