Opinión

Los recientes acontecimientos sobre violencias basadas en género VBG, en la Universidad de Antioquia que produjeron diversos eventos y acontecimientos: asambleas, pronunciamientos de claustros, comunicados de la asamblea de estudiantes, de la asamblea de mujeres y disidencias sexuales, actos de violencia contra las VBG, etceterá, marcan un hito en cuanto a las denuncias mismas de los actos asociados a las VBG.

Y no se trata solo de un movimiento local, las mujeres vienen asumiendo un protagonismo inédito en cuanto a la cantidad e intensidad de las denuncias. Hemos conocido de formas de la denuncia de dichas violencias en otras latitudes.

En México, en Chile, en Argentina para solo mencionar casos latinoamericanos. Y, quizá, el caso más emblemático por sus repercusiones en los medios de comunicación, por su difusión e impacto, el movimiento Metoo. En la Universidad de Antioquia, en el actual movimiento las denuncias se focalizaron en algunas facultades, para irse convirtiendo en un tema que se iba generalizando.

Las discusiones jurídicas, sobre las formas de la denuncia, - por ejemplo la validez del escrache, avalado por la Corte Constitucional-, pero del lado de los presuntos agresores, el tema del debido proceso como principio jurídico de la modernidad, fueron puestos en juego por los (las) implicados en los procesos.

En un nivel más de fondo hay debates sobre temas de gran calado del orden de lo cultural o de lo simbólico. Surge, emerge como gran responsable de las violencias basadas en género, el patriarcalismo, forma de ejercicio de la dominación masculina y, por lo tanto, la puesta en cuestión de la forma misma de ejercicio de la masculinidad.

Para algunos colectivos feministas, el tema de la violencia de género hunde sus raíces en la masculinidad hegemónica. Posición radical y que debe someterse a examen. En general, pareciera que el género es un tema de actos perfomativos que implican formas ritualizadas de estilización del cuerpo (Butler. El género en disputa). Es decir, las lógicas de género están marcadas por improntas culturales que se escenifican en actos.

Lo que es esencial, en el hoy de la universidad es realizar una clarificación epistémica y ética de lo implicado en las diferencias de género y en el asunto de la comprensión y el respeto de las diversidades y disidencias sexuales.

La universidad como institución deberá ponerse a tono con reglamentaciones emanadas del Ministerio de Educación. Para ello tiene seis meses. Quizá se alargó demasiado el tiempo para propiciar una política sobre el tema de las VBG. Hubo dilaciones. Pero el actual movimiento enseña que debemos ponernos a tono con la ley y con los marcos legales en general. Pero no solo eso, quizá lo más importante es que la Universidad pueda ser escenario de un gran proceso de formación en el campo de los debates sobre género, diversidades sexuales y más en general sobre los sujetos de deseo y las formas de la sexualidad.

Debe buscarse un Acuerdo Dialógico sobre construcción de paz y la erradicación de las violencias basadas en género, un debate y formación con altura, con menos emocionalidad, clarificando -y eso es muy importante- las expresiones de la y del sujeto de deseo y de la sexualidad en la sociedad de hoy. Hay nuevos límites y prohibiciones para quien se asume como sujeto (a) deseante hoy, eso debe ser discutido, sin fundamentalismos, pero sin elusiones de la relación ética entre personas.

Del lado del profesorado queda el compromiso pedagógico y ético de avanzar en la formación y autoformación, en propiciar el Acuerdo Dialógico para la construcción de la paz en la U y en desactivar toda forma de violencia de género, epistémica y de cualquier orden. Digo autoformación ya que como vimos por Butler, los actos performativos de género son huellas de la cultura.

En las aulas deberemos profesores y profesoras, desactivar violencias de todo tipo, trabajar en poner en discusión las formas de interacción social en el aula entre los allí implicados (as). Una ética del diálogo, del debate no emocional, del compromiso en función de poner en cuestión las violencias y sobre todo las VBG.

Se necesita tener una política de género en la U y ponerse a tono con la ley, pero es esencial entender la dimensión ética y de construcción de paz, lo que supone pasar al nivel del Acuerdo Dialógico para la construcción de la Paz,  con el fin de erradicar todo tipo de violencias de la Universidad.         

Nota

Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia.