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La obra de Francisco Londoño Osorno está compuesta por experimentaciones, abstracciones, desambiguaciones y deconstrucciones del color, de la forma, y de la manera en que se puede narrar. A través de los trazos del pintor, se cuentan historias que solo la imaginación prófuga de los juicios académicos puede contemplar. 

La unión entre el arte y la arquitectura es la causa principal del interés de Francisco Londoño en los espacios y en cómo los habitamos. Su obra parece situar personajes a mitad de camino entre cuerpos y manchas orgánicas, habitando el lienzo que generalmente se encuentra segmentado en espacios rectangulares, simulando edificios o habitaciones. La forma en que estos personajes habitan los espacios segmentados dentro de la pintura, algunos respetando y otros traspasando estos límites, permite fabricar una narrativa a partir de la serialidad de las escenas, construyendo una historia visual que recuerda mucho las diagramaciones de cómics o historietas. Sin embargo, el artista juega con el espacio y no espera que la lectura de estas narrativas tenga una lógica lineal, dejando en manos del espectador la dirección, el inicio y el final de las historias que pueda imaginar.