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Sociedad

¿Por qué la ed. superior necesita las humanidades?

10/12/2015
Por: Periódico Alma Máter

Una educación liberal universitaria que, además de formación profesionalizante, ofrezca a los estudiantes un currículo con contenidos generales de filosofía, historia, literatura y humanidades, que les permita desarrollar el pensamiento crítico, la compasión y el respeto, es la propuesta de la profesora norteamericana Martha Nussbaum para formar ciudadanos globales y promover la democracia.

Entrevista a Martha NussabumLa reconocida filósofa norteamericana Marta Nussbaum visitará a Medellín del 10 al 14 de diciembre, a instancias del Parque Explora y de la Universidad de Antioquia que lograron asegurar la presencia y el intercambio académico con quien en la actualidad es profesora en la Universidad de Chicago, donde ostenta la distinción Ernst Freund al servicio académico en leyes y ética.

Aparte de la intensa programación de charlas y de conferencias que dará durante su estadía en la ciudad, Nussbaum recibirá el Doctorado Honoris Causa en Filosofía por parte del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, por su trabajo intelectual y su vasta producción académica que incluye más de 25 libros, entre ellos: “Crear capacidades: propuesta para el desarrollo humano”, “El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal”, “Sin fines de lucro: por qué la democracia necesita de las humanidades”, y “Emociones políticas: porqué el amor es importante para la justicia”.

Galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2012, se doctoró en derecho y ética en la Universidad de Harvard y ha recibido 51 doctorados honorarios conferidos por universidades en Norteamérica, Europa, América Latina, África y Asia.

A propósito de su visita, un grupo de académicos le formularon unas preguntas sobre la importancia de la educación liberal, las emociones y el papel de las universidades en un posible escenario de posconflicto. El periódico ALMA MÁTER presenta una edición de ese diálogo plural, cuyas respuestas fueron traducidas del inglés por José Luis Estrada.

Al igual que en muchos países del mundo, la educación superior en Colombia ha hecho un claro énfasis en el desarrollo de la formación vocacional, el conocimiento disciplinario y las habilidades de investigación científica para garantizar las competencias para el mercado laboral. ¿Qué sugiere para transformar nuestra educación superior y promover una ciudadanía mundial y cultivar la humanidad? 

Considero que la mejor estructura para promover una ciudadanía democrática y global es el modelo en el que los estudiantes tienen tanto una “educación general” como una especializada. En la mayoría de universidades e instituciones de Estados Unidos, cerca de la mitad de los cursos son de “educación general”, con base en la idea de qué es lo que necesitan aprender los estudiantes para su ciudadanía y para la vida en general; y la otra mitad de los cursos involucran una especialidad académica que podría ser, aunque no necesariamente, de preparación para una carrera. Esta estructura significa que nadie tiene que elegir entre todo de filosofía y nada de filosofía, por ejemplo: los estudiantes pueden escoger una especialidad académica que aparentemente lleva a un empleo e igual tener cursos generales en filosofía, historia y literatura que promuevan el razonamiento socrático, el conocimiento del mundo y la empatía. Por lo general, la tradición católica ha hecho esto especialmente bien, pues exige cursos de filosofía para todos los estudiantes y un pensamiento sobre la ciudadanía global como uno de los objetivos de la educación universitaria.

La idea de educación liberal es ampliamente aceptada porque apoya el logro de una sociedad más democrática. Aun así, su realización representa varios desafíos para las universidades. Por ejemplo, el énfasis en STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) y la demanda de habilidades de innovación y emprendimiento han sido considerados como componentes claves para el crecimiento económico y una exigencia en programas universitarios competitivos. Este enfoque limita y excluye la presencia de las humanidades y las artes, componentes esenciales de la educación liberal. ¿Es posible reconciliar ambas visiones para lograr la misión de la universidad en nuestra sociedad?

Seamos claros en cuanto a la innovación: necesita una imaginación ambiciosa y entrenada. La educación que se centra en las habilidades técnicas aprendidas de memoria no atiende bien las necesidades de los negocios y la industria, tal como lo reconocen y manifiestan con frecuencia los educadores líderes en negocios. Tanto Singapur como China reformaron la educación en todos los niveles para incluir muchas más artes y humanidades, pues buscan una cultura económica innovadora y dinámica y ven que no pueden obtenerla con las habilidades de ayer. (Claro que no quieren democracia, así que tratan de limitar el alcance de las artes y humanidades al prohibir la crítica al gobierno y otros elementos). Los graduados que tienen una educación liberal básica, e incluso aquellos cuya especialidad académica es la filosofía o la literatura, son altamente solicitados por las empresas, y en los Estados Unidos tienen una mayor tasa de empleo que aquellas personas que tienen como especialidad académica las ciencias de la computación. Otro prerrequisito de una cultura de negocios exitosa es la capacidad de un pensamiento crítico riguroso. Sin ella, las personas aceptan la autoridad y la presión de grupo, lo que a menudo lleva a la corrupción y al fracaso en la ejecución exitosa de una idea.

En su trabajo con las emociones, ¿cuáles han sido los mayores errores en los intentos por incorporarlas en un enfoque humanístico en la educación superior? 

No estoy segura si habla sobre los errores al teorizar sobre las emociones o errores al incluirlas en el proceso de enseñanza. El mayor error en la teorización de las emociones, que también he criticado por mucho tiempo, es la tendencia a pensarlas solo como impulsos inconscientes en lugar de verlas como vehículos de apreciaciones de objetos, pensamientos evaluativos. La visión evaluativa de las emociones se remonta hasta Aristóteles en la tradición filosófica occidental, pero por un tiempo fue desplazada por la visión de Hume y William James. Ahora se recuperó una imagen más rica de la emoción, y me alegra haber sido parte de ese renacimiento.

En términos de la manera en que las emociones podrían incluirse en el proceso académico, es obvio que las obras de las artes visuales, la música y la literatura producen muchas emociones; interpretarlas implica encontrar maneras inteligentes de hablar sobre esas emociones. Eso no significa que las personas deberían solo exteriorizar sus sentimientos en clase o decir cómo se sienten. Deben buscar las estructuras emocionales construidas en la obra, y su explicación de esas estructuras será, si se realiza, mucho más serena y menos llena de emoción que la obra misma. Pero también hay espacio en las universidades para incluir la práctica de las artes, en donde las emociones se involucran más directamente. Algunas veces el teatro, la música y la danza serán extracurriculares, pero hay formas de incorporar la práctica artística en el mismo plan de estudios. 

Colombia está pasando por un momento crucial en nuestro sueño de transformar una larga historia de conflicto armado interno. Un final acuerdo de paz, con suerte, hará que llegue a su fin. ¿Qué papel ve usted para la educación superior en la construcción de un nuevo tipo de ciudadano, dispuesto y capaz de apoyar un proceso exitoso de reconciliación social en el posconflicto?

Hay muchas cosas por decir al respecto. El razonamiento crítico socrático hace que el debate y el diálogo real sean posibles, los cuales son esenciales para la reconciliación; la empatía promovida por la literatura y las artes aporta otro ingrediente crucial para el proceso de diálogo, pues las personas no pueden dejar atrás un conflicto sin entender la experiencia de los agentes en el otro lado. Y el estudio de la historia ayuda a que las personas vean cómo el conflicto ha trascendido en el pasado y proporciona un productivo marco conceptual para la reflexión sobre el futuro. Creo que mi área de la filosofía, el estudio de las emociones, también es útil aquí, ya que enseña la futilidad de las represalias y las actitudes retributivas, además proporciona modelos de generosidad y perdón que valen la pena estudiar.

Periódico Alma Máter

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