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Construir paz es como sembrar café

El pasado 17 de febrero, Trópicos - el Café abril, abrió nuevamente sus puertas, celebrando con vallenatos la profunda relación entre el café y la paz. Este café, ubicado en el Edificio de Extensión de la Universidad de Antioquia, ha sido el primer esfuerzo de la Federación Mesa Nacional del Café por traer a las grandes ciudades del país el trabajo de diferentes organizaciones cafetaleras sostenidas por firmantes del Acuerdo de Paz del 2016.

Trópicos - el Café de Abril, el cual tomó su primer nombre de la marca del café producido por la Federación, y el segundo, de su predecesor en el Edificio de Extensión que cerró durante la contingencia sanitaria del 2020, se inauguró en septiembre del 2022 con el apoyo de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias, la Unidad Especial de Paz y Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Antioquia. 

Desde entonces, ha sido un proyecto que le ha permitido a firmantes del Acuerdo de Paz fortalecer sus proyectos de reincorporación económica, además de ser una fuente de ingresos para estudiantes y víctimas del conflicto armado, que trabajan en el establecimiento como baristas, meseros y preparadores de café. 

Pero el proyecto también tiene el objetivo de ser un espacio de pedagogía y divulgación del Acuerdo de Paz y del conflicto armado, razón por la cual Trópicos - el Café de Abril tiene referencias a estos dos temas con la intención de que los visitantes y consumidores se interesen y se animen a preguntar.

La reapertura del Café, lejos de ser una conmemoración de un triunfo, fue un recordatorio de que tanto el sembrar café, construir paz, y quizá componer un buen vallenato, toman su tiempo. 

Los cinco meses durante los cuales el Café ha estado abierto les han permitido a las personas detrás del Café experimentar las mayores dificultades no solo de mantener un proyecto productivo, sino también de la reincorporación a la sociedad de los firmantes de paz y de la reconstrucción del tejido social. 

Pero esas dificultades se han convertido en aprendizajes que les permitirán hacer frente a los retos que todavía están por llegar. 

¿Cuáles han sido esos aprendizajes y qué retos aguardan?

Patricia Esquivel, gerente Trópicos - el Café de Abril, pero también enlace territorial del Consejo Nacional de Reincorporación (CNR), ha seguido de cerca desde el 2020 las dificultades que han enfrentado los firmantes de paz para sacar adelante distintos proyectos que tenían la intención de permitirles reintegrarse en la vida productiva. 

De acuerdo con Patricia, una de las mayores dificultades que han experimentado los firmantes, y que ha afectado no solo al Trópicos - el Café de Abril sino también a la mayoría de proyectos emprendidos por ellos, ha sido la transición que tomó tras la firma del acuerdo de paz. 

“Creo que no aterrizaron bien”, explica Patricia, “en los cambios que implica pasar de las dinámicas organizativas de una estructura política militar, a las dinámicas organizativas de un proyecto productivo. Faltó más aprendizaje y más apoyo para que se apropiaran de esas dinámicas”.

Estos cambios implican, por ejemplo, tal como comenta Camila Graciano, firmante de paz y empleada del Café de Abril, una transición brusca. “Antes nos daban todo lo que nosotros necesitábamos”, señala Camila, “estábamos bajo las reglas de un reglamento. Después del Acuerdo nos toca velar por nosotros mismos, comenzar de cero”.

En el caso de Camila, ella no tenía las habilidades necesarias para trabajar en un proyecto productivo, y en particular, en un café, y en un principio no tuvo la oportunidad de obtener esas habilidades. Y esto no solo se aplica al caso de Camila.

Cristian Giraldo, desplazado e hijo de un firmante de paz que precisamente había tomado las armas para evitar las amenazas y el peligro de ser asesinado, también cree lo mismo. Si bien nació en el seno de una familia caficultora, y ha participado activamente en el emprendimiento familiar, sus circunstancias y la estigmatización no le permitieron obtener algunas de las habilidades que podrían considerarse básicas para la mayoría de empleos. 

“La mayoría de personas que estamos en esta cafetería”, comenta Cristian, “no tenemos experiencia en cafeterías, ni atención al cliente, ni hablar a las personas”.

Esto obró en un principio en detrimento de los objetivos del negocio, pues a la par que no se contaba con la competencia necesaria para poner en funcionamiento el negocio, tampoco se podía lograr ese acercamiento a los clientes, el cual era necesario para interesarlos, y hablarles de todo el esfuerzo detrás del Trópicos - el Café de Abril y del Acuerdo de Paz.

