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AccionesAnte el cambio climático hay que hacer cambios en la vida
AccionesAnte el cambio climático hay que hacer cambios en la vida
El informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático —IPCC, sigla en inglés— advirtió la necesidad de acelerar la aplicación de medidas tendientes a reducir los efectos del cambio climático sobre todas las especies del planeta y dejó una ventana abierta a la esperanza, siempre y cuando gobiernos, empresas y personas empiecen a tener unos comportamientos de consumo, culturales y sociales diferentes a los habituales.
La profesora Paola Arias ha dedicado gran parte de su carrera científica al estudio del clima, tanto como investigadora como docente en la Facultad de Ingeniería de la UdeA. Foto: Dirección de Comunicaciones / Alejandra Uribe F.
Paola Arias, integrante de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la UdeA y la única mujer científica colombiana en el IPCC —también hay dos colombianos hombres en ese foro global— aseguró que se requieren reducciones rápidas y sostenidas de emisiones contaminantes, así como cambios en nuestra manera de vivir, para mitigar el cambio climático. En entrevista con Alma Máter amplía algunos aspectos del informe del grupo científico.
El informe resumen de marzo pasado del IPCC y los reportes anteriores muestran que estamos en un punto complejo para el planeta ante la situación generada por el cambio climático, pero que todavía hay esperanza. ¿Cuáles son esos aspectos en los que debemos trabajar para disminuir los efectos de este problema?
«Sea lo que sea que emprendamos, debemos hacerlo con un enfoque de justicia climática. El cambio climático ha sido causado por emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociados a una parte de la población, la de menos vulnerabilidad y con más recursos. Y los peores impactos se dan en las poblaciones que son todo lo contario: las más vulnerables, de menos recursos y que han contribuido menos a todo esto. Por eso, cuando pensamos en opciones de mitigación, tenemos que pensar desde esta perspectiva. Las opciones que tenemos a la mano tienen que involucrar posibilidades de mitigación, que quiere decir, reducir emisiones de GEI, y que también apoyen para la adaptación al cambio climático, hay posibilidades desde el sector energético, el transporte, la agricultura, opciones que permiten distintas sinergias. Y entre más demoremos en tomar esas decisiones, va a ser más difícil implementar esas medidas, porque muchas de estas dejan de ser eficientes cuando las temperaturas aumentan en mayor medida».
El ritmo y la escala de las medidas adoptadas hasta el momento, así como de los planes actuales, son insuficientes para hacer frente al cambio climático. ¿Cuáles son las metas que, como humanidad, nos debemos trazar para disminuir o frenar las afectaciones por el cambio climático?
«Ha habido mayor ambición en la acción climática, pero no están ocurriendo los cambios ni las decisiones a la velocidad que las necesitamos. Hacen falta reducciones rápidas, sostenidas, de emisiones de GEI, lo que significa en pensar en otras formas de abastecimiento energético, en cambios socioculturales importantes. Las temperaturas en algunas regiones del planeta han cambiado ya de manera tan extrema que necesitamos otro tipo y formas de infraestructura, necesitamos acciones de distintos tipos en muchas dimensiones, desde las individuales hasta las colectivas, desde lo político, que es tan importante. En el sector de la alimentación hay mucha posibilidad de mitigación, aquí no se trata de que una persona decida comer o no comer un determinado tipo de alimentos, se necesita que haya políticas públicas que faciliten que esos productos sean de fácil acceso, que haya incentivos a los campesinos y agricultores. Hay un entramado de cosas que van desde lo individual y que llegan a altos niveles de decisión y eso es lo que se necesita agilizar y tener esa visión de justicia climática».
¿En este sentido, cuáles serían algunos de esos pasos importantes que debemos dar, según los estudios y reportes que ha hecho el IPCC?
«Debemos tener en cuenta de dónde provienen los alimentos que consumimos, algo de lo que típicamente no tenemos consciencia en las grandes ciudades, porque encontramos los productos que habitualmente consumimos en las tiendas o los supermercados, pero ¿cuál es el proceso o el camino que han tenido que pasar para llegar a ese lugar? ¿De dónde proceden? Aquí en Medellín se hace algo con los mercados campesinos, donde es posible comprar a agricultores locales o de zonas cercanas, alimentos de emisiones bajas, porque su proceso es pensado en eso. La educación es un punto central de todo esto, lo mismo que las iniciativas locales, como la Red de huerteros de Medellín y otros colectivos, en el que participan personas que trabajan en estos desde hace años, que estudian sobre esto, expertos por la práctica y el conocimiento adquiridos en su cotidianidad. También está la agroecología, como una manera limpia de producir los alimentos. Claro, somo miles de millones de personas en el mundo y ahí hay que pensar en cómo lo llevamos a gran escala, como superamos esas barreras y limitantes, pero es posible generar algunas transformaciones».
