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Opinión

El Centro de Medellín: ¿punto de encuentro o tierra de nadie?

17/04/2017
Por: Juan José Hoyos, profesor jubilado Facultad de Comunicaciones, UdeA

"...Al amparo de su penumbra crecimos viendo las películas de los grandes maestros, enamorándonos de las estrellas del cine y escuchando la música de nuestra generación..."

Para los que habitan sus calles, el centro de una ciudad son muchos lugares en épocas distintas. A medida que la vida colectiva se transforma, con el paso de los años el centro se mueve y cambia de lugar, a veces en forma caprichosa; otras, guiado por la mano del hombre.

En la época colonial, el Centro de Medellín eran las calles que rodeaban algunos parques o iglesias como La Veracruz, San Benito o La Candelaria. A comienzos del siglo XX, eran las calles aledañas a los almacenes y los bancos del Parque de Berrío; a la Plazuela de San Ignacio y al Paraninfo de la Universidad de Antioquia; o a los negocios de abarrotes y las cantinas que rodeaban la vieja plaza de mercado de Cisneros.

Para los viajeros, el Centro era el lugar donde ellos bajaban de los vagones del Ferrocarril de Antioquia o de los camiones que los transportaban desde los pueblos. Para las familias que pertenecían a la élite, en cambio, eran el Club Unión, el Parque de Bolívar y las mansiones del barrio Prado.

Después de los incendios que destruyeron parte del Parque de Berrío y la plaza de Cisneros, el Centro pasó a ser la ciudad que surgió de esas ruinas. Las nuevas avenidas fueron transformando el paisaje: las viejas casonas que bordeaban la quebrada Santa Elena, una vez que su cauce fue cubierto por el concreto y el asfalto, cedieron su lugar a la avenida La Playa. Las demás sucumbieron, años más tarde, al paso de la avenida Oriental. La ciudad empezó a borrar su pasado a golpes de piquetas, taladros y cinceles.

Para los muchachos que nacimos en los barrios en los años cincuenta, el Centro era esa ciudad que crecía a una velocidad de vértigo en mitad del valle formado por el río Medellín, más allá de los límites de nuestro vecindario. Era el sitio donde estaban los grandes almacenes, los edificios del gobierno, los mercados populares, las clínicas, los hospitales, las grandes iglesias, los cementerios, las universidades, los bancos, los museos, las librerías, las bibliotecas, las oficinas de las empresas, los bares, los cafés, los restaurantes, las grandes plazas y parques públicos…
 
Con la desaparición de los teatros de cine en los barrios, el Centro también se convirtió para nosotros en una especie de refugio donde podíamos reconciliarnos con los sueños en teatros como El Cid, el Odeón, el Lido, el Ópera, el María Victoria, el Metro Avenida, el Libia… Al amparo de su penumbra crecimos viendo las películas de los grandes maestros, enamorándonos de las estrellas del cine y escuchando la música de nuestra generación.

En algún momento, todo ese mundo empezó a derrumbarse. Los grandes almacenes se trasladaron a los centros comerciales que se construyeron en los barrios de clase alta. La plaza de mercado de Cisneros desapareció junto con el Ferrocarril de Antioquia. Los edificios del gobierno se trasladaron al nuevo centro administrativo de La Alpujarra. Los bancos y las oficinas de las grandes empresas emigraron a El Poblado. Las librerías cerraron sus puertas…

Y lo mismo sucedió con los teatros… Después de que los taladros derrumbaron los muros del antiguo Teatro Junín para construir una torre de oficinas, su suerte quedó sellada. Casi todos fueron reemplazados por centros comerciales y edificios de apartamentos.

Hoy sus fachadas son como fotografías arrancadas del álbum de nuestras vidas. Y el Centro, con excepción de algunos lugares que sobrevivieron a la catástrofe, ya no es más la tierra amiga que nos daba cobijo.


Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos.  Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.

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