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Foto: María Camila Ardila - Dirección de Comunicaciones UdeA

Corre el año 2023 y la Universidad de Antioquia sigue siendo ese espacio que luego de dos siglos se consolida como patrimonio antioqueño y, nos atrevemos a decir, de muchos colombianos y colombianas en materia de ciencia, tecnología, vida académica, cultural y social con una importante trayectoria investigativa que hace presencia en los territorios de múltiples formas y esencias.

Quienes hemos habitado esta Universidad en algún tramo de la existencia coincidimos en que la experiencia de ser sus hijos termina siendo parte de lo integral que nos constituye, y esa integralidad se piensa en distintos niveles, por ejemplo en lo disciplinar, atendiendo al área en que nos hemos formado profesionalmente, lo cual explica que las capacidades que fueron potenciadas nos permiten movilizarnos en el mundo entre teoría y práctica, y que ese movimiento existe en armonía con el afuera, fluctuando, trascendiendo nuestras aulas, tocando más escenarios. 

Otro nivel se refiere a distintas apuestas para cultivar aspectos de la persona, que explora otras racionalidades del ser: lógica, ética, estética y política, que trata de tocar y comprender distintas formas de inteligencia en algún espacio físico o virtual. La U está en todos lados: en las sedes de regionalización, en los individuos… la Universidad y su identidad misma están en donde nuestros estudiantes, profesoras y profesores concurran, no solo desde una idea romántica, sino también desde escenarios concretos en donde nuestros profesionales y, ahora con fuerza nuestros profesionales en formación, esos que también pueden hacer presencia desde una modalidad educativa que sale de los salones de clase y llega a las empresas -como lo puede lograr la Modalidad de Educación Dual-, en tanto lugar de formación simultánea a la academia, visibilizando lo que puede llegar a ser y hacer, lo que puede aportar, lo que puede transformar, lo que puede crear en una sociedad como la nuestra, con necesidades particulares, como todas.

Las apuestas que hace la Universidad en distintos escenarios de interacción global hablan de muchos de los sueños que tenemos, que perseguimos y en los que vale la pena conjugar esfuerzos académico-administrativos para que la impronta de ser UdeA llegue a otros imaginarios desde lugares impensados. 

Formación para la vida 

La Universidad pone en juego toda su universalidad aventurándonos a descubrir otras lógicas de formación con el otro, contemplando que nuevos actores y escenarios son válidos en los procesos académicos y que, sin duda, nos lleva a vislumbrar un horizonte que incluye las realidades de las y los estudiantes en su trasegar, en la concepción de más posibilidades de formación. 

Recientemente, la Universidad viene construyendo una modalidad de educación dual, en la que además de ser una experiencia única que fomenta la autonomía de las y los estudiantes, garantizará la permanencia de orientaciones oportunas con sus profesores y tutores, si fuera el caso. Aquí se reconocen el aula y la organización (empresa, ONG, y otras entidades del sistema social) como escenarios propios de la formación humana, que dialogan con una misma ruta curricular, pues es un modelo formativo en alternancia que admite el aprendizaje situado y el experiencial. 

En este caso, la educación dual no es formación para el trabajo ni tiene relación con los contratos de aprendizaje, desde la Universidad de Antioquia soñamos que esta apuesta sea una formación para la vida. Soñamos que incursionar en esta ruta nutra otros modos de ser comunidad académica y, desde ese lugar, comenzar a tejer recordaciones, referentes que no solo hagan alusión a aportes sociales, académicos, culturales, científicos, sino que nos hablan de huellas: la Universidad como lugar de acogida, de reconocimiento, de sólida formación disciplinar, de lugar seguro, de abrazo al otro, a lo otro, a lo verde, a lo diverso, a lo crítico, a lo propositivo, a lo argumentado, con nuestros estudiantes en otros escenarios de acción, ya no aulas, ahora: otras realidades. 

La universidad como lugar y no lugar de creación. Como hogar. Como representación del amor, como parte importante de nuestra esencia humana, esa que danza en muchos otros lugares en los que vamos dejando pedacitos de nosotros con una identidad especial.

Autores: 

Amador Herney Rúa Arias
Médico y cirujano
Coordinador General de Prácticas - Vicerrectoría de Docencia
amador.rua@udea.edu.co

Diana Marcela Arredondo Rodríguez
Licenciada en Lengua Castellana
Magister en Educación
Profesora de cátedra Facultad de Educación 

Nurvey Elena Cano Marín
Instrumentadora quirurgica 
Magister en educación en salud.
Profesora de cátedra Facultad de Medicina