Pero además de esas acciones, seguramente hacen falta más acciones en otros sectores de la producción y de la economía mundial.
«En el campo de las energías renovables, que son las que a futuro vamos a usar en mayor medida, debemos pensar que estas también tienen impactos ambientales, para estas energías renovables todavía necesitamos mucha minería. ¿Cómo se hace esa minería? ¿Esa pregunta se la hacen quienes trabajan en el diseño o desarrollo de paneles solares o de baterías? ¿De dónde vienen las materias primas para esos elementos? Vienen por lo general de minas que están en el sur global, con mecanismos de extracción similares a los de los combustibles fósiles. Es el caso del litio, mineral que se usa para las baterías, aquí en Suramérica, que hay grandes yacimientos entre Argentina, Bolivia y Chile, en una zona con poblaciones indígenas, que está siendo extraído por multinacionales de la misma manera que lo hacen en otras partes, con otros minerales: dejan devastación y mayor vulnerabilidad a esas comunidades. Esto nos debe llevar a pensar que el asunto no es cambiar de tecnología y ya, debe estar acompañada de una visión de justicia climática. Por ejemplo, desde la investigación universitaria debemos pensar cómo logramos esos desarrollos tecnológicos con miradas interdisciplinarias, que no provengan solo de la ingeniería sino involucrar también a las áreas sociales, las humanidades, del derecho. Hay muchas posibilidades de pensar de formas distintas».
«El IPCC es un ente que tiene una componente científica, que no participa de la parte política, en el sentido de que no toma las decisiones sobre las acciones que se deben tomar, eso es potestad de cada gobierno, de la Convención marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y de las conferencias de las partes —conocidas como las COP—, que son las instancias en las que se toman esas decisiones. Los reportes del IPCC se piensan con el objetivo de guiar, con información científica, la toma de decisiones».
Más muertes de personas, desaparición de especies, afectación a la agricultura, etc. ¿Cómo se relaciona esto con el calentamiento global y porque hay mayores afectaciones en regiones del planeta menos desarrolladas?
«Muchas veces escuchamos calentamiento global como sinónimo de cambio climático, pero ese no es la única alteración en el clima. Uno de los aspectos más notorios es que el ciclo del agua se ha intensificado y eso significa que los eventos secos y los húmedos se están intensificando y eso tiene unos impactos mayores: el riesgo de tener deslizamientos por lluvias en países montañosos como Colombia, acá en Medellín, lo vemos cada vez con más frecuencia, también hay otras regiones del mundo con graves sequías, como en partes de África y Centroamérica. Todo esto afecta la agricultura y genera migración de personas a zonas más seguras, donde se pueda cultivar, y son los más jóvenes, sobre todo hombres en edad de trabajar, quienes se mueven, y dejan atrás mujeres, niños y ancianos, población más expuesta a peligros: hay más violencias basadas en género, por ejemplo. También se producen muertes, por olas de calor, como sucedió en Europa el año pasado, o por huracanes y tifones en el Caribe o en Asia. Y todo esto causado por el cambio en el clima».
Desde la ciencia y la investigación académica se escuchan muchas voces de alerta ante las consecuencias del cambio climático, pero también hay negacionistas de los efectos y la incidencia de las actividades humanas en este fenómeno. ¿Qué hacer ante ellos?
«La ciencia y el conocimiento están de nuestro lado y la UdeA es un lugar en el que se co-construye este conocimiento, ese es el mejor aliado ante este tipo de posiciones que, en muchos casos, son auspiciadas por intereses económicos y políticos. A partir de ese conocimiento que se genera en la Universidad y en otros espacios del mundo tenemos la oportunidad de llegar a muchos lugares, para que eso no se quede solo en las aulas y los laboratorios, sino que se transfiera a otras esferas de la sociedad. Pero tampoco debemos pensar que solo es la universidad la que produce conocimiento, sino entender que realmente el conocimiento también se crea desde lo local y lo comunitario».
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