Periódico Alma Máter

Matas (2022). Libro intervenido pintura y collage. Fotos: cortesía.

Al lado de los relatos de la historia —aquella plagada de conquistas territoriales y batallas— existen unas narraciones silenciadas por los discursos hegemónicos. Muchas de ellas provienen de mujeres que cuentan experiencias cotidianas relacionadas con el cuidado. Allí aparecen las plantas como elementos base de fórmulas médicas y remedios. En otras épocas, quienes las conocían, boticarias y yerbateras, eran depositarias de las curas para los males del mundo, un tema que por años se relegó al ámbito doméstico. 

«¿Cómo recuperar el conocimiento de curar con plantas medicinales y, con ello, salvar algo de nuestra memoria cultural? Hay que apelar a la práctica decolonial para llegar a la inclusión de experiencias cotidianas que se reinventan y resisten a la violencia de género, de guerra y del silencio», dice Yuli Andrea Cadavid Agudelo, artista plástica, grabadora y docente de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. 

En su muestra Boticaria, que se expuso en la galería Balsa Arte de Bogotá hasta el 5 de abril, se ven ilustraciones naturalistas, botellas curadas, mesas intervenidas con grabados, gabinetes de curiosidades, libros reescritos. Todos son elementos de un tejido en el que las plantas mantienen una relación orgánica e intuitiva con los follajes, las raíces y las flores. 

Sauco, moringa, jengibre, limón y eucalipto son algunas de las plantas de las tradiciones familiares que Yuli Andrea Cadavid encontró en su camino artístico. Su exposición se nutrió de otra previa, la obra Esto no tiene Invima (2021), un estudio visual de plantas medicinales en el que la artista evidencia los conocimientos que se han perdido con las estructuras eurocéntricas, sobre todo en las tradiciones orales.  

La autora cuenta que antes no se fijaba mucho en el tema, de hecho, no le gustaba. Sin embargo, vivencias relacionadas con su maternidad y la pandemia generaron en ella necesidades y preguntas que la llevaron a buscar en su memoria familiar historias de las mujeres que exploraban los poderes de las plantas. Así, encontró en el grabado una forma de liberar sus tensiones. 

«El encierro y el miedo que viví en la pandemia me hizo recordar que en mi familia había una gran tradición por las plantas y que, por mis afanes de intereses en otras cosas, no había revisado. No abrí las ventanas de mi casa por el temor a que nos enfermáramos. Entonces, por teléfono, mi madre me decía cómo iba mezclando las plantas para aliviar a mis hijos si nos llegábamos a enfermar», detalló. 

Irse por las ramas 
 

Solo había una planta que era sagrada en su vida: el sauco. «Mi abuelita le decía farmacia de pobre, porque cura todo, era la solución a todos los males habidos y por haber», narró la grabadora. Por eso, en diferentes momentos retrató su romance con el sauco y lo convirtió en protagonista en su exhibición Boticaria. 

El grabado fue para la artista una manera de plasmar cómo la naturaleza se expresa a través de las plantas, cómo el poder de una hoja reside en curar o matar, según el uso que se le dé, y, en medio de todo, el mensaje latente que sanar puede ser una actitud frente a la adversidad. Este fue el medio para entender que el amor de su madre, incluso el suyo, se manifiesta a través del cuidado, en los remedios o las mezclas para aliviar una dolencia o hacer más llevadera una situación. 

Calor de hogar, exposición de la artista Yuli Cadavid, estará abierta del 6 de mayo al 8 de julio de 2023 en la galería de artes y oficios Casa de la Leona, en el municipio de El Retiro.

«Quise hacer ilustraciones o planchas botánicas, que técnicamente se llaman “ilustraciones naturalistas”, para figurar cómo son las plantas que están en esta obra. Pero, a diferencia de las clásicas de José Celestino Mutis y de otras figuras botánicas en las que tiene mucho peso la información científica, mi obra lleva textos basados en la memoria que mi familia tenía de determinada planta. Mi pretensión no es señalar un remedio, sino cuestionar desde lo visual y lo oral las verdades implantadas en la sociedad. No tengo pretensiones etnobotánicas, quiero hablar desde lo cercano», precisó Yuli Andrea Cadavid. 

En su obra laten las palabras de su madre y sus tías: «Las plantas se toman su tiempo, pero curan», idea que para ella representa una manera de reconocer que, en el acelere cotidiano y la inmediatez, se olvida que muchas de las pastillas o los jarabes que tomamos vienen del estudio de la composición química de las plantas. 

Botellas curadas (2021). 

Las botellas curadas es un capítulo de su obra: «Cuando estaba chiquita y le abría el closet a mi abuela, que coleccionaba estas botellas, creía que era la Bruja del 71 y me daba miedo. Ahora, como artista, encuentro una belleza visual y una suerte de alquimia en estos elementos que tienen una tradición que desconocía y que hablan de las costumbres de las mujeres rurales». 
 
Sauco negro (2023), libro intervenido y monotipo.

Libros intervenidos 
 

Nacen de ese acto simple de guardar una hojita dentro de un libro. Cuando desarrollé la obra Esto no tiene Invima supe que mi objetivo no era recuperar el conocimiento ancestral, sino rescatar los saberes de mi familia, con lo cual entrego un aporte cultural y afectivo. Recoge algo del acto de amor de cuidar a tu familia. Suena cliché, pero es el acto fundamental para la supervivencia y para transmitir ese cuidado a otros. 

Pasteur (2021), libro intervenido.

Gabinetes de curiosidades 

«La observación minuciosa de la artista encuadra, a manera de microscopio, las formas de las plantas y sus singularidades, que traducidas al papel conducen nuestra mirada en el tiempo y la memoria y recrean los dispositivos de exhibición de cada dibujo, acuarela, grabado, texto y palabra. Así, la artista confiere intimidad a la taxonomía como instrumento estético y clasificatorio del conocimiento de las plantas medicinales que cobran vida en las recetas de su madre a manera de un atlas portátil», escribió la curadora Lucrecia Piedrahíta sobre esta obra.