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Maestros, Rodrigo Arenas Betancourt a su izquierda y Alonso Ríos a su derecha. Fotografía: Archivo del maestro Alonso Ríos.

El maestro y su visionario trabajo artístico fue acogido por generaciones que aprendieron no solo de la técnica, sino también de la vida, de sus consideraciones sobre la sociedad y la vida nacional, pero más aún sobre el compromiso social que debe acompañar la producción artística.

Así evocaremos siempre las conversaciones del maestro con los universitarios y el encanto de la palabra que alternaba con el trabajo escultórico, la pintura, el dibujo y otras habilidades que traducían sus sentimientos y saberes.

Hoy, dejamos de disfrutar de la presencia física del maestro, pero conservamos su memoria y legado a través de sus esculturas: Cabeza de Luis Fernando Vélez, Maestro forjador de futuro, Cabeza de Porfirio Barba Jacob y El sembrador de estrellas.

Del maestro y de su comprometido trabajo artístico es también parte de la Universidad — a través de su trabajo colaborativo y esencial en el taller del maestro Rodrigo Arenas Betancourt—, las obras La flautista y el perro, Cristo prometeo cayendo, realizadas entre 1965 y 1967 y El hombre creador de Energía, escultura insigne de la Alma Mater.

En el país, sus manos e ingenio fueron contributivas de muchas obras propias y otras dirigidas por el maestro Rodrigo Arenas Betancourt, como la extraordinaria escultura El monumento de la batalla del pantano de Vargas en Boyacá, el Largo viaje desde el vientre al corazón del fuego en Medellín y el Bolívar desnudo, en Pereira

Por eso, al rendir homenaje póstumo al maestro Alonso Ríos, guardamos en la memoria su obra y vida, generosa y fructífera, así como su ejemplo de entrega irrestricta al arte, nutrida de pensamientos liberadores y, especialmente sensibles.

En la Alma Mater, llevamos al maestro Alonso Ríos en nuestro campus y en el corazón.

31/01/2022

Museo Abierto