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Las ventas informales, enmarcadas dentro de lo que se conoce como “Economía Popular”, es un sector de la economía colombiana que, a lo largo de la historia, ha sido vulnerado por las políticas del Estado, y sus miembros se ven constantemente afectados económicamente; por tanto, su calidad de vida disminuye. Una investigación realizada por la Facultad de Ciencias Económicas -FCE- de la Universidad de Antioquia evidenció de manera detallada esta problemática que empeoró con la pandemia del Covid-19 y que debe comenzar a considerarse dentro de las políticas públicas de la Ciudad y el País. 

Por: Sebastían Zapata Urrea -Facultad de Ciencias Económicas-

El pasado 24 de febrero de 2022 se llevó a cabo la primera Cátedra de Gestión Humana, en la cual, se dio a conocer la investigación: “Trabajo precario en pandemia: caracterización socioeconómica de venteros informales de la ciudad de Medellín”, realizada por Lubin Torres, estudiante de la FCE, con apoyo de los docentes Sergio René Oquendo Puerta y Juan Fernando Córdoba, de la misma Facultad, en esta se realizó una exploración a los venteros informales de la ciudad de Medellín, principalmente de aquellos que están ubicados en la comuna 10, La Candelaria.

Para nadie es un secreto, que los venteros informales han tenido que enfrentar, durante muchos años, las dificultades que la calle misma ofrece: el clima, la contaminación, la discriminación, el desprecio y hasta el hambre; estas situaciones, por sí mismas, causan que las condiciones básicas de vida de los ciudadanos y trabajadores se vea bastante afectada. 

Como si fuera poco, además de tener que luchar con las situaciones anteriormente mencionadas, deben de luchar contra las pocas garantías que el Estado les ofrece, el cual, en vez de mejorar sus condiciones, constantemente se las dificulta, según datos que arroja la investigación. Es responsabilidad de la institucionalidad velar por la calidad de vida de este colectivo; además, de crear políticas públicas que puedan solucionar la ausencia de oportunidades tales como: falta alimentación, agua potable, vivienda digna, entre otros.

Sin embargo, de acuerdo a lo expuesto por el estudiante Lubin Torres: “es el mismo Estado, partiendo de las instituciones de orden público, quien suele cometer atropellos y abusos que vulneran al trabajador informal, en especial a los venteros informales. Nada más desde el Gobierno Municipal, el Plan de Desarrollo está diseñado, en cuanto a los venteros informales, enfocado a la regulación y el control; causando que muchos de estos trabajadores de la economía popular sean constantemente desalojados y sus mercancías sean confiscadas.”

En la foto: Lubin Torres, investigador del semillero de investigación Grupo COMPHOR del Departamento de Ciencias Administrativas 

Sin embargo, todas estas situaciones empeoraron con la llegada del Covid-19, cuando tras declarada la emergencia sanitaria, se decretó una cuarentena obligatoria que obligó a todos los ciudadanos a confinarse en sus hogares durante varios meses. 

Este hecho, tuvo repercusiones negativas en la economía de los trabajadores de venta informal, pues el no poder salir de sus viviendas imposibilitó la comercialización de sus productos y redujo considerablemente sus ingresos.

Dicha investigación, cuyo objetivo se basó en caracterizar las condiciones socioeconómicas de un grupo de venteros informales de Medellín, encontró que, de 273 encuestados, el 88,3% eran colombianos, el 0,4% peruanos, y el 11,4% eran venezolanos. Esta última cifra se muestra interesante y evidencia las dificultades que tienen que acontecer los migrantes y cómo esta situación influye en la economía del País. 

De igual manera, se encontró que más del 80% de estos trabajadores ganan menos de un salario mínimo, un hecho que, por consiguiente, impide que puedan acceder a la seguridad social, donde solo el 16% posee este beneficio por parte del régimen subsidiado. Por otro lado, se halló que el 64% de los encuestados habitan en viviendas de más de cuatro personas; una situación de hacinamiento que, como se estipula en la investigación, es considerada un factor de vulnerabilidad social; además, tiende a agravarse cuando en estos techos residen niños y adultos mayores.

En complemento, la investigación indaga sobre las comunas donde habitan los venteros informales, hallando que el 15,2% residen en la comuna 1 “Popular”, y el 14,1% en la comuna 13 “San Javier”, por nombrar las de más concentración; seguido a estas, se encuentran las comunas de Villa Hermosa, La Candelaria y Manrique. Estos datos coinciden, precisamente, con los sectores marginados de la ciudad, demostrando la situación de calidad de vida que viven estas poblaciones. Se pudo encontrar que, además, solo dos personas, equivalentes al 0,73% de los encuestados, residen en comunas de condiciones más favorables como la comuna 11 “Laureles”.

