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Y, ¿qué es la paz?

14/10/2016
Por: Sergio. A. Urquijo Morales - Periodista Revista Experimenta

La construcción de paz va más allá de los acuerdos entre grupos armados irregulares y gobierno. Es un asunto de equidad y de reconciliación, y muchas comunidades ya lo están haciendo. Conocer, sistematizar y proponer esas soluciones de paz es la labor de la investigación en ciencias sociales, humanidades y artes en la Universidad de Antioquia.

"Sofía, frente a su casa, con su mamá y su hermana, en el barrio Santo Domingo, Medellín. Fotografía: Juan Alexander Monsalve Muñoz. Agradecemos a la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos de la Alcaldía de Medellín, Unidad Familia Medellín. Proyecto Familia Medellín: Medellín Solidaria. 

Marta, madre de un excombatiente de las FARC, se sienta al lado de Enidia, quien perdió a su hijo, combatiente de las AUC, y de Luz Mery, cuyo esposo, campesino no combatiente, fue asesinado en 2003, durante una época de fuerte violencia en el oriente de Antioquia.

Estas mujeres se sientan y conversan; proponen cómo vencer el odio y cómo evitar que más muchachos y muchachas del campo y los barrios marginales sigan el camino de la guerra. Hacen parte de la Asociación de Mujeres del Oriente, AMOR, que desde 1994 agrupa a 23 grupos de mujeres, muchas de las cuales son víctimas y parientes de víctimas, pero que se resisten a la guerra y buscan restablecer el tejido social y el diálogo.

“Juntamos a desmovilizados y a víctimas para formarlos como promotores de vida y salud mental”, afirma la directora de AMOR y presidenta de la red Conciudadanía, Beatriz Montoya. “Cada una iba pensando en el mismo espacio cuál era el lugar en que la guerra había puesto a cada uno de ellos. Y concluimos que el enemigo es la guerra”.

Iniciativas como estas han sido y seguirán siendo estudiadas, apoyadas y sistematizadas por diversas investigaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, con la intención de que puedan ser adaptadas a muchas otras comunidades donde quieren reconstruir los lazos rotos por el conflicto armado. Un conflicto que hoy, 50 años después de iniciarse, enfrenta una coyuntura que puede definir el futuro de Colombia.

Estamos en un momento decisivo que no va a terminar con los conflictos en Colombia, pero sí potenciará y dará un nuevo aire a tantos esfuerzos por construir una nueva forma de resolver esos conflictos”, expresa la profesora Gloria Naranjo Giraldo, del grupo de investigación Estudios Políticos. 

La labor de la investigación es también de alerta y conciencia. “Como están las cosas, después de los acuerdos de La Habana los factores estructurales del conflicto armado —el despojo, la inequidad, el desarrollo que aplasta comunidades—van a quedar iguales, o incluso peores”, indica la investigadora Jenni Perdomo, del Instituto de Estudios Regionales, INER, quien se ha dedicado a conocer los conflictos sociales y ambientales generados por los grandes proyectos de extractivismo.

Por eso, despiertos y propositivos, los investigadores de la Alma Mater buscan en la gente las claves para la paz. “Conocer las formas como las comunidades imaginan y llevan a cabo sus propios procesos de reconciliación, incluso en contra de los grandes actores gubernamentales e irregulares, es la función principal de la investigación de la universidad en los temas de conflicto y paz”, señala la profesora Naranjo Giraldo.

Para saber cómo y quiénes harán la paz

En 2014 y 2015, el área coordinó la construcción de la Red de Pensamiento Estratégico de la Universidad de Antioquia, cuya primera labor fue inventariar y sistematizar el trabajo docente, de extensión y las investigaciones que durante 10 años se ha hecho en dos nodos: Conflicto y construcción de paz y Urabá y construcción de paz. 

El resultado fue un gran corpus de trabajo que muestra cómo la Universidad ha jugado un papel importante en la comprensión de estos procesos y está llamada a participar aún más. “La universidad es una institución con un gran deber en estos procesos, pues es muy respetada y la gente cree en ella”, afirma la profesora Naranjo Giraldo. 

Para el nodo Conflicto y construcción de paz la Red identificó siete grandes líneas de trabajo: conflictos y violencias, tratamiento de conflicto, víctimas y victimarios, formación para la paz, resistencias, memorias y justicias y derechos. 

“Las universidades territoriales deben encargarse de cosas en las regiones. La construcción de la paz territorial no se puede hacer en Bogotá ni en un escritorio. Hay que estar en las regiones, donde las mayores cosas han pasado”, opina la investigadora.

Recursos y territorio: causa y solución del conflicto armado

El área más delicada de estudio es la que toca el origen mismo del conflicto armado, y que a propósito está en el centro de la mesa de negociaciones en La Habana: la inequidad en la distribución de recursos y territorio en el país. 

“Para entender el conflicto armado y las soluciones de fondo hay que conocer sus orígenes, y esos están en las dinámicas y rupturas territoriales”, indica Clara Aramburo, del Instituto de Estudios Regionales, INER, quien, entre otras investigaciones del tema, estuvo a cargo de la sistematización de experiencias de la red Conciudadanía.

