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Sociedad Cultura

Retratos de la cotidianidad de seis pueblos indígenas  

30/05/2024
Por: Natalia Piedrahita Tamayo - Periodista 

Un recorrido visual y sonoro por las costumbres de seis pueblos indígenas habita temporalmente el hall del Teatro Universitario del Campus Medellín de la Universidad de Antioquia. La selección incluye a las comunidades emberá chamí, emberá dobidá, emberá eyabida, nutabe, gunadule y senú, y fue posible a partir de una investigación que se internó en sus espacios de vida, dispersados por todo el territorio antioqueño. 

Los Senú son un pueblo de artesanos mayoritariamente. La pesca es uno de sus rituales de supervivencia y el río es para ellos una fuerza sagrada. Foto: Edinson Arroyo Mora.

Los indígenas han habitado la Tierra a menudo alejados de los centros urbanos y mirando al río, la selva y el cielo abierto; desde las costumbres y legados de sus ancestros, han marcado límites diferenciales ante las dinámicas de consumo desmedido que la sociedad ha instalado de diferentes maneras en todo el mundo. La exposición Voces y miradas de los pueblos indígenas de Antioquia recoge fragmentos fotográficos del trabajo de campo de una visita a los territorios de estos grupos indígenas.  

De los 87 pueblos indígenas de Colombia, seis habitan el territorio antioqueño, distribuidos en varios resguardos y cabildos. En estas fotografías puede apreciarse sus manifestaciones culturales —rituales y ceremonias, preparaciones de comidas, maquillajes y vestuarios— visualizados desde un mapeo que trazó Edinson Iván Arroyo Mora, fotógrafo, documentalista y egresado del programa de Comunicación Audiovisual y Multimedial de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia.  

«A través de esta exposición buscamos promover la apreciación de la belleza y los patrimonios de estos pueblos indígenas, así como fomentar la comprensión y el respeto por su invaluable contribución a la diversidad cultural de Antioquia. Aspiramos a que los espectadores se conecten emocionalmente con estas comunidades y que, al verla y escucharla, salgan con un mayor aprecio de su legado y sus formas de vida», precisó Arroyo Mora, quien visitó estos resguardos en 2022.  

Nutabe: la historia de un despojo  
 

Foto: Edinson Arroyo Mora.

«Cuarenta años pescando en el mismo río y, de un momento a otro, estábamos en un rastrojero, recogiendo café. Todavía me levanto en las mañanas pensando que tomaré con mis manos la atarraya y, mentiras, tengo que coger un canasto para colectar el café», esto le dijo Abelardo Chancí, del pueblo nutabe, a Arroyo Mora. Con las imágenes de este grupo humano, que otrora habitó el corregimiento de Orobajo, en el municipio de Sabanalarga, en el Occidente de Antioquia. La memoria de este pueblo, que quedó sumergido en lo que hoy es la represa de Hidroituango, permanece en el testimonio de los nutabe que hoy habitan diferentes lugares de Antioquia. En el segmento fotográfico que ellos tienen en esta exposición se ven la persistencia y su actual entrega a la recolección de café.  

Emberá chamí, ceremonias para enaltecer la vida 
  

Foto: Edinson Arroyo Mora.

Cada grupo indígena se refleja y se identifica con diferentes aspectos de la naturaleza. En el caso de los emberá chamí, sus costumbres alimentarias provienen del maíz, ya que en los granos de este elemento han encontrado los pilares y símbolos de su cultura. En sus comunidades tienen centros de armonización en los que los chamanes y los abuelos sabios hacen rituales para bendecir su conexión con la tierra y conjurar los males que aquejan a las personas de esta y otras comunidades.  

«Esta exposición es una suerte de antropología visual de seis pueblos habitantes de nuestro departamento, en la que convergen la fotografía y el audio. El diseño sonoro estuvo a cargo de Andrés Salazar y es unos de sus elementos notables: hay un sensor de movimiento que, cada vez que alguien se acerca a los paneles, hace que el audio se reproduzca para que el espectador escuche mientras aprecia los componentes de cada imagen. Con esto se quiere propiciar una inmersión en las particularidades de cada pueblo. Se escuchan susurros de la naturaleza, cantos de pájaros, voces de ríos, de manera que cada grupo indígena narra sus creencias religiosas o espirituales y su conexión con elementos de la Tierra», detalló Liliana Correa Rodríguez, curadora de la Colección de Historia del Museo Universitario Muua.  

Emberá eyábida, vestidos de selva 
 


Foto: Edinson Arroyo Mora.

Para llegar a las comunidades de este grupo humano hay que desplazarse durante cinco horas hasta el municipio de Ituango, luego cuatro horas hasta el corregimiento de La Granja y de ahí hasta la comunidad, diez horas en lomo de mula. El río y la selva son el entorno que alberga las vivencias de este grupo de cazadores y recolectores que visten tejidos y los atuendos coloridos, con sombreros altos y llenos de hilos. Ellos han entendido que, ante las adversidades de la selva, las telas y las fibras son una protección para el cuerpo y por ello fabrican sus suntuosos trajes que han marcado un estilo para transitar entre hojarasca y fango.   

Emberá dobida, el Atrato como fuerza vital  
 

Foto: Edinson Arroyo Mora.

Entre el Urabá antioqueño y el municipio de Lloró, ubicado en Chocó, se ven las champas o barcas, que son las herramientas de tránsito de los emberá dobida para la recolección de madera y la cacería. Desde sus orígenes estos indígenas han estado ligados al agua y al uso de las plantas medicinales, un saber que han heredado de sus ancestros de generación en generación. Asimismo, han usado la pintura corporal con jagua para protegerse de los zancudos y demás insectos que abundan en su territorio y para soportar sus largos viajes por el río, a la deriva y bajo el sol ardiente.  

El maquillaje o la pintura facial es una herencia del linaje materno de alguna culturas indígenas, como la emberá dobida. Las mujeres jóvenes usan unos símbolos y las mayores otros.  

Gunadule, la oralidad caribe en Antioquia  
 

Foto: Edinson Arroyo Mora.

El surgimiento de este grupo étnico está asociado al golfo del Darién. Hoy su comunidad habita territorios panameños y colombianos, concretamente los municipios de Turbo y Necoclí. El idioma tagarguñala relata sus mitos fundacionales y tradiciones; el árbol de balso es el elemento central de sus rituales y el cacao es su planta sagrada. Las figuras geométricas, las maracas y los abanicos son elementos que les han servido para relatar sus historias. Son amantes de las celebraciones y por eso hacen fiesta con la pubertad de la mujer, sus pasos hacia el casamiento y la vejez; para eso apelan a la musicalidad y los vestidos.  

«En la vestimenta de la mujer gunadule están presentes todos los colores, representando la protección, la alegría y la naturaleza. Desde la pubertad hasta la muerte tenemos elementos para la decoración del cuerpo que simbolizan nuestra ritualidad», expresó Rosmery Uribe Espitia, integrante de esta comunidad.  

«La gente malinterpreta lo que ve, muchos creen que los indígenas son personas a las que debemos dar —información, dinero, objetos— y no vemos cuánto pueden darnos. En un mundo en el que es urgente cambiar los modos de vida y consumo, estamos llamados a aprender de estas personas, que han sabido preservar la Tierra», destacó Arroyo Mora. 

¿Dónde ver las fotografías? 

La exposición estará abierta hasta el 28 de junio en el hall de ingreso al Teatro Universitario en el campus Medellín de la Universidad de Antioquia. 

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