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miércoles, 24 de abril 2024
24/04/2024
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Facultad de Educación

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Plan de estudios

Ruta pedagógica

La ruta pedagógica se propone como el camino que posibilita a las pedagogas y a los pedagogos de la Madre Tierra, en formación, reconocer la historia de su ser, de su familia y de sus comunidades para acompañar los sueños pedagógicos y políticos de su pueblo en la sanación y protección de la tierra.

Desde esta orientación, la licenciatura organiza su ruta pedagógica que se nombra así: origen, desequilibro, sanación y protección. Estos aspectos no son entendidos de forma lineal, están en constante interacción en el proceso de formación de las y los estudiantes de la Madre Tierra.


Origen
Semestre uno y dos.

El nombre de este primer momento en la ruta pedagógica de formación de la licenciatura responde a un aprendizaje y un desafío planteado en el desarrollo de la primera cohorte en donde se evidenció la necesidad y la potencialidad de trabajar desde las historias de origen, no solo de los pueblos y las culturas, sino también las historias de origen de cada uno de los estudiantes.

Recurrir a la historia de origen se articula con el propósito pedagógico de formar mujeres y hombres conocedores de sus realidades y críticos ante las amenazas de muerte de la tierra que se evidencia en políticas internacionales y nacionales de gobernantes, pero que también se han estructurado en las prácticas cotidianas de relación consigo mismo, con la familia y con la escuela. Prácticas que deben ser revisadas desde una perspectiva de reconstrucción del origen biográfico y autobiográfico.

La Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra, además de formar en conocimientos de diferentes culturas desde sus relaciones con la Tierra, debe coadyuvar en transformar prácticas de opresión, de inconciencia y en la formación de seres de corazón bueno y palabra dulce que pongan sus conocimientos al servicio de la recuperación del origen desde una profunda conexión entre la educación y la vida.

 

Desequilibrio
Semestre tres y cuatro.

Para describir cómo entender los desequilibrios o interferencias como un momento de formación para revisar y visibilizar problemáticas como la crisis de identidad que pasan los estudiantes, las comunidades y las organizaciones lo cual ha hecho que surja una generación con una autoestima baja sin respeto por sus valores culturales.

Son cinco siglos de atropello en la historia conocida, y de desequilibrios donde ha habido amenazas, muertes, y masacres, físicas y culturales. A lo largo de la historia la otra cultura que trajeron los castellanos impuso prácticas de un ser individual, mercantil, machista, racional, católico, superior a la naturaleza, un ser egocéntrico.

Estas ideas terminaron imponiéndose como forma de vivir y la educación fue y ha sido el mejor instrumento para que las comunidades ancestrales olviden y oculten su pasado originario, y es por eso por lo que en el currículo oficial del Estado no aparecen reconocidas las historias de origen de los pueblos y sus sabidurías.

Este sistema educativo también ha ocasionado el desequilibrio de seres colectivos, el olvido a la Madre Tierra ha formado seres pasivos desconectados con el cosmos y con la tierra como ser vivo.

Esto que se nombra desequilibrio ha posibilitado que los pueblos ancestrales hoy, problematicen su situación cultural, política, económica y educativa y comprendan este acontecimiento como una posibilidad de resignificar su vida, para revitalizar sus saberes y dialogar con otras culturas.

Así entonces, es necesario mirar hacia adentro de cada uno y cada una, de cada comunidad, de cada cultura, reconocer los lugares, los saberes, las prácticas y las espiritualidades en la relación con la tierra, que por generaciones han resistido y que hoy alientan a retomar esos caminos, desde lo que han dicho las sabias y los sabios que nos han acompañado en este proceso, la pedagogía consiste en “acompañar para aprender/recordar la historia y caminar los sueños”.


Sanación
Semestre cinco y seis.

