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Academia Sociedad

El orden mundial afina sus cambios con la invasión a Ucrania

13/05/2022
Por: Carlos Olimpo Restrepo S. - Periodista

Las consecuencias del ataque de Rusia a un país vecino y soberano van más allá de las pérdidas humanas y los daños materiales. La reconfiguración geopolítica del planeta parece acelerarse en este momento.


Edificios residenciales destruidos durante la invasión rusa a Ucrania, una imagen que se ha vuelto frecuente en este país de Europa oriental. Foto: Ministerio de Defensa de Ucrania

La Rusia que ha gobernado Vladimir Putin no es nueva en esto de hacer la guerra dentro y fuera de sus fronteras o en reconocer territorios como «Estados independientes» para defender sus intereses nacionales.
En 2008, por ejemplo, intervino militarmente en Georgia, antigua integrante de la Unión Soviética, y dio aire a los separatistas de Osetia del Sur y Abjasia al darles estatus de república independiente.

Con Ucrania pasa algo parecido. La invasión actual empezó en 2014, cuando Moscú se anexionó  la península de Crimea —donde por décadas Rusia ha tenido la sede de la flota del Mar Negro— y patrocinó a los separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk, en la región de Dombás, que en febrero pasado —unas horas antes de lanzar la «operación militar especial», como la llama Putin— reconoció como Estados, un paso más en la desmembración del país atacado.

En esta ocasión, a diferencia de las anteriores, Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte —Otan— decidieron dar ayuda militar a Ucrania, sin comprometer una participación directa de sus fuerzas, mientras que Washington y los países miembros de la Unión Europea —UE— lideran el bloqueo político y económico a Putin, instituciones financieras claves, sus aliados multimillonarios y a la población rusa en general, iniciativas a las que se han adherido otros países y organizaciones internacionales.

Pero no hay unanimidad total en Occidente respecto a todas las medidas contra el Gobierno de Rusia, pues hay situaciones particulares que llevan a que cada bloque o país decida con apego a sus intereses. «Algunos países de Europa tienen el problema de la demanda energética, pues dependen en gran medida del suministro de gas ruso, como es el caso de Alemania, que obtiene en ese país el combustible a un precio favorable. Por eso no apoya el bloqueo a esta materia prima», aseguró Gustavo Soto, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UdeA.

Anastasia Vvedenska, experta en comunicaciones del sector energético internacional y en estudios de Rusia y postsoviéticos de la London School of Economics, coincidió con esta apreciación y enfatizó que «algunos países tienen una dependencia muy grande de  muchos recursos naturales  e industriales rusos, en las últimas décadas se llegó a un grado asombroso de dependencia, a pesar de sanciones económicas impuestas a Rusia desde 2008».

Pero la analista matizó que Europa tiene una oportunidad importante de salir de esto más unida. «Hay dos consecuencias grandes en este continente con la guerra que se presenta cerca de sus fronteras. Hemos visto en días recientes la unanimidad de la UE, que hasta antes de que esto pasara era casi impensable, y la otra es una reconfiguración potencial, por el cambio que se ve en Alemania, por el liderazgo de Emmanuel Macron, presidente de Francia y el papel destacado de Polonia en su apoyo a Ucrania. Es posible que cambie la configuración de los actores europeos influyentes en el corto plazo».

Los efectos que asoman


Para Rusia y Ucrania hay algunas secuelas que se vislumbran ya. «Soy optimista en cuanto al poder de Ucrania para salir de la guerra como una nación más unida e independiente. Pero soy pesimista en cuanto a la cuestión territorial.  Es posible que Ucrania acabe sin Crimea, lo mismo que sin las regiones separatistas en el Dombás, es decir, los territorios perdidos en 2014, pero esta vez será más grande el territorio con el que se quedarán los rusos», dijo Anastasia Vvedenska.

En este sentido, el profesor Gustavo Soto sostuvo que «con esta guerra Rusia seguramente va a consolidar su control territorial en Crimea, Lugansk, Donetsk, y de pronto algunas ciudades clave, como Odesa y Mariupol, puertos sobre el mar Negro, y poco podrá hacer la comunidad mundial, como en 2014, porque el derecho internacional, a veces, se ve obligado a ceder ante el realismo político».

Ambos académicos coinciden en señalar que para Putin será muy difícil instalar de nuevo un Gobierno prorruso en Kiev, como entre 2010 y 2014 y cuya destitución por el Parlamento ucraniano, tras la «revolución  de dignidad popular», generó el ataque ruso hace ocho años, tras el cual Moscú se anexó Crimea.

Soto resaltó además otros aspectos relevantes que se pueden desprender del conflicto. «Va a haber una recomposición del orden mundial a futuro, pero va a ser un proceso largo. Estamos presenciando en el orden mundial el ocaso de Occidente, y dentro de este debemos incluir a Rusia, porque aunque algunos vean o crean que Rusia está mostrando su poder, realmente es la crisis de un país en proceso de decadencia, algo que le sirve mucho a China», afirmó.

Agregó que pese al protagonismo en la crisis actual, «hoy veo a Europa en un papel menor, más subordinado a Estados Unidos, porque quedó claro que sin la Otan quedaría muy a merced de Rusia».

Y la superpotencia norteamericana, aseguró Soto, ya tiene claro que verá pasar su dominio global a la creciente potencia asiática. «Estados Unidos ya sabe que, en cuatro o cinco décadas, China será el hegemón, que debe ceder el dominio mundial, pero no lo hará sin luchar».

Para Vvedenska, «estamos viendo el enfrentamiento de dos modelos opuestos que se desarrollaron en dos repúblicas tras la caída de la URSS: Ucrania representa el sistema democrático, con todos sus defectos y dificultades, mientras Rusia es el modelo post-imperialista y autocrático, y su ataque va a afectar a muchos sectores de la economía mundial, en especial el financiero, el energético, el de defensa y la agricultura».

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