La investigación imposible: verdades que amargan
La investigación imposible: verdades que amargan
«La transacción que impone hoy el ecosistema científico colombiano es ingenua y, francamente, candorosa: cree que puede transformar la investigación pidiendo más resultados con menos sentido. Pretende que el cambio venga de producir un artículo menos o una presentación más, como si eso alterara la estructura que asfixia el conocimiento. Pedirle un giro radical al sistema bajo esas reglas no solo es fútil, es ya algo tarde: el deterioro se ha vuelto parte de su naturaleza. Urge repensar la investigación en Colombia. Lo único sensato sería aprovechar el tiempo (...) para lo verdaderamente urgente: tejer redes. No redes de favores ni de formularios, sino los primeros hilos de colaboración internacional que, con el tiempo, permitan sostener el tejido completo».
… y pedí la palabra en el evento «UdeA Investiga» más de veinte veces… para ellos, esta reflexión. «Quien no soporta la crítica, no busca la verdad, solo aplausos». Karl Popper
La investigación es un lujo impagable. Ni el Estado, con su famélico presupuesto, ni las empresas, atrapadas en una economía que privilegia la rapidez sobre el conocimiento, mientras la universidad ignora cómo atraerlas. Cada convocatoria es un ritual burocrático: fondos escasos, tiempos imposibles y una administración que devora lo poco asignado. La ciencia en Colombia sobrevive a punta de heroísmo y papeleo. De tejidos internacionales y conexiones que la fortalezcan y permitan acceder a fondos…ni hablar.
Conviene hablar de los costos de investigar: directos —sostenibilidad, reactivos, equipos, viajes, publicaciones— e indirectos —overhead—: suscripciones, planta física, servicios,administración, mantenimiento y contabilidad. En el norte se reconocen y pagan; en EE.UU. pueden igualar los directos —50–100 %—. Aquí la proporción llega en detrimento a 7:1 o más; en Europa ronda 25–40 % y en Latinoamérica apenas 10 % —Colciencias 2014—. La universidad asume costos indirectos sin recibirlos: resultado, desequilibrio estructural y desfinanciación.
Los costos indirectos —técnicos y políticos— son la ruina silenciosa de la investigación. Reflejan la brecha entre norte y sur: mientras en el primer mundo se reconocen y pagan, aquí se declaran solo en el papel. Cada proyecto se vuelve un déficit institucional: el Estado no asume su parte y la universidad se asfixia, obligada a financiarse sola. La estructura administrativa crece sin respaldo y la Vicerrectoría, en vez de exigir junto al SUE el reconocimiento del overhead, propone trasladarlo a los proyectos. Y cuando anuncia como novedad que «los costos directos e indirectos se equiparan», solo confirma lo obvio: que el agua moja; cuando la ciencia ya lo sabe y sucede en todo el mundo, no en la UdeA.
En paralelo, la investigación gestiona como ente de contratación pública: desconfía del investigador como si fuera un infractor. Las cargas administrativas entonces crecen —informes, auditorías, interventorías, seguimientos— y sin recursos. Y la carga indirecta será siempre inversamente proporcional a su financiamiento. El modelo que se desangra para fingir productividad: burocracia, acreditación y resultados que dan risa, para no deprimirse.
Así mismo, en este eterno otoño desfinanciado de la UdeA, si la regionalización y el peso administrativo ya son un lastre, ¿qué puede esperarse del espejismo de una investigación que, sin dinero, es puro teatro del absurdo? Es cierto que en algunos campos la Universidad resuena internacionalmente, pero no con recursos propios, sino con fondos extranjeros gestionados por lo que llamo investigadores-gestores —el paradigma a seguir—.