En este momento de la ruta pedagógica se recuerda la orientación, de que ni las personas, ni las culturas deberían quedarse en la queja y el lamento por lo que ha pasado e incluso por lo que pasa, lo cual se ha vuelto una práctica que entorpece procesos e impide que se avance en la resolución de situaciones desde posiciones proactivas y responsables con las realidades que acontecen en los sujetos y en las comunidades.

Desde este momento de formación se invita a buscar salidas, sanaciones con sabiduría desde la Madre Tierra, se articulan herramientas, sentidos, pensamientos como la escucha, la observación, la palabra dulce, el tejido, entre otros.

 

Protección
Semestre siete, ocho, nueve y diez

En este momento de la ruta se propone formar en clave de protección y cuidado de la Madre Tierra, de la familia, de la comunidad y de sí mismos. La protección y el cuidado implica la construcción de un lugar ético de comprensión de valores, saberes y prácticas que requieren ser tejidos y sostenidos en el tiempo. Donde la pedagogía como apuesta central debe posibilitar un sujeto y una cultura con capacidad de transformación y de camino hacia un buen vivir, en el sentido que sea posible desde los territorios y el horizonte de quienes participan y construyen en este Programa.

Esta ruta pedagógica de origen, desequilibrio, sanación y protección también son tejidas desde y con las diversas comunidades participantes. Será una tarea permanente del Programa con las pedagogas y los pedagogos en formación la cual esperamos que no finalice con la graduación u obtención de un título universitario.

Con la comprensión del proceso no como lineal sino en espiral, se posibilita volver al momento del Origen, ya con experiencia de camino, con sanación y mayor compromiso, con un corazón transformado y con palabra dulce, para reinventar y fortalecer las comunidades desde un horizonte más amplio, que reconoce y valora diversas formas de producir conocimiento, de sanar-se y de proteger la Madre Tierra.

Proceso que se teje con la apuesta desde un pensamiento ancestral de formar-nos sujetos de corazón bueno o sô bia, como parte de la formación de la pedagoga y el pedagogo de la Madre Tierra.

Esta ruta se recorre en tres ciclos de formación: 

Para el Programa Pedagogía de la Madre Tierra, la organización también por ciclos permite focalizar y presentar de manera organizada por tiempos el proceso formativo, desde un sentido que reconoce la necesidad de formar las bases, valorar el camino recorrido para aprender en el proceso y profundizar de acuerdo con los énfasis, en el último ciclo.

Cada ciclo comprende espacios de formación en los cuales se desarrollan, profundizan y especializan conocimientos y metodologías acordes con las apuestas de formación del Programa. Los ciclos son:

Ciclo Básico

Este ciclo comprende los cuatro primeros semestres del plan de estudio y según la ruta pedagógica se corresponde con el momento de estudio del Origen y el Desequilibrio. Los espacios de formación que constituyen este ciclo son: seminario integral; plan de vida; educación, lenguajes y comunicaciones; lenguas originarias: oralidad; Etnomatemática y proyección comunitaria-práctica pedagógica. Estos espacios de formación tejen conocimientos, saberes y prácticas que posibilitan adquirir herramientas en una lectura presente-pasado, presente-presente y presente-futuro para analizar la relación de sujetos, familias y comunidades con la tierra como madre. Esto implica, retomar las preguntas problematizadoras que plantea cada momento de la ruta pedagógica y ponerlas en discusión con cada espacio de formación.

Después de dos años de formación desde el ciclo básico se espera que los estudiantes avancen en la construcción de lugar desde la resignificación y el fortalecimiento de su identidad subjetiva, política, comunitaria y cultural; reconozcan de manera crítica interferencias y desequilibrios en la historia, la influencia colonial en los saberes, las prácticas y las espiritualidades de las comunidades, así como las luchas de resistencia en el campo económico, político, cultural y educativo de diversas comunidades. Luego de este recorrido, se pasa un nuevo ciclo que se nombra como de Transición.

