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¡Paz! con Mayúscula

Apuntes de Paz #8 - septiembre 18 de 2020

La Unidad Especial de Paz persiste en su propósito de promover y cualificar el debate y la discusión razonada sobre la paz, abriendo espacios para la socialización de opiniones e ideas en torno a la construcción de la paz y las circunstancias coyunturales que inciden en este proceso. 

La Unidad tiene la convicción de que las ideas, opiniones y el conocimiento sobre la paz –como objeto de estudio y como práctica de construcción social nacional, local e institucional–, no solo le permite cumplir su tarea de promover y cualificar la discusión, si no que además contribuye a potenciar el rol práctico que en el proceso de construcción de paz le corresponde a la universidad pública, en general, y a todas y todos como universitarios, en particular. 

En esta oportunidad, para la entrada correspondiente del mes de septiembre, hemos invitado al profesor de las facultades de Educación y Artes Carlos Humberto Arredondo, para compartir su cualificada y sensible opinión con ocasión a los más recientes hechos que profundizan la crisis social y humanitaria del país y sus implicaciones en el noble proyecto de la construcción de paz y la defensa de los derechos humanos. 

¡Paz! Con Mayúscula  

Carlos Humberto Arredondo
humberto.arredondo@udea.edu.co 

¿Es posible hablar de Paz en medio del “fuego cruzado” de discursos, prácticas políticas corruptas, sectores armados fuera de la ley, muerte de líderes sociales, masacres de jóvenes y de crisis económica?  ¿Cómo mantener la construcción de la Paz con esa serie de enfrentamientos que suceden con las guerrillas, las estructuras armadas del narcotráfico y el ejército nacional en diferentes espacios de la geografía nacional?

Las acciones sociales y discursos en favor de la Paz tienen vigencia en el país, y por lo tanto permiten pensar en nuevas y creativas perspectivas sociales, culturales, económicas y ecuménicas que restablezcan los senderos de la Paz en los diferentes territorios y regiones desde un nuevo pacto civil por la defensa de la vida y la Paz en Colombia. Se aspira a una verdadera reconciliación nacional que deje atrás la división y polarización de sectores políticos, gobernantes, fuerzas armadas, empresarios y grupos armados al margen de la ley.

Si bien, la práctica democrática se encuentra en un terreno de definiciones movedizas, es la oportunidad de actuar juntos y sin cansancio en la siembra de propuestas sociales y políticas que beneficien la equidad social, la vida y la Paz; todo ello, a pesar de las diferencias políticas, culturales, étnicas y de género.  

La protesta social encabezada por los movimientos sociales de estudiantes, docentes universitarios, sindicatos, las organizaciones de mujeres, madres de las víctimas de la guerra, jóvenes en las comunas, periodistas independientes, músicos, dramaturgos, actores y actrices, ha levantado la voz individual y colectiva porque necesitan ser escuchados y apoyados por la inmensa mayoría de los ciudadanos que saben, necesitan y requieren de un fortalecimiento de la Paz en Colombia.

A pesar de que algunos grupos sectoriales y empresariales cercanos y defensores del gobierno de turno, que se parece mas a una dictadura disfrazada de democracia por la toma de decisiones unilaterales que no son objetadas por los entes de control del Estado porque están en manos del partido de gobierno, se ha podido observar y verificar la forma como jóvenes y ciudadanos de todos los colores; intelectuales, periodistas sin techo y artistas realizan la resistencia pacifica desde serios cuestionamientos a las políticas de “emergencia” del gobierno nacional. 

Los derramamientos de sangre de jóvenes, campesinos, indígenas, ciudadanos y militares no son la solución a los graves hechos que suceden en este momento crítico de Colombia.  Estas acciones, no son y no serán la forma de solución a las diferencias sociales, económicas y políticas, porque históricamente se ha demostrado que las acciones militares no pueden detener los movimientos sociales que, cansados de injusticias, violencias y guerras, salen a las calles y por las redes sociales a manifestar su descontento con las arbitrariedades e injusticias de los decretos e intervenciones de la presidencia de la República.

No podemos seguir contando la historia del país desde las guerras, es urgente relatar otras historias, aquellas que son tejidas por afrodescendientes, indígenas y mestizos desde los cambios que se dan cuando se lucha, vive, dialoga y se tiene la esperanza de una Paz integral y completa. Todo ello se alcanza con la prudencia en las discusiones con los opositores y el diálogo permanente con las comunidades que deciden participar activamente, junto a otras fuerzas sociales y partidos políticos en las reformas rural, política y judicial, que tanto necesita Colombia en este momento histórico.

No se puede permitir que se haga “trizas” la Paz con la polarización extrema y el odio histórico promovido por algunos grupos de poder. Es necesario establecer un diálogo permanente de académicos, políticos y empresarios. Para redefinir el concepto de progreso y pobreza desde una perspectiva multidimensional que condensa educación, salud y trabajo. Así mismo, la reconciliación en Colombia, requiere de la verdad y reparación con las víctimas, requiere que todos los sectores armados reconozcan la responsabilidad en las muertes, desapariciones, masacres, así como en el reclutamiento de niños y niñas en sus ejércitos irregulares. Aceptar las violaciones de los derechos humanos en diferentes territorios del país es otro aporte a la construcción de una Paz verdadera. 

En los últimos días se ha hecho “trizas” la confianza en los jueces, los políticos, los militares y los funcionarios de todos los rangos, sin comprender que esa confianza era, es y será esencial para nosotros mismos y nuestra convivencia. A pesar del sinnúmero de tragedias sociales y humanas y de las campañas de desprestigio de los Acuerdos de Paz y de la mezcla de múltiples disparos a los acuerdos de la Habana, ¡la Paz sobrevive!

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