Y esto se le podría agregar la estigmatización, como agrega Cristian: “La mayoría no saben que esto es una cafetería de firmantes. Cuando uno les cuenta, se asombran, no creen que sea un firmante el que les está hablando. Se asustan y se aterran, no lo toman de muy buena manera. Es un poco difícil que la gente lo acepte a uno cuando se dan cuenta que es uno es hijo de firmantes de paz, creen que uno es un asesino”.

Sin embargo, esta confrontación, anota Cristian, también podría ser una de las mayores bondades del Café, pues implica el primer contacto con una realidad diferente, a veces desconocida, para muchos consumidores. “Es una bonita experiencia”, añade Cristian, “porque hablando con las personas uno puede cambiar su mentalidad hacia este conflicto armado y hacia los firmantes de paz. Es algo muy fundamental cuando uno tiene la oportunidad de hablar con las personas directamente”.

La posibilidad de que distintas personas de contextos y experiencias muy diferentes se encuentren e intercambien ideas y puntos de vista es quizá el mayor aporte que puede hacer este Café, y esto no solo se limita a los consumidores.

Dairo Ramírez, empleado del Trópicos - el Café de Abril, es un estudiante de Ingeniería de alimentos de la Universidad de Antioquia, y también desplazado por la violencia ejercida por las FARC. Esto fue un punto de tensión cuando empezó a trabajar en la cafetería. “Al principio sí tenía un poco de resentimiento hacia los firmantes de paz”, comenta Dairo, “pues como soy desplazado y fui muy afectado por la violencia. Pero ya en el transcurso, cuando uno empezó a trabajar acá y empezó a socializar con las personas, uno se da cuenta que ellos también son personas, que todos somos iguales”.

Siendo él víctima del conflicto armado, Dairo es un fiero defensor de la importancia del Café, más que nada por la posibilidad de reconstruir el tejido social y la confianza, lo cual nace de conversar y entender a las demás personas, “porque no sabemos qué llevó a los firmantes a tomar esa decisión. Cuando uno empieza a tratar con ellos es que uno se va dando cuenta que en realidad no son malas personas. Simplemente, por otros motivos ya sea la pobreza, la falta de atención del Estado, tomaron una decisión”. 

La importancia del Café no solo termina allí, pues, así como la compresión y reconciliación nace de la tensión y el encuentro de distintas experiencias y puntos de vista, el desafío que supuso comenzar de cero en un área, para firmantes como Camila, también da la oportunidad de iniciar una nueva vida. 

Ella, por ejemplo, tras un curso intensivo gestionado por la Federación Mesa Nacional del Café, ha sido acreditada con honores como preparadora de café. “A través del café”, dice Camila, “estamos experimentando y estamos viviendo un nuevo proceso. Estoy demostrando que quiero salir adelante en esta nueva vida”.

Asimismo, a través del Café se están beneficiando muchas personas, tal como lo comenta Patricia: “Los firmantes se ponen muy contentos cuando por ejemplo uno le dice ‘tráeme 50 kilos de café’ Es poquito, pero es algo, y ellos se sienten muy felices de que hay una vitrina que está mostrando su café. De que sus negocios están saliendo adelante. Esto puede dinamizar y cambiar la vida de mucha gente”.

Pero con todo esto, todavía falta mucho camino por recorrer. El Trópicos - el Café de Abril es solo el primero de los proyectos de comercialización que serían la posibilidad para una verdadera reincorporación para los firmantes de paz; para que las ambiciones de esos hombres y mujeres que dejaron las armas no solo los beneficie a ellos, sino que también puedan contribuir a un desarrollo que disminuya la desigualdad, y permita la reconciliación y una verdadera paz. Para eso, las personas detrás del Trópicos - el Café de Abril se aferran a los aprendizajes que han recogido en estos últimos meses.

“La paz es como el café”, explica Cristian, “se va cultivando para después coger los frutos. Si no hacemos esto, nunca va a haber una paz y nunca las personas nos van a aceptar. Tenemos que hacer cultura e ir sembrando en esas cafeterías un granito de café para después coger los frutos. Y ese fruto es la paz”.
 

Sergio Ramírez Zuluaga – Practicante de periodismo 
Equipo de Comunicaciones de la Unidad Especial

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