Colombia no mide cuántos de sus doctores formados afuera han regresado con alianzas activas, pero si se cruzan los registros de doctores con medios de coautoría, se puede inferir, por correlación, cuántas redes efectivas existen. La coautoría internacional crece, pero rara vez se traduce en estructuras estables: formamos cerebros, y pocos puentes. Sin embargo, hay ejemplos que desmienten esa tendencia: el Grupo de Neurociencias de Antioquia, el Pecet y el proyecto sobre genética del dolor humano desarrollado con Londres y Oxford —que tengo el honor de liderar en la Universidad de Antioquia— demuestran que sí es posible construir redes duraderas con financiamiento internacional, cooperación sostenida y resultados verificables. Alianzas que han tejido confianza durante años, apoyadas en mi caso, por instituciones como el Wellcome Trust y articuladas con nodos de Oxford, King’s College y UCL. En ellas, la ciencia colombiana no aparece como invitada, sino como socia plena. No se puede sostener un modelo suicida: un sistema que investiga a costa de sí mismo y donde muchos se recuestan, cómodos, parasitarios, en su zona de confort. En Colombia, investigar es un lujo para la gran mayoría, un fingimiento, un imposible: la ciencia está muerta antes de iniciar.
Como colofón del evento, la vice insiste en que la salida está en buscar fondos internacionales, como si el mundo estuviera esperando financiarnos por compasión… como si eso se consiguiera con un correo y una sonrisa. Competir en esas ligas exige décadas de reconocimiento, redes de cooperación y capital simbólico que este país no ha sabido construir con sus comisiones de estudio para magísteres y doctorados. No se llega a convocatorias de la Unión Europea por inspiración, sino por trayectoria, respeto y confianza ganada. Ahí se desploma nuestro modelo: falta articulación, capacidad operativa y visión estratégica. Quienes participan saliendo del país no logran proyectar la idea, pues, como mencioné, no actúan como investigadores-gestores. Y es comprensible: no todos poseen esa vocación de liderazgo.
Gran parte de la responsabilidad recae en doctores formados afuera con recursos públicos —véase la columna «Doctoritis Institucional»—. Muchos regresan —cuando regresan— con un título y sin contactos vitales. Se invierte en formación, no en relaciones. Resultado: un cuerpo más ilustrado pero totalmente desconectado del tejido de redes y financiación, que acaba en la administración sin transformar su saber en proyectos sostenibles.
A los Ph. D. se les debería exigir, como verdadera contraprestación, no un par de PDF sino patentes, licencias, redes, convenios y alianzas que abran puertas a recursos, regalías y donaciones futuras. De igual modo, debería prohibírseles ocupar esos cómodos y grises cargos administrativos: subordinados, frustrados y mezquinos que, en vez de crear conocimiento de frontera, juegan al poder, frenan a quienes sí producen y se cuelgan
medallitas mientras pontifican en metalenguaje omnisciente. No todo Ph. D. es gestor, ni toda gestión requiere un doctorado. Enterrar un doctorado en la burocracia es desperdiciar talento y presupuesto a la vez. Lo digo con experiencia: ¿cuánto vale que intenten obstaculizar, con burocracia y zancadillas, las alianzas internacionales construidas con sudor y sangre para sostener la investigación real?
Entonces la investigación termina siendo un ritual endogámico, una simulación de progreso en un ecosistema inviable. Y mientras tanto, en casa, el sistema se empeña en fabricar tesis de baja calidad en pregrado y especializaciones de profundización para cumplir con la depravada burocracia de la acreditación y del registro calificado… inexistente en el Ministerio de Educación pero que las universidades imponen con tufo de deriva autoritaria.
Las preguntas en todo concurso deberían ser: ¿su proyecto generará impacto social y un activo transferible? ¿tiene aliado empresarial, convenio real y una red tejida? Si no, apague y vámonos. La investigación debe aspirar a conocimiento útil —incremental o disruptivo— que genere retorno social y económico. No podemos seguir repitiendo estudios ajenos bajo la excusa «endémica» en un país sin recursos para laboratorios. Financiar por impacto y alianzas debería ser la primera regla de política pública. Y el contraste con el exterior es brutal: los proyectos se evalúan por resultados transferidos, no por artículos. Modelos eficientes en otros países articulan universidad, Estado e industria de forma dinámica, convirtiendo la investigación en desarrollo tangible.
