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«La corrección política es un peligro para la libertad», entrevista al escritor Mircea Cărtărescu

30/04/2022
Por: Redacción UdeA Noticias

«La corrección política, en sus formas extremas, es un peligro para la libertad de pensamiento. Es suficiente con que una cosa sea correcta, no tiene que ser correcta políticamente, en el sentido que le concede a la expresión la ideología».

Mircea Cărtărescu. Fotografía: cortesía Eventos del Libro. 

Hace unos días, el escritor rumano Mircea Cărtărescu visitó a Medellín convocado por los eventos de Fiesta del Libro y la Cultura. En su recorrido por algunos espacios de la ciudad, habló de la guerra, la poesía, la imaginación y de su relación con Latinoamérica y Colombia, entre otros temas. Esta es una entrevista realizada por Juan Andrés Álvarez Castaño, periodista y coordinador de la Emisora Cultural en el occidente antioqueño. La traducción estuvo a cargo de Marian Ochoa de Eribe. 

Usted ha reconocido su admiración por América Latina y sus escritores. Su literatura está impregnada del olor, la exuberancia y los colores que identifican a nuestro continente, ¿de dónde viene esa afinidad?

Leo todas las literaturas de mundo, de todas las épocas. Mis libros de mi biblioteca no están dispuestos en función de épocas y estilos, sino de preferencias personales. De tal manera que mis autores latinoamericanos favoritos están al lado de Kafka y Dostoievski. En mi corazón hay un lugar especial para los escritores latinoamericanos porque soy un autor imaginativo, al que le gusta la vida interior, los sueños y la imaginación. Así que es normal que sea un admirador de Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Gabo, José Lezama Lima y Carlos Fuentes.

Su escritura es bastante barroca. Cuando uno lee sus libros es inevitable pensar en el escritor José Lezama Lima, sobre todo por la cantidad de detalles e imágenes en su escritura. Quisiera preguntarle por ese descubrimiento y contacto que tuvo con este autor que no está en este momento en la mira de muchos lectores.

No puedo decir que haya una influencia completa o puntual, pero reconozco que «Paradiso» es una de las grandes novelas latinoamericanas que se alinea con «Sobre Héroes y tumbas», y «Cien años de soledad». Pensando en «El informe sobre ciegos» de Ernesto Sábato, ¿hay alguna influencia de esta historia en su obra? Cuando escribí «El Ruletista» no había leído a Sábato, pero a partir de entonces, cuando leí su trilogía —«El túnel», «Sobre héroes y tumbas» y «Abadón el exterminador»— vi que le encontraba entre uno de los grandes escritores del siglo XX. Para mí este informe es un texto vital, tan importante para conocer la condición humana como los textos de Fedor Dostoievski.

Usted viene de un país que ha sufrido la dictadura. Hoy en día el mundo está acechado por varias formas de totalitarismo, desde muchos sectores: la corrección política, la cultura de la cancelación, el revisionismo. ¿Cómo enfrenta esa presión que actualmente se tiene para que se aborden los temas de una manera específica?

Rumania no ha tenido una sino cuatro dictaduras en los últimos cien años. Tres fascistas, la más conocida la de los «Fascistas de la guardia de hierro» y una comunista que duró 42 años. Con cada dictadura el pueblo rumano sufrió genocidios. La gente sufría de hambre, frío y miedo. La policía política estaba en todas partes y arrestaban a la gente por sus ideas políticas. Viví mis primeros 35 años en una dictadura: sentí que me habían robado la juventud, no pude viajar al extranjero, no pude dar clase en la universidad, sentí la persecución política en la literatura, solo después de la revolución de 1989 me desarrollé como escritor y, con ello, comencé a descubrir el mundo.

La corrección política, en sus formas extremas, es un peligro para la libertad de pensamiento. Es suficiente con que una cosa sea correcta, no tiene que ser correcta políticamente, en el sentido que le concede a la expresión la ideología. Creo en los derechos humanos, he escrito mucho sobre eso. Estoy en contra de cualquier clase de discriminación, creo que todas las personas somos iguales y hermosas y nadie merece ser despreciado por lo que es o piensa. He escrito en contra de la discriminación de las mujeres en mi país, en contra de la discriminación de los gitanos y sobre el tratamiento brutal al que sometieron a los homosexuales en Rumania.

Hay una historia que usted narra y le pido que lo haga una vez más, según la cual los autores latinoamericanos a los que admira no sufrieron censura en Rumania, quería pedirle que nos recuerde por qué esto no se dio puntualmente con los autores latinoamericanos.

No pienso que no fueran sometidos a la censura. Por ejemplo, cuando en los años 80 Umberto Eco visitó a Rumania, un compañero suyo, otro poeta le preguntó si sabía que de su novela fueron extraídas varias páginas –y es algo absolutamente normal porque en aquella época todos los libros eran censurados, incluso los de cocina, los de niños: ninguno podía salir entero–. Estoy seguro que en los libros latinoamericanos faltan páginas. Me refiero puntualmente a las obras de los autores latinoamericanos en Rumania, no específicamente en Latinoamérica donde, en efecto, hubo censura.

