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Sociedad

«El narcotráfico es violento en sociedades violentas»: Eduardo Sáenz

07/07/2022
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. - Periodista

Eduardo Sáenz Rovner, investigador sobre la historia del narcotráfico, desmonta algunas ideas que tenemos los colombianos sobre este negocio ilícito y llama la atención sobre la necesidad de dejar de exculparnos y asumir la responsabilidad histórica que tenemos como sociedad ante este delito. El investigador estuvo en Ciudad al centro, espacio de la UdeA con otras instituciones para hablar de temas de interés general.

Con el paso de las décadas, Colombia desplazó como gran centro de producción y distribución de drogas ilícitas a países vecinos como Ecuador y Venezuela. Foto: Cortesía Ministerio de Justicia

Dentro de la historia colombiana, el narcotráfico ocupa un lugar destacado, con grandes efectos sociales, políticos, de seguridad y económicos reconocidos desde diferentes sectores. Y aunque la mayoría de estas repercusiones se han sentido con mayor fuerza desde la década de los 70 del siglo XX, este fenómeno delincuencial ha acompañado la vida nacional desde hace casi un siglo.

El historiador Eduardo Sáenz Rovner llegó a la conclusión de que, desde la década de 1930 ya existían redes dedicadas al tráfico de marihuana y otras sustancias en Colombia y empezaban a extenderse por las islas del Caribe, desde saltaban a Estados Unidos.

Este profesor jubilado de la Universidad Nacional de Colombia dedicó gran parte de sus investigaciones al desarrollo empresarial del país durante el siglo XX y fue por esta vía que, poco a poco, se encontró con vestigios dejados por redes de contrabandistas, que le permitieron empezar a reconstruir lo que se puede considerar la prehistoria del narcotráfico local.

Fruto de estas investigaciones es el libro Conexión Colombia, una historia del narcotráfico entre los años 30 y 90, elaborado a partir de documentos públicos de una veintena de centros de documentación en Colombia y Estados Unidos.

En Alma Mater hablamos con el profesor Sáenz Rovner sobre sus indagaciones en torno a este fenómeno y sobre la manera en que analiza la problemática generada a lo largo de más de nueve décadas.

¿Cómo fue ese descubrimiento de las primeras redes de narcotraficantes colombianos?

«A final de los años 90 yo estaba trabajando en una investigación sobre las relaciones de los industriales agremiados en la Andi a mediados del siglo XX y por casualidad encontré, en los Archivos Nacionales de EE. UU., una documentación sobre dos hermanos de la élite antioqueña, Rafael y Tomás Herrán Olózaga, capturados en La Habana con drogas ilegales en los años 50. A partir de esto supe que había otros casos sobre consumo y tráfico de drogas en los que había colombianos involucrados, que se remontaba a los años a 30, pero dejé el tema de lado mientras terminaba mi segundo libro sobre las relaciones entre los industriales y el poder político en los años 50. En 2002, mi primer año sabático, me propuse seguirles los pasos a esos hermanos, no encontré mucho sobre ellos en particular, pero sí hallé bastante sobre el narcotráfico en Cuba, que se remontaba a los años 20, de lo que salió mi primer libro sobre este tema. En el 2005 me propuse indagar concretamente sobre el narcotráfico en Colombia, busqué en un montón de partes, empezando por el Archivo General de la Nación, el Archivo de la Cancillería y el Archivo de la Presidencia de la República en Bogotá, también los archivos presidenciales de EE. UU. desde el de Richard Nixon hasta el de Bill Clinton, archivos judiciales del sur de Florida y Nueva York, donde se establecieron redes de colombianos dedicados al narcotráfico, y archivos municipales y estatales en Tallahassee (Florida), Albany (Nueva York) y la ciudad de Nueva York. Y resultado de esa investigación resultó el libro Conexión Colombia».

¿Por qué en la historia del país ignoramos o hemos pasado por alto esas décadas anteriores a los años 70 como génesis del narcotráfico?