Con relación al papel del Estado, Torres explicó qué: “es evidente el abandono y nulo apoyo que este les brinda a los trabajadores de la “Economía Popular”. Para empezar, la investigación arrojó que el 5,5% de los venteros no tienen acceso a agua potable y más del 60% no cuentan con internet en sus hogares”.  Esto demuestra el estado en el que se encuentran estas personas y el problema de inequidad social que vive el país, donde un alto porcentaje de la población no cuenta con acceso a los recursos básicos para subsistir. Un dato muy desolador entregado por la investigación dice que el 77% de los venteros no cuenta con protección social por parte del Gobierno Nacional.

Teniendo en cuenta los anteriores datos, es clara la problemática que atraviesa este sector económico del que dependen muchas personas para vivir. No obstante, esta situación se agravó con la llegada de la pandemia, que como se mencionó previamente, obligó a que los trabajadores se encerraran en sus hogares, reduciendo a cero sus ingresos, pues no tenían cómo salir a vender sus productos.

Esta crisis tuvo fuertes repercusiones entre los vendedores, a quienes su situación económica y la calidad de vida se les redujo considerablemente, teniendo en cuenta que antes de la pandemia, la situación ya era precaria. Con la investigación se encontró que, durante la crisis, el 79% manifestó falta de alimentos; el 63% dificultad en el pago del arriendo y, el 49% dificultad para el pago de servicios públicos.

Lubin Torres, quien además de ser investigador también es vendedor informal, expuso qué durante esta etapa de aislamiento, los vendedores tuvieron que apelar a la solidaridad para poder contar con los recursos necesarios para sobrevivir.

Torres argumentó qué: “fue principalmente por medio de mercados aportados semanalmente por recolectas de los mismos venteros que quienes pasaban por mayores dificultades pudieron sobrevivir; además, crearon unos “Círculos Solidarios” donde los venteros buscaban alternativas y diferentes productos para comercializarlos y eran los mismos colegas quienes ayudaban a difundir estas ventas y así aumentar los ingresos de quienes llevaban a cabo estas actividades”. 

Por lo anterior, se dio inicio a una iniciativa social llamada “La Familia de La Calle”, donde por medio de una página en Facebook se comenzaron a mostrar las iniciativas y productos de los venteros informales, logrando así visibilizar a estos trabajadores y aportar al crecimiento de sus actividades económicas. Esto, a la par que se llevaba a cabo la reactivación económica, donde muchos de estos venteros regresaron a las calles con la esperanza de retomar sus actividades. Dichas reanudaciones también fueron documentadas en la página de La Familia de La Calle. 

Sin embargo, el retorno gradual a las calles fue toda una odisea para los venteros informales, pues Torres relató, que tuvieron que enfrentar una constante persecución por parte de Policía Nacional, situación que se convirtió en un martirio para muchos trabajadores, hasta el punto en el que, en junio del año 2020, Luz Adriana Upegui, una ventera informal del Centro de Medellín, se suicidó cansada de los maltratos policiales. 

Asimismo, la investigación apuntó a la evidente incapacidad por parte de las administraciones locales y nacionales para afrontar estas problemáticas, y pese a que existen planes respecto a la “Economía Popular”, son mayoritariamente empeñadas en regular estas actividades, e ignoran completamente la posibilidad de implementar políticas públicas encaminadas a mejorar la calidad de vida de los venteros informales. 

Con relación a lo anterior, Lubin Torres comentó que, “es importante que se implementen nuevas políticas y que las mismas puedan llegar a la totalidad de la población, de manera que se pueda reducir la vulnerabilidad social y se generen mayores oportunidades para los trabajadores informales de la Ciudad y el País”.

Como conclusión, Torres resaltó la importancia que desde Espacio Público se tengan mejores filtros en la elección del personal, priorizando la participación de trabajadores sociales que reconozcan el desarrollo humano como premisa fundamental, y que desde las administraciones municipales se tenga más voluntad y ejecución de planes de desarrollo en pro de la calidad de vida de toda la población.

Actualmente, con la iniciativa de La Familia de La Calle está comenzando a constituirse un colectivo que busca mejorar las condiciones de vida los venteros informales de la ciudad, están a la espera de constituirse legalmente y confían que con este paso puedan visibilizarse con más fuerza y lograr un reconocimiento importante como el sector de la “Economía Popular”.

Imágenes tomadas de www.pexels.com