La decadencia del libro es un tema recurrente, sin embargo, si uno ve la industria editorial, la gente publica mucho y tal vez no haya mucha gente leyendo, ¿el vigor de la palabra escrita es real o un canto de cisne?, ¿cómo percibe esa supuesta decadencia?

El mundo ha cambiado profundamente en los últimos veinte años, la galaxia Gutenberg ha terminado. Hoy en día vivimos el mundo de internet, las pantallas, las tabletas, las redes sociales y los teléfonos móviles: la civilización de la imagen. El libro sigue siendo una industria de nicho, es muy importante pero no lo es para todo el mundo. De hecho, muchos lectores, los que siguen leyendo, leen literatura comercial. No la desprecio, creo que es también importante; pero son comerciales como las lavadoras, los televisores o los coches, no son literatura verdadera porque esta tiene que cambiarte, hacerte más complejo, empático y humano; esa es la característica de la gran literatura.

Aunque la industria editorial es muy pequeña comparada con la industria del entretenimiento, este mismo mercado incluye muy poca literatura de verdad, pero no tengo miedo al futuro, siempre habrá gente que busque la literatura, no tengo que escribir para millones de personas, me es suficiente con los miles que puedan entenderme.

Ha hablado de lo mucho que le gusta escribir, háblenos de las manías o rituales que tiene para hacerlo

No conozco a ningún escritor que escriba como yo, escribo a mano, como unas pocas decenas de escritores. Escribo sin un plan previo en una especie de ejercicio creativo continuo. Escribo sin editar y de una sola tirada la primera a la ultima línea. Es como si de hecho en cada libro las paginas estuvieran ya escritas y cubiertas por una capa blanca que yo me limito a rayar para que salga a la superficie el texto que está debajo. Así pues, son textos orgánicos. Es como una mujer embarazada que no participa activamente en el proceso del ovulo que lleva dentro, no sabe cómo se va creando el niño, ella sigue con sus actividades cotidianas; entre tanto el niño crece en su vientre. Del mismo modo el libro va creciendo en mi interior. 

En un mundo en el que estamos acostumbrados a los brillos, ¿la poesía tiene un lugar visible o es un género underground?

La poesía no ha vivido nunca, agoniza hace 3 000 años y es justamente esa agonía permanente la que le confiere un encanto. Es importante porque no es importante, es invisible como el aire y nadie puede vivir sin aire. La mayor parte de la gente no lee jamás poesía, no la necesita. Todo aquel que pueda ver la parte bella de las cosas es un poeta o por lo menos un consumidor de poemas, pero se impregna de poesía de otros modos. Porque en los libros de poesía existe, generalmente, muy poca poesía.

De veinte mil poetas, solo uno logra hacer poesía, el resto es gente que finge escribir poemas, hace girar el lenguaje. Conocemos poetas verdaderos como Rainer Maria Rilke o Safo y, con ellos, viajas a lo extraordinario. La poesía es equivalente a la gracia universal. Cuando dos jóvenes están bailando un ritmo perfecto, de hecho, están haciendo poesía. Cuando un poeta hace que dos palabras choquen y salgan chispas, se da la poesía.

Cuando ve las noticias y ve las masacres que se dan en Ucrania, las muertes en África y Colombia, ¿qué piensa que puede hacer un poeta?

La criatura humana no solo tiene la figura creativa y luminosa sino que presenta también la parte criminal y asesina, esto hace parte de la condición humana. Lo importante es que esta parte oscura sea retenida. La poesía no tiene nada que ver con la violencia, la poesía es libertad. Lo que sucede en Ucrania no tiene que ver con la poesía y solo puede compararse a las masacres de la Edad Media. Los artistas verdaderos no pueden ser indiferentes a lo que sucede allí, no hay lugar para la neutralidad, hay que hablar. Puedes estar de parte del tirano o elevar tu voz contra la Rusia de Putín, como deberían hacer todos los artistas.

He escrito muchos artículos en contra de esta guerra, en Le Monde y en revistas eslovenas, denunciando estas masacres. Simultáneamente, Rumania esta sufriendo mucho por los ucranianos, compartimos una frontera grande con ellos, hay gente que ha salido corriendo de la guerra y ha llegado a nosotros sin nada. Personalmente, hoy albergo a una familia de ucranianos en casa.

Ha hablado del aprecio que siente por Colombia, de lo bien que se siente acá, quiero saber si conoce de la coyuntura política y social que se está dando y cuál es su lectura del momento de este país

Conocí de cerca la realidad del mundo hispanoamericano hace tres años y estoy buscando ampliar este conocimiento pronto cuando visite a Chile, Uruguay y Argentina. El mundo latinoamericano esta lleno de paradojas, convulsiones y contradicciones. Todo nace de la discrepancia esencial y profunda entre ricos y pobres: es la primera imagen que salta a la vista de Latinoamérica.

En estos días estuve en zonas elevadas y deprimidas, como Ciudad Bolívar, en Bogotá. Me afectó porque vi una mezcla de terrible pobreza pero también de grafitis y creatividad. También observé el carnaval de la Comuna 13, en Medellín, y pensé que en lo que puede esconder la pobreza extrema de la zona. Así pues, que la realidad Latinoamérica está marcada por la alegría, el arte y también por una profunda pobreza.

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