«Hay un artículo publicado por Carlos Caballero y Roberto Junguito en la revista Coyuntura Económica de Fedesarrollo, del año 78, que ubica el surgimiento del tráfico de marihuana en los años 70, pero eso estaba equivocado. Para esa época casi no se hablaba del tema en nuestro país, porque para los académicos no habían investigado o no tenían conocimiento de los archivos que mencioné. Sencillamente, se inventaron una historia y con ella se quedaron. No es que quisieran esconder la historia. De hecho, algunos académicos norteamericanos también sostuvieron que en los años 70 se hace notorio el narcotráfico proveniente de Colombia y lo dicen porque no hicieron un trabajo de archivos que les hubiera permitido llegar a otra conclusión. Hay que aclarar, eso sí, que la magnitud del negocio entre los años 30 y 60 era pequeña, no se puede comparar con lo que pasó a partir de los años 70 con la marihuana, la cocaína, la heroína, las pastillas de metacualona, cuando Colombia se convirtió en una fábrica y gran proveedor de sustancias ilegales».


Eduardo Sáenz Rovner, investigador sobre narcotráfico. Foto: Cortesía Editorial Planeta

¿Y por qué se convirtió Colombia en ese centro internacional de tráfico de drogas ilícitas?

«En Colombia está la queja de que, casi que, en una división internacional del trabajo, los norteamericanos le impusieron el narcotráfico a Colombia. Eso no tiene sentido. Esto es producto de iniciativas de colombianos en diferentes partes del país para entrar al cada vez más lucrativo mercado internacional del vicio y también tiene mucho que ver con la tolerancia de la sociedad colombiana en diferentes niveles, incluida la de los entes estatales. Por ejemplo, en el gobierno de Alfonso López se hizo famoso un mecanismo conocido popularmente como la “ventanilla siniestra”, mediante la cual la gente podía ingresar sus dólares al país sin necesidad de dar explicaciones sobre su origen. Hubo también una gran tolerancia de las élites económicas y sociales de diferentes ciudades del país, como Medellín, Cali o Pereira, con estos negocios, que generaron una bonanza por el gran flujo de dólares».

¿Ese negocio se salió de control por las ambiciones de poder político de algunas organizaciones de narcotráfico?

«Hay algo que yo llamo la paradoja norteamericana. El crecimiento del mercado de drogas ilícitas en EE. UU. permite que estos tipos en Colombia y en otros países se enriquezcan de una manera astronómica, pero al mismo tiempo la represión por parte de organismos norteamericanos, empezando por el poder ejecutivo, es la que logra frenar, de alguna manera, las ambiciones de los narcos de Colombia para tomarse el poder político. Por supuesto que hubo colombianos que lucharon contra esas organizaciones y perdieron la vida, pero la presión fuerte vino de los Estados Unidos desde los años 70, desde el gobierno de López».

Esta guerra se ha caracterizado por su violencia y se reitera desde diferentes lados que Colombia es el que pone los muertos.

«La violencia en Colombia no surgió con el narcotráfico. Si miramos la historia del país en años anteriores al boom del narcotráfico, la Violencia de los años 40 y 50, no solo la que se presentó entre los partidos Liberal y Conservador, sino también el aprovechamiento que se hizo de ella en el campo, con fines económicos, podemos concluir es que el narcotráfico es muy violento en sociedades violentas. En el libro que hice sobre el negocio en Cuba entre los años 20 y la revolución —1959—, casi no hay violencia, solo recuerdo el caso de un inmigrante palestino asesinado por estar metido en narcotráfico. El negocio no necesariamente tiene que estar contaminado por violencia, eso es otro cuento que nos hemos metido. Creer que todo esto es una imposición externa es una manera exculpatoria, en muchos países hay episodios horribles que la gente no admite como propios. Fue muy duro para los alemanes tener que encarar que fueron unos asesinos, que millones de ellos fueron cómplices de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pero lo hicieron y lo siguen haciendo. En Colombia no hemos encarado ese pasado, hubo la cosa simbólica, hasta medio circense, de implosionar el edificio Mónaco, para exorcizar ese pasado en Medellín, pero ese pasado no es solo de Medellín, sino que va mucho más allá y llega a otras partes del país. Tenemos que reconocer el papel de otros personajes, no solo de los narcos y traquetos, porque la influencia del narcotráfico va más allá. Por ejemplo, en una investigación que hizo el detenido exministro Andrés Felipe Arias se mostró que la crisis de la década pasada del sector externo colombiano por la caída del precio del petróleo, la crisis pudo ser peor y no lo fue por el dinero que ingresó por las rentas ilegales».

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