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Las plantas son indispensables en la vida del ser humano, asisten a las necesidades físicas del cuerpo y el espíritu. En ellas, visualizamos energía, formas, colores y texturas que transmiten sentimientos y emociones de tranquilidad, relajación y felicidad. En muchas culturas indígenas de América, las plantas fueron creadas por los dioses, como regalo a los antepasados, con poderes sobrenaturales que se encuentran en el interior del tejido. El conocimiento que tenemos sobre ellas, es resultado de diversas prácticas culturales que han facilitado explorar sus propiedades y beneficios, destacando el uso medicinal, objetual, ritual y simbólico de estos seres mágicos de la naturaleza.

En los ticuna, pueblo que habita Colombia, Perú y Brasil, a lo largo del río Amazonas, las plantas son sagradas, vitales e importantes para la supervivencia y las relaciones sociales. Sirven de alimento al organismo, a la cura de enfermedades y mordeduras de animales ponzoñosos, al refugio del viento, el sol y la lluvia, a la protección del cuerpo físico y la purificación del espíritu. En el ámbito ritual, se utilizan en ceremonias públicas o privadas, en ritos de paso que marcan la transición de la vida humana, como el nacimiento, la iniciación, la unión del matrimonio y la muerte. En el rito de la pelazón, evento que resalta la primera menstruación, el cuerpo de la niña ticuna se pinta y se protege con trajes coloridos, elaborados de la corteza de un árbol conocido como yanchama. Esta ceremonia es acompañada con bailes, cantos, bebidas y telas pintadas que tienen figuras geométricas, personas, animales y seres mitológicos que protegen a la mujer de los espíritus que la amenazan en su primer sangrado.

Las obras que se presentan en esta exposición, son resultado de la experiencia y la sabiduría humana, encargada de la transformación de la materia orgánica para elaborar objetos de uso ritual que evocan la memoria colectiva. Por tal motivo, esta muestra etnológica invita a una reflexión sobre la relación que tenemos los seres humanos con la naturaleza, en circunstancias que trascienden y van más allá de las necesidades básicas. Vale la pena observar, pensar, experimentar y conocer otras miradas del mundo visible.