La transacción que impone hoy el ecosistema científico colombiano es ingenua y, francamente, candorosa: cree que puede transformar la investigación pidiendo más resultados con menos sentido. Pretende que el cambio venga de producir un artículo menos o una presentación más, como si eso alterara la estructura que asfixia el conocimiento. Pedirle un giro radical al sistema bajo esas reglas no solo es fútil, es ya algo tarde: el deterioro se ha vuelto parte de su naturaleza. Urge repensar la investigación en Colombia.
Lo único sensato sería aprovechar el tiempo —ese recurso que aquí se desperdicia o se administra con torpeza— para lo verdaderamente urgente: tejer redes. No redes de favores ni de formularios, sino los primeros hilos de colaboración internacional que, con el tiempo, permitan sostener el tejido completo. Solo así la investigación dejará de ser un simulacro y empezará a tener futuro.
Investigar en Colombia duele porque cuesta más de lo que vale. Mientras persista, el sistema se devorará a sí mismo, sosteniendo lo insostenible. Cuando la paciencia se agote, nada tapará el agujero negro de una ciencia sin recursos, asfixiada por trámites, overheads y soberbia.
Referencias
1. Colciencias (2014). Colombia hacia una sociedad del conocimiento: Política nacional de ciencia, tecnología e innovación. MinCiencias.
2. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación – MinCiencias (2023). Lineamientos para la formulación y financiación de proyectos de I+D+i.
3. Universidad de los Andes – Facultad de Artes y Humanidades (2022). Lineamientos.
4. NSF 2022. Federal Research Terms and Conditions – Indirect Cost Policy.
5. OECD (2021). Main Science and Technology Indicators. París: OECD Publishing.
6. National Science Foundation (NSF) (2022). Federal Research Terms and Conditions – Indirect Cost Policy.Washington, D.C.
7. Doctoritis Institucional: https://acortar.link/25KO60
8. Colfuturo (2024). Impacto histórico de los programas de posgrado en el exterior. Bogotá, Colombia.
9. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (2014). Programa “Es tiempo de volver” – Estrategia de retorno de investigadores colombianos.
10. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (2023). Listado de convenios internacionales vigentes. Bogotá, Colombia.
11. UNESCO (2022). Science Report: The Race Against Time for Smarter Development. París: UNESCO Publishing.
12. Universidad de Antioquia – Grupo de Neurociencias de Antioquia (2023). Informe de cooperación internacional y convenios activos.
13. Wellcome Trust — artículo: Chronic pain research breakthrough identifies promising drug target. Wellcome University of Oxford.
14. Chronic pain research breakthrough identifies promising drug target (Oxford News, Ago 22, 2025). Universidad de Oxford
15. UdeA —Genetic components of human pain sensitivity (PubMed).
16. UdeA / GNA — Alianza con Banner Alzheimer’s Institute.
17. PECET — Participación en consorcios (PECET / Portal UdeA / WIPO).
18. Bill & Melinda Gates Foundation — Committed Grants
• * Investigador en ciencias de la salud y observador de asuntos globales
• Para compartir esta columna, le sugerimos usar este enlace corto: https://acortar.link/Gs7RhA
Notas:
1. Este es el espacio de opinión del Portal Universitario, destinado a columnistas que voluntariamente expresan sus posturas sobre temáticas elegidas por ellos mismos. Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de la Universidad de Antioquia. Los autores son responsables social y legalmente por sus opiniones.
2. Si desea participar en este espacio, envíe sus opiniones y/o reflexiones sobre cualquier tema de actualidad al correo columnasdeopinion@udea.edu.co. Revise previamente los Lineamientos para la postulación de columnas de opinión.
Portal U de A - Redes Sociales - WCV(JSR 286)
Portal U de A - Datos de Contacto (Noticias) - WCV(JSR 286)
Portal U de A - Comentarios de Facebook - WCV(JSR 286)
Listado Lo más popular
-
Sociedad Deporte
Delegados de Conmebol y Uefa visitaron la UdeA para fortalecer licenciamiento de entrenadores
15/09/2025 -
Academia Ciencia Sociedad
Con dos nuevos convenios, Minsalud, Minciencias y la UdeA refuerzan la producción pública de medicamentos en Colombia
30/07/2025