Ciclo Transición

Se desarrolla durante el quinto y sexto semestre del plan de estudio. Este ciclo de transición se corresponde con el momento de Sanación de la ruta pedagógica y se espera que posibilite la construcción de caminos para la sanación de los seres humanos con la madre tierra a través de procesos educativos.

Los espacios de formación que hacen parte de este ciclo de transición son: lenguas originarias: significados de vida; lenguas originarias: escrituras; lengua castellana; proyección comunitaria-práctica pedagógica; políticas públicas y legislación educativa; historias, imágenes y concepciones de maestros; didácticas y saberes; construcción, diseño y evaluación curricular, tecnologías de la Información y la comunicación para la Madre Tierra.

Este proceso de transición se convierte, en un ciclo que permite a los estudiantes, sus comunidades y profesores valorar el camino recorrido en el ciclo básico (aprendizajes, dificultades y retos durante el proceso de formación), ajustar en pedagogías y didácticas necesidades e intereses de acuerdo con los sujetos, los contextos y el momento histórico de la cohorte de estudiantes que transita; y abrir espacios de formación para generar capacidades que garanticen un buen camino en el ciclo de profundización.

Ciclo de Profundización

Este ciclo lo constituye los últimos cuatro semestres de la licenciatura, es decir, séptimo, octavo, noveno y décimo, se corresponde con la ruta pedagógica nombrada de Protección. Los estudiantes, en diálogo con las necesidades de sus comunidades, podrán escoger entre tres posibilidades de énfasis para la profundización: Lenguajes e Interculturalidad; Salud Comunitaria Intercultural y Ordenamiento y Autonomía Territorial. En estos dos años los estudiantes deberán profundizar en herramientas conceptuales, metodológicas y pedagógicas en diálogo intercultural, y desarrollar propuestas pedagógicas y de investigación que den cuenta del proceso avanzado de formación como pedagogas y pedagogos de la Madre Tierra.

Los espacios de formación que conforman este ciclo son: saberes y prácticas ancestrales, perspectivas interculturales, proyección comunitaria-práctica pedagógica, asuntos jurídicos-formación ciudadana, Etnomatemática, relaciones intersectoriales, pedagogías de la Madre Tierra y seminarios electivos.

 

Objetivos del programa:

De acuerdo con el ciclo de profundización:

Énfasis en Lenguajes e Interculturalidad.

Acompañar la formación de maestras y maestros con alto compromiso cultural, ético y político, con capacidad de construir procesos educativos, pedagógicos e investigativos que de manera colaborativa contribuyan a la revitalización de las lenguas originarias, así como su interacción crítica y creativa con el castellano y otras formas diversas de los lenguajes, con el fin de recrear y fortalecer las identidades culturales de las comunidades en diálogo intercultural.

Énfasis en Salud Comunitaria Intercultural.

Contribuir con la formación de pedagogas y pedagogos con conocimientos de prevención y promoción de la salud y el buen vivir desde procesos educativos. De este modo se pretende que se apropien de herramientas útiles en este ámbito, para el mejoramiento de las condiciones de salud de sus pueblos, partiendo de sus propios intereses, liderando aspectos propiamente preventivos, emprendiendo procesos de reivindicación de la medicina ancestral y luchando por la generación de condiciones que favorezcan el buen vivir.

Énfasis en Ordenamiento y Autonomía Territorial.

Contribuir a la formación de líderes, lideresas, gobernantes y docentes indígenas o de otros grupos étnicos, con un alto compromiso social, ético, solidario y de pertenencia, capaces de reconocer las diversas comprensiones que tienen las culturas sobre el territorio y sus aportes para protegerlo y sanarlo desde propuestas pedagógicas alternativas que emergen de procesos de observación, escucha, silencio y tejido.  El camino de formación propuesto aquí plantea reconocer la tierra como madre, protectora sanadora que armoniza las relaciones con las culturas del mundo y equilibra miradas y acciones que no han sido tan armónicas.

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