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Comunicados IEP

La situación actual de la Universidad requiere acuerdos, creatividad y cuidado

Consejo del Instituto de Estudios Políticos 
de la Universidad de Antioquia

La Universidad viene atravesando una situación compleja que no da señales de mejoría. Al desfinanciamiento estructural y a situaciones persistentes de violencias basadas en género (VBG), se han sumado asuntos tales como la disputa entre los gobiernos nacional, departamental y local (uno de cuyos escenarios se sitúa precisamente en la Universidad), la latente controversia derivada del proceso pasado de designación rectoral, la fragmentación entre y en los estamentos, así como algunas decisiones y acciones unilaterales —tal vez bien intencionadas de algunos de estos actores clave dentro de la Universidad—, que han contribuido poco a la construcción de alternativas para superar esta difícil situación.

El déficit estructural que aqueja a la Universidad de Antioquia y a las universidades públicas del país se ha expresado claramente en su iliquidez y difícilmente se resolverá en el corto plazo. La solución de este problema implica medidas que comprometen a distintas instancias del Estado, pero también requiere un urgente análisis de cuestiones que debemos medir y discutir internamente, tales como los costos no calculados de un modelo de universidad investigadora, un ambicioso programa de regionalización, el crecimiento de los posgrados, el régimen y contraprestación de las actividades especiales, el impacto de las decisiones y del esfuerzo de la Universidad  durante y después de la pandemia, la precisión sobre la vinculación efectiva de la situación financiera de la Universidad con la crisis del sistema de salud que tiene implicaciones sobre el Hospital Alma Mater, el desarrollo de obras de infraestructura y el progresivo endeudamiento —precisamente— para atender los problemas de iliquidez

Con respecto a las VBG, es evidente que la Universidad sigue aquejada por prácticas fuertemente arraigadas en nuestra sociedad que han normalizado e invisibilizado conductas reprochables y sancionables. La Universidad no es un reflejo de la sociedad, pero es parte de ella y tiene sus propias dinámicas de violencias basadas en género específicas del mundo académico. Aunque reconocemos un avance significativo en la atención de este asunto, es evidente que se requieren mayores esfuerzos conjuntos para identificación, prevención y atención integral de estas violencias, que permitan hacer de los campus lugares seguros para las mujeres y disidencias sexuales.

Para atender estas situaciones se requiere mayor liderazgo de las autoridades universitarias, del Consejo Académico, del Consejo Superior, del equipo rectoral, de las directivas de las dependencias, y especialmente el liderazgo de los estamentos, para que en conjunto analicen las alternativas de acción en el corto, mediano y largo plazo. El fortalecimiento de la Universidad de Antioquia como institución de educación pública, clave y necesaria para la región y el país, implica un proceso colectivo y democrático que logre la construcción de acuerdos amplios, significativos y audaces que depongan los intereses localizados.

Invitamos a los diferentes actores de la comunidad universitaria para que construyamos este camino garantizando el funcionamiento cotidiano de la institución, el cumplimiento de las labores misionales, así como la amplia deliberación y la movilización sin interrumpir prolongada y totalmente las actividades de la Universidad. Asimismo, invitamos a una necesaria autocrítica sobre el real impacto de acciones de protesta que deslegitiman reivindicaciones justas y que, paradójicamente, van en detrimento de los escasos recursos de la Institución. Así lo requiere la pervivencia de la Universidad pública, abierta y deliberante, que demanda una disposición colectiva para la construcción de acuerdos y la ponderación sobre los medios y tiempos necesarios para la solución satisfactoria de una crisis estructural. Estamos convencidos que la situación amerita el esfuerzo y nos disponemos para aportar en ese propósito.


Medellín, noviembre 27 de 2024.
 

 

Claustro de profesores del Instituto de Estudios Políticos

Si lo que pretenden los violentos es darles razones a quienes no soportan la idea de una universidad pública, autónoma y financiada por el Estado, las acciones del pasado viernes 13 septiembre en el campus central de la Universidad tienen una explicación que es nefasta y lamentable. Ahora, a quienes no usamos explosivos ni armas de fuego en el campus, nos tocará redoblar esfuerzos para defender aquella idea de universidad pública, inclusive de aquellos que dicen defenderla con esos métodos.  

Si quienes ejercen la violencia en la Universidad lo hacen con el fin de obtener reconocimiento a partir del miedo, también podrían ser explicables esas acciones. Pero solo porque sabemos que es exactamente lo que hace la Fuerza Pública cuando irrumpe en el campus, o lo que hicieron ciertos actores armados durante muchos años en los cuales mantuvieron bajo amenaza a los universitarios.  

Si lo que pretenden quienes recurrieron a la violencia es lograr un efecto que no están dispuestos a conseguir por otros medios, otra vez es tristemente explicable, pues la violencia resulta ser efectiva en el corto plazo. Pero entendemos también que es inútil, porque en la historia de las sociedades de cualquier signo y aún de los liderazgos de cualquier tiempo, el poder que se fundó prioritariamente en las armas resultó precario, temporal y aún contraproducente.  

Si lo que pretenden quienes usan explosivos o armas de fuego en el campus es notificarnos sobre su existencia y capacidad de intimidación, nos damos por enterados: ya sabemos que mientras ustedes actúan, la mayoría de los universitarios nos vemos precisados a callar o a evacuar, que es lo mismo.  

Si lo que pretenden los violentos es defender la universidad pública, alguno de sus estamentos o las causas que en ella se reivindican —como declaran sus comunicaciones—, francamente no es fácil entender el recurso de la violencia. No es posible descifrar cuál era la fuerza o el poder que ameritaba una respuesta que afectó y atropelló precisamente a quienes los violentos decían defender o representar. Pero si aquella intención de defensa es genuina —por confusa, obtusa y radical que se muestre—, los instamos a que acompañen en sus luchas a quienes valientemente las libran, pero con las armas de la argumentación, la palabra y la política democrática. Es más difícil que con otros medios, pero menos contradictorio, más promisorio y considerado con el valor de la vida de todas y todos. 

Persistimos en el rechazo de la violencia y de las armas como recursos de la política dentro y fuera del campus universitario. Ninguna vida más puede ser intimidada, ni amenazada, ni aniquilada. 
 

Comunicado

19 de septiembre de 2024

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