Por ello, numerosos grupos del área abordan la paz desde la perspectiva de restitución de tierras y la justicia en los recursos. Pero también del territorio, como lo hicieron investigadores del grupo Historia Social al reconocer y sistematizar la experiencia de titulaciones colectivas para poblaciones afro en Antioquia, mostrando cómo la justicia y el ordenamiento territorial solo tendrán éxito si se acoplan a las formas de vida desarrolladas por las mismas comunidades.

Como ejemplo de esta visión holística, el nodo Urabá y Construcción de Paz, de la Red de Pensamiento Estratégico, identificó como investigaciones constructoras de paz las realizadas para el ordenamiento pesquero y la preservación de ecosistemas en la región. 

Luz Fernanda Jiménez Segura, coordinadora del proyecto sobre recursos pesqueros en el Atrato Medio, lo resalta cuando afirma que “la mayor ganancia de un proyecto así es que al basarlo en su riqueza biológica, los pobladores de la región pueden reconstruir tejidos sociales rotos por un conflicto que los golpeó con fuerza”.

Realizados por grupos adscritos a la Corporación Académica Ambiental y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, estos trabajos permiten una mirada, de comunidad y ambiente, al uso de recursos que, por décadas, han sido causa y botín de la guerra en la subregión. 

Memoria es futuro 

Memoria es uno de los ejes del nodo. Abarca el trabajo de quienes investigan para relatar las historias de las víctimas y también de los victimarios y de los espectadores. 

Por ello los periodistas (estudiantes y profesores) de la Facultad de Comunicaciones han elaborado proyectos para reivindicar a los desaparecidos, a los acusados del solo crimen de vivir en zonas de combate, a los excombatientes y a quienes esperan justicia. 

Así, el trabajo de la periodista y profesora de la Facultad de Comunicaciones Patricia Nieto, que ha narrado por años el sufrimiento de las víctimas —como en su libro Los escogidos, sobre asesinatos selectivos en Puerto Berrío—, no busca solo contar la historia de estas personas, sino ayudarles a contarla, a manifestarse y encontrarse.

La memoria es esencial para la construcción del futuro. Por ello, la escuela de bibliotecología apoyó así la construcción adecuada de archivos y memorias para proyectos tan trascendentales como el Museo Casa de la Memoria, las asociaciones de víctimas del oriente antioqueño y las madres de la Candelaria. 

La investigadora Elsa Blair, integrante durante años del grupo Cultura, Violencia y Territorio, afirma que su labor como investigadora es “ayudar a configurar los procesos de memorialización de las personas y comunidades, pues es allí donde radica la reconciliación”. El trabajo del grupo con la memoria de mujeres campesinas de Sonsón, que tanto sufrieron con la guerra, es una muestra de esta filosofía. 

También las artes están mucho más presentes en los procesos de paz de lo que se piensa normalmente. La cultura ha probado ser el mayor aglutinador y una poderosa forma de catarsis. Por eso la Facultad de Artes lanzó durante 2014 y 2015 un proyecto con Colciencias y el Ministerio de Cultura para formar en emprendimientos culturales a poblaciones vulnerables y de resguardos indígenas, con la seguridad de que es la cultura una forma excelsa de manifestación y diálogo. 

La construcción de la paz ya comenzó

Pero lo más importante a tener en cuenta es que los procesos de construcción de paz ya comenzaron en las comunidades, y que estas saben mucho más de reconciliación que los actores que negociaron en La Habana. Y por eso hay que escucharlas.

La Universidad ha acompañado los procesos de reconciliación y memorialización, las resistencias y la educación para la paz, pero es solo el inicio. 

“La Universidad tiene un papel fundamental en conocer, reconocer, potenciar y ayudar a articular.  Los protagonistas del problema deben ser los protagonistas de las soluciones”, señala Gloria Naranjo Agudelo, quien resalta también la labor de la Universidad como puente entre comunidades, organizaciones, entes gubernamentales y entidades internacionales. 

Desde esta óptica, las decenas de experiencias de paz que se han dado y siguen dándose en Colombia y Antioquia deben ser investigadas por la academia; sus protagonistas deben ser vinculados como parte activa de la investigación y empoderados como transformadores.

Un tema de todos

Uno de los clamores más fuertes desde el área de ciencias sociales y humanas es que la investigación para la paz no puede ser un asunto del área, sino que involucra a todos los esfuerzos de la Universidad. 

Esta visión, reflejada en el nodo Urabá y construcción de paz, debe expandirse a toda la Universidad. “Esta no puede ser una temática del área de Sociales y Humanas”, afirma la profesora Naranjo Agudelo. “Hay que inventariar todo lo que se está haciendo en ingenierías, en ciencias exactas y naturales, en salud, en artes, en ciencias agrarias, pues ya se están construyendo capacidades investigativas para el bienestar y la convivencia”.

Así, hay grupos de ingeniería que trabajan con recuperación de ecosistemas en zonas devastadas por cultivos ilícitos y por cultivos extensivos en tierras de despojo; grupos de economía que trabajan con reconstrucción del tejido económico del campo y grupos de química ambiental comprometidos con la descontaminación en zonas marginadas. 

Estas áreas podrán articularse mejor hacia un fin común, con lo que se demostrará que la existencia misma de la Universidad y su investigación son iniciativas de paz, son la esperanza de que el conocimiento y la educación generarán un país que cree en la vida y la dignidad.  

Este texto hace parte de la revista Experimenta

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