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Cuando la muerte empezó a caminar por aquí. Exposición antológica de Juan Manuel Echavarría

La exposición antológica del artista colombiano Juan Manuel Echavarría, aborda desde técnicas como la fotografía, video-instalación, el video arte, y la proyección de películas documentales, la visión sobre la realidad social y el conflicto armado en Colombia; obra que a lo largo de su trayectoria artística se ha fundamentado en el recorrido por el territorio colombiano y el acercamiento a la realidad social del conflicto. 

Con más de 30 años de producción artística, Juan Manuel Echavarría ha buscado profundizar de manera propia y real, la violencia en Colombia, para darles voz a muchos testimonios que, bajo diversos formatos, son la memoria de la guerra interna que vive el país. 

Su obra considera colaboraciones realizadas por excombatientes tanto de las guerrillas como de grupos paramilitares y miembros del Ejército, resultado de la labor social que ha realizado la Fundación Puntos de Encuentro, liderada por el artista.


 

Cuando la muerte empezó a caminar por aquí…

Más de veinticinco años investigando la violencia en Colombia a través del arte.
Un camino corto para una guerra de raíces tan profundas en el tiempo.
Juan Manuel Echavarría 

La palabra ha sido protagonista del horror de la guerra por estas tierras. Los primeros desórdenes de la República fueron invocados con oraciones grandilocuentes y congregantes; no es un disparate decir que se fundó como relato, por decreto, en más de una constitución de tintes literarios y en distintos momentos del albor de la independencia de los europeos. Con el tiempo, las palabras fueron tornándose difusas y menudas, como soterrado murmullo, pero tan penetrantes como un grito de batalla y, no obstante enunciarse con palabras desde el púlpito el llamado a las armas o a su contención, la oralidad y sus gestos poéticos parecen ser antídoto contra el dolor y transmutación de la consabida sed de venganza. La pregunta, claro está, es: ¿vengarse de qué o de quién?

Juan Manuel Echavarría, quien se ha sabido en la palabra desde que comprendió que el arte debía ser su medio de expresión, decidió en algún momento de su vida comenzar a escuchar otras voces y, con la agudeza del oído del amanuense, cambió la pluma por la lente de una cámara. Desde entonces, muchas escenas silentes, cargadas con la paradoja de la poesía visual, han sido entregadas al gran público con enorme delicadeza y coherencia. 

Escuchar con atención los maniquíes de las tiendas de moda setenteras de la segunda mitad de los noventa en la capital y sus cráneos estropeados por el uso y el abuso lo llevó a sus primeros Retratos (1996), esos mismos que, contemplando en retrospectiva, no son otra cosa más que autorretratos de un sujeto vulnerable, con una enorme sensibilidad y con la impotencia de quien busca incesantemente un por qué. Desde entonces, la metáfora y los tropos literarios, en general, han volcado su poder a las artes visuales en su quehacer artístico, con un ingrediente adicional: confiar en que sólo se puede llegar a crear desde una postura colectiva, un accionar que involucre a otros y, de esta manera, sumar en una operación que evade con acierto la adición y, más bien, apunta a la multiplicación de sentido.

Por lo anterior, esta exposición es, claramente, una antología de su trabajo. Junto a Fernando Grisales, quien desde 2005 ha venido colaborando con el mismo compromiso en un trabajo que se torna caleidoscópico, más aún si sabemos que la fundación que da respaldo a las investigaciones y correrías por buena parte del territorio nacional (especialmente Los Montes de Maria y Caquetá) ha incorporado ya a más de un centenar de gente, como usted o yo, que de alguna manera nos hemos visto involucrados en una vorágine fratricida que parece no tener fin. 

1996 a 2023 es el periodo que recoge esta exposición que incluso presenta obras inéditas, y que por primera vez se permite combinar en los mismos espacios obras de distinta índole como Silencios y La guerra que no hemos visto. Lo de escritor nunca se irá, pues Juan Manuel recoge en sus diarios, con la precisión del pernicioso etnógrafo, cada experiencia y conversación. “Entretejidas sus palabras en un sinfín de cuentos… y de repente, una frase que me erizó el tímpano del oído: Cuando la muerte empezó a caminar por aquí…”,1 es el relato de uno de sus diarios que da nombre a esta antología de ventanas a la realidad. 

La palabra es, en el fondo, aun con una presencia esquiva, el hilo conductor de este cuento largo. Algo que coincide con el pensamiento de la Profesora Maria Teresa Uribe quien escribió: “las palabras siguen teniendo la condición de trompetas de guerra y con mucha frecuencia se usan para eso por guerreros, funcionarios y dirigentes políticos; pero también pueden tener la virtud de transformar, de interpretar, de convocar a los públicos”2

Oscar Roldán-Alzate
Curador
 

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1. Don Alfonso, campesino de 85 años. Las Aromeras de los Montes de María. Fragmento de un diario de viajes. Agosto 10-2023, Bogotá.

2. Uribe, M. T. (2004). Las palabras de la guerra en: Estudios Políticos, n.ro 25, julio-diciembre, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp. 11-34.

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