Cultura

La obra se presentó el 26 de mayo en el Teatro Universitario de la Universidad de Antioquia. Foto: Departamento de Extensión Cultural.

El teatro documental es considerado por muchos como una variación de la dramaturgia que recoge propuestas del teatro y el periodismo. Representa hechos totalmente reales y tiene sus orígenes en autores como Peter Weiss y Edwin Piscator.

Podríamos leer reportajes, ver documentales y noticieros que a diario nos muestran la realidad de nuestro país. Sin embargo, una obra de teatro documental se encarga, a través de la investigación y la reconstrucción de testimonios, de entretener al público mientras le invita a recordar y comprender; también hace denuncia social.

El Deber de Fenster es una obra de estas características que ganó el Premio Fanny Mikey al Teatro Colombiano en 2009. Fue escrita por Humberto Dorado y Matías Maldonado, dirigida por Nicolás Montero y Laura Villegas, con las actuaciones de Jairo Camargo y Daniel Castaño.

En la historia, Fenster, interpretado por Camargo, es un documentalista alemán que vive en el año de  2110 y recibe trabajos por encargo. A su casa llega un baúl con el número 11007 que contiene diversos objetos de un caso sin resolver de 1990 en Trujillo, Valle. Una masacre que ha sido catalogada como uno de los hechos violentos más crueles en nuestro país. 

Fenster reconstruye el caso de la mano de testimonios reales, notas periodísticas, documentos históricos y del testigo presencial Daniel Arcila, interpretado por Daniel Castaño. Este estilo de teatro no es nuevo, pero sí poco explorado en Colombia por las diversas complicaciones que se deben asumir.

Humberto Dorado, uno de los dramaturgos de la obra, expresa que hacer este trabajo hubiera sido imposible sin contar con el testimonio de Arcila, el testigo, porque eran muchos documentos, folios y contradicciones encontradas durante estos 25 años. “Era una habitación llena de papeles pero por fortuna encontramos el manuscrito y pudimos entender cómo habían sido los hechos del 29 de marzo al 1 de abril donde se encontró el núcleo probatorio de la historia”, cuenta Dorado. Agrega que esa  tarea tardó cuatro años, lo que demuestra lo arduo de la investigación.

Este género también sirve como escenario de denuncia social. Nicolás Montero, en su papel de director, reconoce que el ejercicio del montaje de esta obra necesitaba la comprensión por parte de todo el equipo de trabajo para que los espectadores pudieran comprender la historia y decidir dejar de ser cómplices.  “La obra tiene el componente del dolor,  pero también es un homenaje a la gente que decidió contar los hechos, gracias a ellos la investigación ahora está disponible para todos los ciudadanos”, agrega Montero.

Conservando elementos del teatro tradicional, al teatro al documental se le suman dificultades adicionales para escritores y directores, pero también para sus  actores quienes  tienen que interactuar con audios, videos y testimonios escritos. “El proceso ha sido una cosa bastante complicada porque es trabajar con máquinas, con testimonios y estar en un ritmo muy pausado, algunos de ellos no son actores. Es una exigencia enorme ponerse a tono con eso y no caer al ritmo de ellos. Esos son problemas técnicos que no sé si alcancemos  a resolver”, explica Camargo.

Otro aspecto difícil fue enterarse de  la magnitud del terror, las formas y técnicas de los asesinatos. “Sentí mucho dolor. Después repugnancia, asco, y al final, la conciencia de complicidad por mi silencio y por lo tanto tenía que contarlo”, confiesa el actor. Por eso para él, como para muchos de los asistentes a esta clase de teatro, El deber de Fenster es una obra viva.